María Canosa, escritora y guionista: "No tenemos conciencia de que toda la modernidad parte del rural"
La autora reivindica la importancia de rodearse de buenas amigas, reposar las obras después de escribirlas y enseñar el gallego de manera natural.
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santiago, Actualizado:
Los libros son tesoros de infancia y María Canosa lo sabe. Es uno de los nombres referentes de las estanterías de los pequeños, esa y
época de la vida en la que nada y todo a la vez tiene importancia.
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Su amplia obra, con títulos como Muriel (2017), con el que ganó el Premio Merlín 2017, la hacen visitar muchas escuelas para presentar sus historias. Vive en primera mano el gallego ajeno para la chavalada y reconnce que muchas veces sale de los centros disgustada, pero no pierde la esperanza y confía en aquellas personas que todavía sostienen la vida gallega de nuestras abuelas -las que lo cuidaron todo, desde siempre-.
Si quieres leer esta entrevista en gallego, pincha en este enlace.
Canosa fue guionista de programas de televisión y participó como experta en el célebre Cifras y letras, después en el concurso Verbas y ahora en Coma un allo. De algunas de sus obras salieron también adaptaciones teatrales, y acumula varios libros de narrativa, ensayo, divulgación y poesía. Fue tertuliana y colabora con medios escritos. Confiesa que la protagonista de su último libro, Saínza, la conquistó con solo verla en una ilustración del autor Cristian F. Caruncho. En realidad, tampoco era difícil: es la niña pilla de pelo rebelde que no se amedrenta ante el abusón que lleva una pulsera con la bandera de España. ¿A quién no le va a gustar? Saínza combate a los malos con la pandereta en la mano.
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María Canosa escribe, escribe y escribe. Es una intelectual con la que es muy fácil conversar, una defensora de las relaciones humanas más puras y del derecho a ser como queramos ser. Autora de la biografía Emilia Pardo Bazán: unha mente poderosa (2021) y culpable de fomentar a las mujeres más peligrosas. Las que leen desde niñas.
¿Cómo surgió Saínza, la punkiereteira?
Jose, el alma de la editorial Costureira, conocía a Cristian F. Caruncho, el ilustrador, y le parecía que compartíamos ciertos valores. Un día quedamos y pensé que podíamos congeniar y trabajar juntos. Descubrí un dibujo de una chica que formaba parte de un cartel de música que Cristian creó para un evento y me enamoré de ella. Me pareció que podía ser una protagonista maravillosa. Cristian me dijo que teníamos que hablarlo, porque él creó ilustración basándose en un grupo de música de unas amigas que empleaban más o menos ese atuendo: las Punkiereteiras, en las que nos inspiramos y creamos una historia. Yo empecé a trabajar en un texto completamente inventado y tuve muy claro que se tenía que llamar Saínza. Así nació el embrión de la historia. Jose nos dijo que quería editarlo bonito, que fuera un objeto hermoso.
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¿Qué viste en esa ilustración de Cristian que tanto te evocó?
Vi a una niña que combinaba tradición y modernidad y que parecía que tenía muchísima fuerza por lsu forma de mirar: directa, clara, con una actitud de libertad y seguridad. Una chica que es diferente, porque tiene una ropa diferente que la que vemos hoy en día en las chicas, una niña carismática con una personalidad propia. No sé muy bien qué dosis de actitudes tiene en su conjunto, pero me transmitía muchas cosas. Como si tuviera muy claro el suelo que pisa y que la hace erguirse. Esa seguridad que mostraba es de "sé de donde vengo y sé a donde me quiero impulsar". La posición de su cuerpo. Tiene cierta dulzura, no es para nada una ilustración arisca que te rete.
A todas en los gustaría ser en el colegio una Saínza.
O una amiga de Saínza que nos abriera el camino. Porque a veces no todas tenemos ese arranque, ese ímpetu inicial, pero sí que somos capaces de seguir a alguien, la idea era tener un referente. Que los chicos y las chicas de esa edad tengan un referente en Saínza, una chica diferente pero que arrastra. Claro, para mi yes maravilloso cuando algunas lectoras me dicen "ya me gustaría a mí haber leído de pequeña este libro", o "yo fui Saínza" o "no fui capaz de serlo". Para mí, que se lleguen a identificar con el personaje o con los sentimientos que ella vive a lo largo de la historia es de lo más bonito que me puede pasar. El objetivo que buscábamos está cumplido. Saínza es fácil de admirar.
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Las amistades salvan personas. Es un tema muy recurrente en su obra.
Es algo consciente que busco mucho. Creo que debemos enseñarles a los más jóvenes que tejer redes es una muy buena salida. A veces nos empeñamos mucho en querer hacer las cosas solos, en no pedir ayuda, quizás por cómo se desarrolla la sociedad en la actualidad. Somos un poco egocéntricos, queremos nuestro reducto, nuestra dosis de atención y nos olvidamos de los demás. Casi siempre, la salida que tienen las mujeres es la del acompañamiento, la de hacer fuerza entre todas. Es necesario contárselo a los más pequeños e ir mostrándoles que hay otros caminos y que uno de ellos es la verdadera amistad. En mi grupo de amigas de la infancia éramos todas muy distintas y seguimos siéndolo ahora, pero yo creo que la magia está en eso. En respetar, en rodearte de gente que tiene un núcleo común contigo pero que sea distinta. Que haga que te muevas de tu zona habitual y que mires el mundo desde otro lado. Que puedas ser una persona más crítica, una nunca tiene la razón absoluta. Muchas veces los amigos lo son todo. Yo siempre digo que nunca contamos la misma cosa a diferentes personas de la misma manera, y eso es porque tenemos relaciones diferentes con los padres, con los abuelos, con los amigos, con aquellos que nos atemorizan o admiramos.
