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Investigación

La cara y la cruz de las bajas por menstruación incapacitante: un derecho al que han accedido menos de 550 mujeres

La necesidad de un diagnóstico previo para acceder a esta incapacidad temporal deja fuera a las mujeres que sufren patologías todavía invisibilizadas, como la endometriosis.

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Menstruación y trabajo: el derecho a trabajar sin dolor.

Madrid, Actualizado:

En el volante médico se refleja como dismenorrea secundaria (menstruación incapacitante), pero el cuerpo lo encarna como calambres, dolores agudos en el bajo vientre y una gran hemorragia. A veces el dolor es tan insoportable que el cuerpo entero se subleva, desatando jaquecas, dolores musculares o cólicos, que impiden a quienes lo padecen desarrollar una vida normal.

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Entre el uno de junio y el seis de septiembre, las mujeres que padecían estos síntomas durante su menstruación podían solicitar por primera vez una baja específica por esta razón, bajo el amparo de la Ley Orgánica 1/2023, de 28 de febrero. En ella se recoge la menstruación incapacitante como una contingencia común con compensaciones especiales, como el cobro del salario íntegro durante el primer día a cargo de la empresa. Sin embargo, menos de 550 mujeres en toda España se han acogido a este derecho, según los datos aportados por el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) a raíz de una solicitud de transparencia realizada por este periódico.

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La dismenorrea es el síntoma de varias patologías del aparato reproductor femenino, como los miomas, adenomiosis y endometriosis. Especialmente esta última, según las fuentes médicas consultadas por Público. Uno de los estudios de prevalencia de referencia sobre esta enfermedad, estima que la endometriosis afecta al menos a un 10% de las mujeres en edad fértil. Trasladado a la población femenina española, esto podría suponer alrededor de 844.233 mujeres.

Contenido adicional o infografía: ver versión completa del artículo.

Por eso, para los expertos y expertas consultados por Público, las cifras de bajas laborales por menstruación incapacitante están lejos de representar al total de casos de mujeres que la padecen en España. Según la Asociación Estatal de Afectadas por la Endometriosis (ADAEC), esto se debe a varias razones interconectadas. La principal es que para solicitar la baja es necesario tener un diagnóstico de endometriosis o cualquier otra patología que cause dismenorrea. Un requisito que pocas mujeres cumplen.

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"Existe un infradiagnóstico muy generalizado", denuncia Ana Ferrer, vicepresidenta de ADAEC. De acuerdo con el estudio realizado por Francisco Carmona, Jefe del Servicio de Ginecología del Hospital Clínic de Barcelona y actual presidente de la Society of Endometriosis and Uterine Disorders (SEUD), entre otros especialistas, las mujeres con esta patología tardan una media de 8,3 años en ser diagnosticadas.

El segundo obstáculo que enfrentan aquellas que padecen menstruaciones incapacitantes es la exigencia de tener ciclo menstrual. Y es que muchos de los tratamientos para combatir la endometriosis y otras patologías que generan dismenorrea secundaria suprimen el ciclo menstrual. Pero "esto no significa que una mujer con endometriosis y sin ciclo menstrual no sangre o no tenga dolor", advierte Ferrer.

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La ginecóloga del Instituto Catalán de Salud, Lorena Serrano, lo explica de la siguiente manera: "lo verdaderamente incapacitante es el dolor, que es independiente del patrón de sangrado de la mujer".

Las mujeres con el ciclo menstrual suprimido sólo pueden acogerse a otras dos categorías de la seguridad social: las bajas por dismenorrea primaria (aquel dolor menstrual cuyo origen se desconoce o es puntual) o la baja por endometriosis (en cuyo caso, también se precisa de un diagnóstico previo) . "El mayor problema es que estas bajas no tienen las circunstancias especiales que se recogen en la nueva ley", explica Ana Ferrer. Es decir, que las compensaciones son iguales a las de cualquier otra contingencia común: cobro del 60% del salario a cargo de la Seguridad Social a partir del segundo día de baja.

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Todos estos obstáculos se han traducido en una bajísima incidencia de este nuevo tipo de incapacidad temporal. De hecho, en 14 provincias españolas siquiera se ha registrado ninguna baja laboral por menstruación incapacitante entre el uno de junio y el seis de septiembre de 2023. Entre ellas se encuentran las tres provincias que componen Euskadi, así como el archipiélago balear.

