Santiago
En 2018, Ivan Bakanov, CEO de la productora Studio Kvartal-95, y amigo de juventud de Vladimir Zelenski, registra un partido político con el nombre de la serie. En diciembre de 2018, aun en antena en la tercera temporada, Zelenski anuncia que se presenta a las presidenciales en el mundo real. Unos días después es nombrado presidente del partido por unanimidad. Gana las presidenciales con el 73% del voto en la segunda vuelta y el 43% en las legislativas del mismo año, mayoría absoluta de escaños en la Rada.
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A punto de empezar la campaña presidencial en Ucrania, en Kíev, en una terraza con vista a la plaza del Maidan, tres oligarcas comentan en la penumbra la situación de sus candidatos, que van muy igualados en las encuestas. "Bien (dice uno de ellos), y se dejamos que decida el pueblo?". "¿Democracia descontrolada?", responde otro. Los tres ríen mientras brindan.
Servidor del pueblo muestra una sociedad ucraniana en decadencia, con corrupciones sistémica y moral que abarcan a toda la población. ¿A toda? ¡No! Un héroe resiste. Un humilde profesor de historia en el que, milagrosamente, no penetró ese virus, a pesar de haberse criado en una familia totalmente integrada en la amoralidad general, a quien, milagrosamente, la casualidad o el destino coloca en la posición de presidente del país. Que, milagrosamente, va saliendo indemne de cada una de las pruebas a las que lo someten los guionistas: un parlamento corrupto, unos oligarcas dispuestos a todo –incluso al magnicidio–, una Mata Hari que le espía y utiliza, un pucherazo que lo desaloja de la presidencia, un proceso penitenciario falseado que lo lleva a la cárcel... Enfrentando los "defectos" que lastran la sociedad ucraniana y mostrándole al pueblo que hay alternativa.
Cuando la familia pretende lucrarse de su nuevo cargo, una y otra vez consigue impedirlo: el nepotismo no está permitido. Sin embargo, para evitar caer en las garras de la "casta" política, en la elección entre "un diletante honesto y un profesional corrupto", dice el guión, escoge rodearse de un gobierno de diletantes amigos, totalmente leales (a él) y honrados, incluida su exmujer, que resuelven los sobornos al estilo Ocean’s Eleven, ese ámbito leal de familia y amigos (estilo rat-pack), que se junta alrededor de una mesa y apoyan el líder sin cuestionar nada, símbolo del propio pueblo ucraniano, víctimas del Estado fallido que resisten con ingenio y humor y, contra todo pronóstico, ganan al final.
Golobodorodko, nuestro Vasia, es entrañable, confiable, listo, gracioso, empático, adorado por el alumnado que deja en el instituto y que lo llevó a la presidencia. Cuando los oligarcas intentan buscarle una debilidad o algún fallo del pasado, no hay nada: impoluto. Al tiempo, inflexible. Sin violencia ni gritos, se hace obedecer y no cede a las presiones. El salto a lo Charlot con el que nos agasaja en momentos serios le quita hierro y nos recuerda que es una serie de humor, que va tornándose más y más épica, finalizando la tercera temporada con un auténtico mitin sobre el futuro de Ucrania.
La acción, que se desarrolla con bastante rapidez, queda a veces interrumpida por dos tipos de visiones del protagonista. Unas, referentes éticos que se le presentan para darle consejos o resolver dudas, un equipo de "asesores" de lujo conformado por Plutarco, Lincoln, Ché Guevara, Julio César… Otras veces se ve a sí mismo actuando como le pide el corazón y le impide el cerebro, como había hecho en el vídeo viral que inicia la trama, mostrando desnuda la indignación que lo conecta con el desencanto social de la época. Sin embargo, su actuación no se tuerce y siempre está guiada por una bonhomía que no da nada por perdido, no busca venganza ni siente rencor.
La serie tiene guiños al audiovisual global: Star Wars, The New Pope, Game Of Thrones, pero, sobre todo, múltiples claves de política y cultura nacionales que aquí seguro que no pillamos completamente. Alguna de las más evidentes tiene hoy connotaciones diferentes de las que tenía cuando la serie se escribió. Una campaña publicitaria contra el fraude fiscal con un lema del estilo de "si defraudas a Hacienda parecerás moscovita" nos hablan de ese conflicto cultural con Rusia, como las dificultades fonéticas que él mismo, rusoparlante, tiene para hacer un discurso en ucraniano. Para acallar una reyerta a golpes en el parlamento chilla "¡Putin fue destituido!" y todos callan. Cuando está seleccionando currículos en la convocatoria abierta al público para ser ministro, aparece el de Yanukovich; sorprendido, pregunta: "¿Está aquí?". "Mandó el CV por mail", le dice el asesor que le acompaña.
