La testosterona de Clinton (Hillary)
Por ANA PARDO DE VERA
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"El primer presidente negro en EEUU y, ahora, la primera mujer presidenta". Así de simplistas eran los titulares que celebraban por adelantado la victoria de la candidata demócrata, Hillary Clinton, frente al republicano-denostado-por-republicanos, Donald Trump, en un país que no ha dejado de ser racista con Obama al frente y con una mujer ya excandidata que no representa, ni de lejos, la lucha feminista.
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"Cuando una mujer entra en política, la política cambia a la mujer, pero cuando muchas mujeres entran en política, son las mujeres las que cambian la política"
Clinton (Hillary), por ejemplo, se dejó por el camino la dignidad mínima que debe exigirse, en mi opinión, a una mujer que quiere presidir EEUU por primera vez, y se cubrió de testosterona apoyando incondicionalmente al presidente Clinton (Bill) cuando fue sometido a un proceso de impeachment histórico desencadenado por mantener relaciones sexuales con la denostada Lewinsky y en el que confluyeron intereses republicanos, geoestratégicos y testosterona, mucha testosterona hedionda y cruel con todas las mujeres implicadas.