Contenido adicional o infografía: ver versión completa del artículo.

En otras 17 regiones, entre las que se incluyen algunos de los centros urbanos más poblados de España, como Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza o Sevilla, se han registrado un total de 436 bajas por dismenorrea secundaria. De todas ellas, han sido las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla las que poseían una mayor tasa de incapacidades temporales por esta razón: unas 57 y 76 bajas por cada 100.000 mujeres ocupadas en cada región.

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Por contraposición, Barcelona y Alicante poseen las estimaciones más bajas, con 3 incapacidades por cada 100.000 ocupadas. En número absolutos, Madrid es la provincia en la que se han registrado más bajas por esta razón, unos 128. Tras ella, Zaragoza y la capital catalana, con 54 y 42 incapacidades temporales.

El INSS no ha aportado el número de exacto de las bajas en las otras 21 provincias restantes acogiéndose al secreto estadístico recogido en la ley de Función Estadística Pública, por la cuál no aportan información por cuyo nivel de detalle consideran que se podría identificar a las personas que conforman la muestra estadística. Así pues, en estas provincias se han podido registrar entre una y cinco bajas.

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A pesar de este vacío informativo, se ha podido estimar que las bajas por menstruación incapacitante otorgadas este verano han oscilado entre las 457 y 541 en todo el territorio nacional. Estas cifras no son equivalentes al número de mujeres que las han solicitado. Dado que el ciclo menstrual abarca unos 28 días y que el periodo de los datos aportados por el INSS es de tres meses, es posible que algunas de las bajas laborales correspondan a una misma mujer.

Endometriosis: el elefante en la sala

Rocío Alarcón fue diagnosticada con endometriosis con 25 años después de una década de menstruaciones dolorosas, cólicos y migrañas. En varias ocasiones, relata a Público, tuvo que acudir al hospital para que le inyectaran analgésicos capaces de hacer remitir el dolor.

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Durante su etapa escolar, solía faltar al instituto durante los días que tenía la regla. Una vez empezó a trabajar, fue "apañándose" con los pocos recursos legales de los que disponía. En su caso, tras el diagnóstico adecuado, el tratamiento hormonal con el que puso freno a los síntomas de la enfermedad mejoró su calidad de vida.

En las ocasiones en las que el dolor volvía, recurría a las bajas por contingencias comunes, como la de endometriosis, a pesar de que sus características se asemejan a la de cualquier otra patología puntual. Es decir, no tiene en cuenta el carácter crónico –y a veces degenerativo– de esta enfermedad. Aquellas mujeres que carecían –y carecen– de diagnóstico asociados a la dismenorrea secundaria no tenían otra vía que no fuera la dismenorrea primaria. Para ellas, la nueva ley "no ha supuesto ningún avance", asegura Ana Ferrer.

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Así, en un efecto dominó, la dificultad para solicitar la baja por menstruación incapacitante esconde la dificultad de las mujeres que sufren dismenorrea para saber qué patología padecen, especialmente en los casos de endometriosis. A su vez, esto evidencia una falta de recursos públicos destinados a diagnosticar dichas patologías. La invisibilización de la salud femenina en el que desemboca este proceso es consecuencia de una herencia patriarcal, suscribe Ana Ferrer.

Para Carmona, la mera existencia de esta categoría médica evidencia la falta de diagnósticos asociados a patologías como la endometriosis. "Le llaman dismenorrea primaria porque desconocen la causa, mientras la secundaria sí se sabe por qué es", explica el ginecólogo. A su juicio, "la dismenorrea primaria no debería existir, debería hacerse un esfuerzo muy grande por parte de los profesionales en diagnosticar la causa de esa dismenorrea".

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En España sólo existen dos unidades oficiales de endometrios: uno en el Hospital Regional Universitario de Málaga y otro el Hospital Virgen del Rocío en Sevilla.

