Zakir Hussain, de la violencia de los talibanes a vivir como un vagabundo en París
“He intentado entrar en cinco ocasiones en el centro de la Chapelle”
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PARÍS.- Tras haber pasado más de un mes en la calle, Zakir Hussain, 27 años, ha encontrado por fin un techo en París. El pasado 16 de diciembre la policía francesa desalojó el campamento improvisado de refugiados que se había conformado en el Boulevard Wilson en Saint-Denis, a unos centenares de metros del nuevo centro de acogida de inmigrantes de la Chapelle, que abrió sus puertas el 10 de noviembre en el norte de la capital francesa.
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“Somos refugiados, pero en realidad vivimos como vagabundos”, reconoce Hussain con un inglés bastante fluido. Después de haber estado unos días en el campamento de Stalingrad, que reunió a principios de noviembre a casi 4.000 personas en los alrededores de esta parada de metro en el nordeste de París, él malvivió durante más de un mes en el campo improvisado del Boulevard Wilson. “Allí la vida era muy difícil. Hacía frío y me pasaba todas las mañanas sacando el agua de la lluvia que había encima de mi tienda”, asegura. Instalado ahora de forma provisional bajo el techo de un pabellón polideportivo, la amenaza de la lluvia y el frío parece ser cosa del pasado.
“Somos refugiados, pero en realidad vivimos como vagabundos”
Reconoce luego que sale de vez en cuando a pasear con alguno de sus compatriotas por las calles y los parques del norte de París. Además, utiliza regularmente su preciado smartphone. Su única herramienta para seguir vinculado con su vida pasada en Afganistán y abstraerse de un presente en el que su principal objetivo es acceder a uno de los centros de acogida de refugiados de la capital francesa.
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“He intentado entrar en cinco ocasiones en el centro de la Chapelle”
“He intentado entrar en el centro de acogida de la Chapelle en cinco ocasiones y aún no lo he conseguido”, lamenta Hussain. Con una capacidad para alojar a 400 hombres solos, que residen ahí durante un máximo de diez días, esta residencia sólo permite la entrada como máximo de 40 nuevas personas cada día. Esto provoca que más de un centenar de refugiados esperen cada mañana ante sus puertas y la mayoría de ellos se queden sin poder acceder a su interior. “La policía nos ha gaseado para dispersarnos mientras estábamos delante del centro y algunos agentes nos dicen que volvamos a nuestras casas”, critica.
“Resulta evidente la falta de lugares de acogida de inmigrantes en la región parisina”
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“Resulta evidente la falta de lugares de acogida de inmigrantes en la región parisina”, afirma Antoine Decourcelle, responsable de la comisión de asilo en la asociación la Cimade. Según la Oficina francesa de protección de los refugiados y apátridas (OFPRA), Francia habrá acogido en 2016 cerca de 90.000 demandantes de asilo. Una cifra récord para este país, aunque sólo un 13% superior a la del año pasado y alejada de las 441.000 peticiones que se registraron en Alemania en 2015. Muchos de ellos buscan cobijo en la región parisina, donde 24.000 refugiados se alojaron en centros de acogida durante el 2015, de un total de 60.000 que lo hicieron en el conjunto del país.
Huir de la guerra para vivir como un vagabundo
El gobierno alemán desestimó 215.000 solicitudes de asilo entre enero y septiembre de 2016
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Una vida parecida a la de un vagabundo que no se corresponde con la que soñaba Hussain cuando huyó de Afganistán, “donde los talibanes no paran de cometer atentados y realizar secuestros”, afirma. En septiembre de 2015, huyó de su localidad natal Ghazni, situada a 150 km al sudoeste de Kabul, en una de las regiones más afectadas por la guerra civil entre los talibanes y el gobierno apoyado por la OTAN, debido a su posición estratégica en el este del país.
Refugiados de primera y segunda clase
A pesar de la sangrienta guerra en Afganistán, que empezó en 2001 con la intervención norteamericana, los estados de la Unión Europea en 2015 sólo aceptaron el 67% de las 180.000 peticiones de asilo de los refugiados afganos, que representan el segundo país con un mayor número de refugiados en Europa después de Siria. En cambio, el 97% de las peticiones hechas por sirios obtuvieron una respuesta positiva.
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“La política migratoria de la UE se fundamenta en clasificar la población entre buenos inmigrantes y malos inmigrantes”, explicó en una conferencia en París el filósofo griego Kouvelakis
“Tengo miedo de que me devuelvan a Noruega y que de allí me deporten a Afganistán”, reconoce Hussain. Asociaciones parisinas como la Cimade, el Baam o el colectivo la Chapelle Debout denuncian que el centro de acogida de la Chapelle es en realidad “un centro de selección de inmigrantes”. Todos los que quieren acceder a su interior están obligados a ir a la prefectura y registrar allí sus huellas dactilares. Según estas asociaciones, este procedimiento pretende separar entre los inmigrantes que no han sido registrados en ningún país de la UE y los que sí lo han sido, los famosos “dublineses”, que de acuerdo con la convención de Dublín deben ser enviados al primer país europeo al que llegaron —entre los que también se encuentran estados no miembros de la UE, como Noruega, Islandia o Suiza.