Una mujer (y que no la maten)
Por ANA PARDO DE VERA
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Tiempos de cambio sin cambio, de momento. Una mujer, líder de un partido político, cofundadora de la tercera fuerza política nacional y diputada autonómica, denuncia públicamente la agresión sexual de un empresario de 'los de toda la vida'; y me entienden: cercano al poder, influyente, hecho a sí mismo, que actúa en y con las instituciones como un cortijo; aquí bebo, aquí mando, aquí intento besar y lo que se tercie. Un empresario poderoso, del tipo de los que mandan, financian a los partidos a cambio de contratas públicas y quedan impunes. Uno de ésos.
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Al tiempo que Rodríguez denunciaba lo insoportable, muchos y muchas votantes de izquierda ─con perdón─ se reprochaban estos días lo insoportable ("Ya estamos"). En Lugo ─donde tengo el privilegio de pasar estas fiestas, frías como las perspectivas electorales de la izquierda─, se preguntaban en los bares que frecuento (cada vez menos) hasta cuándo, en tiempos de anhelo de justicia social, quienes piden una alternativa a la derecha imputada van a tener que conformarse con una oposición a la derecha imputada, más o menos dividida, más o menos desangrada. Pero oposición. Y punto.