A estos se le suman unidades no oficiales (es decir, no dependientes de la consejería de sanidad) como la existente dentro del Hospital Clínic de Barcelona, que dirige Francisco Carmona, así como otras cuatro repartidas por hospitales de Madrid, Palma de Mallorca, Valencia y Aragón. Como es habitual, la escasez de recursos genera un atasco en las listas de espera. "No diría que nosotros estamos desbordados, pero sí con muchas dificultades", relata Carmona. "Tenemos entre 400 y 500 visitas nuevas cada año y una lista de espera que se nos va a los tres meses para la primera consulta".

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Desde ADAEC creen que esta falta de recursos es un síntoma más del lugar en el que todavía hoy queda relegada la salud femenina. Bajo la perspectiva de Ferrer, "la sanidad en enfermedades propiamente femeninas no es que esté mal, es que no está"

Bajas contra el estigma

En la conquista de los derechos sexuales, reproductivos y sanitarios de las mujeres, la visibilización de patologías asociadas a su aparato reproductor ocupa un lugar central. En este sentido, todas las voces coinciden que la Ley Orgánica 1/2023, de 28 de febrero –conocida coloquialmente como la reforma de la ley del aborto– ha conseguido poner sobre la mesa una problemática históricamente relegada a un segundo plano.

"Lo bueno de la ley es que ha normalizado la menstruación, y ha desnormalizado el dolor menstrual", apunta Ana Ferrer. Consecuencia de una herencia patriarcal, durante años la menstruación ha supuesto un grave tabú social. El doctor Francisco Carmona coincide: "sólo tienes que fijarte en todos los eufemismos que hay en cualquier idioma para evitar decir la palabra menstruación".

Rocío Alarcón reconoce que es precisamente esta visibilidad una de las cuestiones que llevan años persiguiendo las afectadas. Este objetivo no acaba con el miedo que tienen a que el reconocimiento de la enfermedad tenga consecuencias negativas en su entorno laboral. "La endometriosis es super desconocida y cuesta mucho hacer pedagogía", analiza.

"No sé si quiero tener que luchar eso día a día, porque al final cuando hablamos de endometriosis tenemos que contar una experiencia muy íntima y muchas veces la respuesta que recibimos es a mi mujer no le pasa". Ello a pesar de que al menos la mitad de la población femenina ha tenido dolores menstruales en un periodo de seis meses, como reveló en un estudio de 2021 la consultora Kantar.

Por otro lado, cree que la nueva regulación puede ser un arma de doble filo en términos simbólicos, ya que si se aferra a esta nueva categoría de incapacidad temporal "lo que figurará como motivo de mi baja será la menstruación incapacitante, que no es la enfermedad real que tengo sino un síntoma de mi endometriosis", argumenta. Esto es lo que la ha detenido hasta ahora: "saber qué es lo que quiero que quede reflejado a nivel simbólico".

Pedagogía, flexibilidad en las condiciones para acceder a la baja o adecuación de las circunstancias especiales a otras contingencias comunes como la endometriosis, son algunas de las demandas que aún están por conquistar. Para Ana Ferrer, la ley es una primera parada en un camino más largo: "Es buena, pero está incompleta. Tenemos que ir más allá".

Metodología

Los datos de incapacidades temporales (bajas laborales) por menstruación incapacitante usados en este artículo se han obtenido a raíz de una solicitud de transparencia al Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS). Abarcan el periodo que va desde el primero de junio, cuando entró en vigor la Ley Orgánica 1/2023, de 28 de febrero, hasta el seis de septiembre.

El INSS no ha aportado el dato exacto de incapacidades temporales por menstruación incapacitante en 21 provincias españolas, acogiéndose a la Ley 12/1989, de 9 de mayo, de la Función Estadística Pública y alegando que el escaso registro de bajas en dichas regiones podría favorecer a una potencial identificación de las personas que han hecho uso de ellas.

El análisis de los datos realizado por Público ha permitido saber que en estas provincias las incapacidades temporales oscilaban en 1 y 5 bajas. Por ello, la cifra total de bajas reflejadas en el texto es una horquilla que oscila entre las 457 y 541 incapacidades temporales en el periodo estudiado. 

Para las tasas de bajas por cada 100.000 mujeres ocupadas se han utilizado los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del INE  relativos al número de mujeres ocupadas por provincias en el tercer trimestre de 2023.

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