Hay que recordar que en la época en que la serie sale en antena en Ucrania, 2015, estaban aún muy recientes los sucesos de Maidan de finales de 2014, cuando la decisión del presidente Yanukovich de romper la dinámica de acercamiento a la UE y retornar al "amparo" de Putin hace que millares de personas ocupen la plaza de la Independencia, Maidan, en el centro de Kiev, durante meses, resistiendo los ataques policiales y militares, y que finaliza con la renuncia del presidente y la apertura de un proceso de cambio político bastante turbulento que duró años, si es que finalizó. Maidan y las complicadas relaciones con la UE están muy presentes en las diferentes tramas.
En este contexto de absoluta desafección y desconfianza hacia la clase política, la propuesta que hace la serie, "otra Ucrania, otra política es posible, y la respuesta es el héroe", no puede ser más oportuna. Se convierte, fuera o no planeado así inicialmente, en una campaña de marketing político que supera todos los precedentes. Es verdad que Reagan ya aprovechó su popularidad como actor y, más recientemente, Beppe Grillo en Italia y Trump en los EUA añadieron a esa popularidad un relato audiovisual de sus condiciones para el liderazgo y su idea de lo que debe hacerse en el Gobierno. El primero con la promoción del Vaffanculo-day y el segundo protagonizando The apprentice. Sin embargo, mientras que el primero traducía la indignación en oposición bufa y confrontación y el segundo proponía un mandato autoritario y ciertamente irracional –"You´re fired!"–, Goloborodko triunfa con cerebro, empatía y la idea de que la gente es mayoritariamente buena.
La tercera temporada de la serie, del mismo año en que Zelenski gana las presidenciales y su partido la mayoría absoluta en el Parlamento, se desarrolla en un aula de secundaria en el futuro próspero y democrático de Ucrania. Un profesor de historia cuenta los sucesos políticos desde el final de la temporada anterior. Como Goloborodko recupera la presidencia, reunifica el país, relanza la economía y la democracia. Finaliza con un monólogo épico de Vasia ante un grupo de universitarios sobre la Ucrania que queremos, sobre el futuro posible.
Desde la perspectiva política, podemos ver el conjunto (serie+película+partido político) Sluga Naroda como un escalón más en la transformación de los sistemas representativos en el que Manin llamó, ya en 1995, democracias de audiencia. De liderazgos carismáticos, que comunican directamente con la audiencia (votantes) por los medios de comunicación amigos o las redes sociales. Sin el filtro de los partidos –ni del periodismo crítico– que reducen su papel a ser instrumento de soporte del líder. Sin rendir cuentas, rodeados de camarillas de fieles, para los que la crítica es sinónimo de traición. Desde Feijóo a Macron, Ayuso o Ada Colau, independientemente de la orientación ideológica, vemos signos de esta transformación.
Pero en el caso de Zelenski con Sluga Naroda, el carisma construido en la serie es utilizado por el partido, que podría ir decayendo por la lógica confrontación con los problemas reales, que tienen soluciones algo más complicadas que las que pueden inventar los guionistas de una serie, y porque enfrenta una guerra de verdad. Si su liderazgo sale fortalecido de esta prueba, si el país sale de esta situación sin ser destruido, será de verdad el héroe: la realidad superará a la ficción, Zelenski superará a Goloborodko.
Ficha técnica
Слуга народа (Servidor del pueblo, Sluga naroda).
Años: 2015-2019
Sátira política.
Temporadas: 3. 51 (24+24+3) episodios de 25’ aproximadamente. Película en 2017 (Sluga Naroda 2)
País: Ucrania.
Idiomas: ruso y ucraniano
Dirección: Aleksey Kiryushchenko
Guión: Aleksey Kiryushchenko, Andrey Yakovlev, Yuriy Kostyuk, Mikhail Savin, Yuriy Mikulenko, Andrey Ilkov, Dmytro Hryhorenko, Oleksandr Brahin, Oleksii Zhuk, Dmytro Kozlov, Andrii Nesterov.
Elenco: Volodimir Zelenski, Stanislav Boklan, Yevhen Koshovy, Olena Kravets, Vladyslav Dmytrenko, Boris Abramov, Anastasiya Chepelyuk, Viktor Sarajkin, Natalia Sumskaya, Ekaterina Kisten, Elena Kravets, Yuriy Krapov, Aleksandr Pikalov, Anna Koshmal, Galina Bezruk, Oleg Karpenko.
Música: Dmytro Shurov.
Producción: Studio Kvartal-95.
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