Washington explota de júbilo
Casi dos millones de personas de toda condición y edad viven la histórica jornada con emoción y esperanza en la futura labor de Obama
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La capital estadounidense se convirtió en una explosión colectiva de júbilo antes, durante y después de la ceremonia de investidura de Barack Obama como el 44 presidente de EEUU, que culmina esta noche con centenares de fiestas.
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La toma de posesión del primer presidente negro del país congregó desde primera hora de la mañana a cientos de miles de personas en el "Mall", un parque de más de dos kilómetros que se extiende desde el Capitolio hasta el monumento de Abraham Lincoln. Allí se dieron cita desde jubilados, hasta jóvenes estudiantes, padres con sus hijos, abuelos con sus nietos, blancos y negros, asiáticos e hispanos.
Los asistentes, que según las estimaciones iniciales podrían rondar los dos millones, desafiaron las temperaturas bajo cero para ser testigos de un momento histórico. El entusiasmo colectivo se desbocó cuando Obama apareció por primera vez en las enormes pantallas de televisión instaladas en el Mall, lo que hizo que los asistentes rugieran al unísono "Obama, Obama, Obama".
Más efusiva todavía fue la respuesta popular cuando Obama juró su cargo y fue proclamado oficialmente el 44 presidente del país, lo que arrancó los aplausos y lágrimas de los congregados, mientras millones de banderines ondeaban al unísono.
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"Por primera vez en mi vida estoy verdaderamente orgullosa de ser estadounidense", dijo a Efe Wendy Pires, una empleada de un museo de Pensilvania, blanca, que aseguró que a partir de hoy se sentirá cómoda ondeando la bandera del país. "Y además, puedo viajar otra vez a Europa sin tener que avergonzarme de ser estadounidense", añadió.
Su hija Caroline, de 20 años, contemplaba extasiada el espectáculo: "Esto es increíble, nadie ni nada había conseguido hasta ahora ilusionarnos de esta manera", afirmó.
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El optimismo y fe en el futuro que hoy se respiraba en Washington pese a la doble crisis económica y financiera y las dos guerras abiertas en el país, una en Irak y otra en Afganistán, son una buena muestra de lo hondo que ha calado el mensaje de cambio y esperanza del recién investido presidente estadounidense. "Me siento esperanzada y no soy solo yo. Creo que el país está listo para hacer borrón y cuenta nueva", afirmó Jennifer Richer, una joven de 35 años.
Para otros, como Trina Allen, una psiquiatra afroamericana de 41 años de Carolina del Norte, el juramento de Obama tiene un significado muy especial. "Mis padres se criaron en el Sur del país cuando todavía existía la segregación y yo crecí oyéndoles contar historias de cómo no podían entrar a los restaurantes y tenían que sentarse en la parte de atrás del autobús", dijo a Efe Allen.
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Tras la ceremonia de investidura, que acabó a las 12.45 (17.45 GMT) la marea humana congregada en el "Mall" comenzó a trasladarse hacia el centro de la ciudad, una corta distancia que llevó horas recorrer y en el que guías improvisados apostados en los deshojados árboles del "Mall" indicaban el camino a seguir.
Como en la antigua Roma, el traspaso pacífico de poder de la ceremonia de investidura va seguido de todo tipo de celebraciones, como el desfile presidencial desde el Capitolio a la Casa Blanca, un espectáculo multicolor en el que participaron desde grupos de bomberos, hasta bandas musicales y asociaciones universitarias.
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La multitud apostada a lo largo de toda la Avenida Pensilvania vitoreó a Obama y la primera dama, Michelle, que viajaban en la limusina presidencial escoltada por agentes del servicio secreto. Obama y Michelle, que se bajaron dos veces de la limusina, la última de ellas frente a la Casa Blanca, participan por la noche en diez bailes de gala oficiales.
El abanico lúdico de la jornada incluye también cientos de fiestas paralelas, como la organizada por la Coalición Nacional para la Tecnología a la que se espera acuda el cineasta George Lucas o la Human Rights Campaign Foundation, que recibirá a unas 2.000 personas, la mayoría gays y lesbianas, en su "Fiesta de la Igualdad".