El apoyo del hombre en la crianza cae de nuevo: las madres cogen cinco de cada seis excedencias
El número de renuncias temporales a la actividad laboral para criar a los hijos vuelve a superar los 50.000 casos anuales y el peso de los padres se reduce por primera vez en una década, aunque se mantiene en los niveles más altos del siglo.
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ZARAGOZA,
"Es muy difícil modificar las estructuras y la toma de decisiones en una familia si las circunstancias no acompañan. Es necesario tomar decisiones en muchos ámbitos. Estudiamos cómo cambiar los roles pero sin actuar sobre los factores que condicionan esos roles, y está sumamente demostrado que eso no es posible", explica Paz Olaciregui, socióloga de las universidades de Zaragoza (Unizar) y Autònoma de Barcelona (UAB) y experta en temas de cuidados y sus efectos en la economía.
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La socióloga se refiere a la implicación masculina en la crianza de los hijos, un ámbito en el que dos de las principales fuentes de datos se encuentran en la Seguridad Social, que gestiona las excedencias por cuidados, y en la EPA (Encuesta de Población Activa), que, entre otros aspectos del mercado laboral, sondea los motivos por los que hombres y mujeres aceptan trabajar en jornadas parciales.
Los primeros tienen cierto componente paradójico, ya que por una parte muestran que en 2023 solo una de cada seis excedencias para el cuidado de menores las cogen los padres (15,96%), con un retroceso de casi diez y casi catorce puntos frente a los dos años anteriores, cuando una de cada cuatro renuncias laborales las asumía un hombre, y en lo que supone el primer descenso en términos cuantitativos desde 2012.
Sin embargo, por otro lado, los 8.744 hombres que se acogieron a esa medida siguen siendo un número superior, y con creces, al del resto de años de la serie con excepción de dos: los 12.259 de 2021 y los 14.165 de 2022.
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"Nacemos menos y vamos a tener que cuidar más"
"Los datos siempre hay que interpretarlos con contexto", señala la socióloga, que llama la atención sobre otro aspecto: "2023 fue un año histórico por la caída de los nacimientos, y aun así aumentaron las excedencias por cuidados".
Efectivamente, los 294.816 nacimientos registrados en España entre enero y noviembre del año pasado sitúan al país ante los registros más bajos de toda la serie iniciada en 1941, en la que esa cifra nunca cayó por debajo de los 300.000 y en la que la anotación más escueta fueron los 329.251 de 2022, un nivel que no parece que vaya a alcanzarse en el cierre de 2023.
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Eso requeriría una improbable aportación de casi 35.000 bebés en el último mes de un año cuya media de alumbramientos no alcanza los 27.000.
Las excedencias por cuidados marcaron un récord de 54.796
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Pero, al mismo tiempo, las excedencias por cuidados marcaron un récord de 54.796 que supera por solo unas decenas las 54.723 de 2020 y que no anda lejos de duplicar las 28.038 de diez años antes.
La media de los últimos diez años, de 42.285 excedencias anuales y ya con dos años por encima de las 50.000, supera en casi un 23% la de 34.427 del decenio anterior.
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"Eso nos dice que estamos cuidando, y también que vamos a cuidar más ¿Por qué? Porque no hay dinero para externalizar ese cuidado y tienen que asumirlo las familias. Nacemos poco y vamos a tener que cuidar más", explica Olaciregui, quien llama la atención acerca de otro planteamiento, en este caso por pasiva.
"Eso no se resuelve solo con políticas de igualdad"
No obstante, anota, "el aumento de las excedencias también podría ser un indicador negativo sobre otros aspectos como la disponibilidad de guarderías públicas y el desarrollo de otras políticas de igualdad", aunque el avance en España en los últimos años ha sido notable en ese ámbito.
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El aumento de las excedencias también podría ser un indicador negativo sobre la disponibilidad de guarderías públicas
Con todo, sigue quedando trecho. "Ocurre lo mismo que con otros ámbitos como las violencias o el cambio climático, en las que pretendemos que haya cambios individualizados pero sin modificar las condiciones de las que dependen las estructuras o que podrían facilitar esos cambios", apunta.
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En el caso de los cuidados, "la socialización ha hecho que las mujeres lo incorporen más como un compromiso de la feminidad", aunque con matices, explica: "el cuidado de los mayores tiene un corte claramente femenino, y es más frecuente externalizarlo" en geriátricos y mediante otras fórmulas como los gerocultores, mientras que "con los niños es más fácil que se extiendan la participación del hombre y el cuidado compartido".
"Cuando hablamos de políticas de igualdad hablamos también de esto, de dar la oportunidad de cuidar", anota, al tiempo que recuerda cómo a menudo las excedencias masculinas para hacerse cargo de la crianza "suele tener que ver con una idea predeterminada y darse en una familia con cierta holgura económica, con ahorros, que se plantea criar de otra manera al segundo hijo".
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Y, en ese sentido, al tiempo que se muestra expectante por "ver qué efecto tiene en esto la reforma laboral", remarca que la decisión sobre quién coge la excedencia "es un asunto con un componente de género, porque la desigualdad salarial, que a menudo se encuentra en la base, también lo tiene, y eso no se resuelve únicamente con políticas de igualdad. Hay que aplicar la perspectiva de género al mercado laboral y a otros ámbitos donde tradicionalmente no se ha aplicado".
Más hombres que nunca se reducen la jornada para cuidar
El desequilibrio entre géneros que se da en las excedencias se intensifica cuando se observan los datos sobre aceptación de jornadas parciales y/o reducción de las completas por motivos de cuidado, en las que la presencia masculina cae por debajo del 7,5%, menos de la mitad que en el otro indicador.
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Estos registros también presentan un componente paradójico alineado con el de las excedencias: nunca hubo tantas reducciones de jornada para cuidar como en 2023 (380.600) ni tantos hombres se acogieron a ellas (28.300), pero el peso porcentual de estos últimos también cae, en este caso en relación con el año anterior, aunque se mantiene entre los más elevados de la serie.
"Esa distribución tiene que ver con la socialización y con el reparto de las tareas en el hogar, aunque tiene otra dimensión en la desigualdad del mercado laboral", indica la socióloga.
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"Cuando una pareja se sienta a hacer cuentas, toma la decisión que mejor le resulta en términos económicos, y ahí históricamente se ha resentido más el empleo de la mujer, que a menudo está más precarizado y tiene peor salario", añade.
Por último, la Seguridad Social tramitó el año pasado un total de 467.678 prestaciones por nacimiento y cuidado de menor, de las que 220.829 correspondieron al denominado como "primer progenitor", que habitualmente se corresponde con la madre, y otras 246.849, al "segundo progenitor", que mayoritariamente es el padre.
El permiso, en el que la Seguridad Social cubre el 100% de la base de cotización del mes anterior al nacimiento o la adopción durante las 16 semanas que dura, generó prestaciones por valor de 3.423 millones de euros, un 4,9% más que en 2022.
"Los permisos han calado en la conciencia colectiva como fórmula de cuidados compartidos", anota la socióloga.