Tanto a la chavalada como a los adultos que no estén familiarizados con la vida del rural puede sorprenderles alguno elementos de la obra. ¿Conocemos suficientemente nuestro país?
No (ríe). Estoy convencida de que si lo conociésemos más sentiríamos mucho más respeto por él. Por el patrimonio natural, por el patrimonio arquitectónico, artístico, por nuestra lengua, es un desconocimiento muy grande de toda la historia y todo lo que significa. A veces necesitamos que las cosas se vean desde fuera para apreciarlas. Por ejemplo, pasamos todos los días por delante de un cruceiro y ni siquiera nos fijamos en él. Pero es un elemento importante y aparecerá en algún libro. Los chicos y chicas que lean ese libro pensarán en por que está allí, cuánto tiempo lleva, si está cuidado o no. Esta era la intención con el libro. Familiarizar al lectorado con todos los elementos que se ponen ahí. Cristian y yo teníamos muchas ganas de hacer una defensa del rural, pero de una manera natural. Cuando Saínza cambia de centro educativo y aparece en un nuevo lugar como una revolución es porque es diferente. Ella tiene que aprender lo nuevo que encuentra pero los demás tienen que valorar todo lo que ella tiene. No tenemos conciencia que toda la modernidad, la tecnología, parte del rural. Cuando visito las escuelas y hablamos de la leche les pregunto a los niños si son conscientes de que esas vacas son las que les permiten comer espaguetis carbonara.
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La abuela es el principal referente adulto de Saínza. Leyendo el libro me vino a la mente la idea tan extendida sobre el matriarcado gallego. ¿Cree que realmente existe o es una trampa?
Creo que las mujeres no mandan en las casas, creo que las mujeres sacan las casas adelante. Fue mucho más visible su papel pasado en la época de la migración masiva, donde los hombres se marchaban y las mujeres se quedaban en los hogares atendiendo a los suyos. Ellas sostuvieron nuestro país. Fueron las que cuidaron de nuestra lengua, porque muchos de los que regresaban volvían hablando castellano. Cuidaron de nuestras leyendas. De nuestras canciones. No sé cómo lo hacían, pero tenían humor para cantar y para bailar. Cantaban cuando seguramente tenían ganas de llorar. Fue una época muy dura que quisimos borrar, pero no podemos hacerlo. Les debemos mucho a las generaciones de las abuelas, y a las anteriores. Es algo que trabajo mucho para recuperar. Creo que las mujeres tienen ahora un papel más relevante en general, pero aún queda mucho por hacer. El trabajo de la mujer rural gallega aún está muy escondido. Cuando sale alguna noticia de prensa escrita o en la televisión dando a conocer chicas de nuevas generaciones que se hacen cargo de las explotaciones agrícolas o ganaderas de la familia, eso me llena de orgullo. Creo que estas mujeres comienzan a ser recuperadas, como por ejemplo en la música tradicional. Pero quedan muchas abuelas invisibles.
La visibilización de las mujeres de las aldeas choca con la despoblación del rural. ¿Qué hacemos con eso?
Hay que darles medios. Volver al rural no significa caminar hacia atrás en la modernidad. No pretendo que se limiten los avances. Tenemos que llevar todos los recursos a las zonas rurales. Hablamos de una buena conexión a internet y de que tengan buenas vías de comunicación. El rural está alejado de muchas cosas. Creo que la pandemia demostró lo positivo que tiene vivir de otra manera, incluso que nos permite respirar de otro modo. Tanta gente que vivía en un piso pequeño y echaba de menos un pequeño jardín... Pues igual tenemos que mantener escuelas que no sean tan rentables y que tienen una ratio de alumnos más pequeña para que las familias que se desplacen allí puedan llevar a sus niños y niñas y conciliar. Vivir en el rural no significa conciliar. Hay que desarrollar un trabajo.
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¿Qué estás escribiendo ahora, María?
Estoy en una etapa de reposo, que es muy necesaria, porque cuando termino de escribir algún original necesito descansar antes de pasarlo a faceta digital. Necesito desconectar de esa historia para poder empezar a leerla como un lector que no la conoce, aunque intentar distanciarme de ella sea muy complicado. Últimamente se me juntaron varias correcciones de libros que acaban de salir, necesito concentrarme en esos textos y echarles un último vistazo. No estoy trabajando en nada parecido a Saínza, pero amenazo con hacerlo en un futuro.
Dicen que el gallego está de moda. ¿Es cierto?
No lo tengo tan claro. Pienso que en ciertos sectores sí que se le está dando el valor que tiene. Yo, que voy a muchos centros escolares, hay días en los que vuelvo muy disgustada y frustrada. Creo que nos vienen muy bien estas investigaciones que son de fuera de nuestra tierra y que sitúan bien al gallego. El gallego no tiene ningún tipo de complejo: se utiliza en la cultura, en el arte, en la ciencia... En muchísimas facetas en las que a lo mejor antes no se desarrollaba. Pero sigo muy preocupada por los más pequeños y el tipo de gallego que les llega. Yo siempre digo que mientras no se acerquen de una manera natural no tendrá sentido. No me interesa que el gallego esté de moda, las modas van y vienen. Yo prefiero que se consolide. Hay que hacer un esfuerzo: comencemos por no sorprendernos cuando alguien mantenga el gallego cuando los demás estén hablando en castellano. Somos una sociedad suficientemente madura como enfrentarnos como mínimo a eso.