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El Vaticano defiende al Papa del alud de críticas en Israel

Las diatribas se basan en su supuesto pasado 'hitleriano'

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Las diatribas contra Benedicto XVI se multiplicaron el martes en los medios de comunicación israelíes en el segundo día de su visita a Tierra Santa y un día después de que participara en una controvertida ceremonia en memoria de los judíos asesinados en la Segunda Guerra Mundial.

El alud de críticas llegó a tal extremo que el Vaticano tuvo que responder, y lo hizo de una manera agria, dando palos de ciego para evitar señalar a las personalidades y a la prensa (prácticamente toda) que han arremetido frontalmente contra el Sumo Pontífice.

'(Benedicto XVI) no cree que cada vez tenga que repetir en cada discurso todos los puntos sobre la tragedia del Holocausto', manifestó Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, respondiendo a los improperios de los líderes políticos y religiosos judíos, así como de los periodistas, que siguieron su alocución del lunes en el Museo del Holocausto.

El presidente del Parlamento, Reuven Rivlin, del Likud, que deliberadamente se ausentó de la recepción del aeropuerto y de la que el presidente Shimon Peres ofreció a Benedicto XVI, volvió también a la carga.

'Con todo respeto hacia la Santa Sede, no podemos ignorar la carga que lleva, al haber sido un joven alemán que se unió a las Juventudes Hitlerianas y al Ejército de Hitler, instrumento del exterminio', dijo Rivlin.

Lombardi respondió que nunca perteneció a las Juventudes Hitlerianas, aunque el Papa ha reconocido que fue miembro cuando era obligatorio. El ex gran rabino de Israel, Israel Lau, presidente del Museo del Holocausto, le ha reprochado que no utilizara las palabras 'nazi' y 'alemanes' durante su alocución, y que no dijera que las víctimas fueron 'asesinadas'.

La prensa también arremetió sin reparos. El diario de mayor difusión, Yediot Ahronot, titulaba: 'No pidió perdón'. La portada del Maariv decía: 'Sin perdón'. Haaretz titulaba: 'Los supervivientes [del Holocausto] se enfadan por el discurso poco entusiasta de Benedicto', y toda la prensa traía artículos, de los que ninguno era favorable al Papa. La palabra 'decepción' aparecía por doquier.

Precisamente por su origen alemán, decía Israel Lau en un artículo firmado en Maariv, había esperado de él cierta 'solidaridad' con la víctimas del Holocausto, algo que no se vio en la alocución del Papa, según Lau.

Las críticas se dirigen desde dos puntos de vista. El primero, propio de la gente de izquierdas, cada vez menos abundante en Israel, lo tacha de 'reaccionario'. El segundo, característico de la gente de derechas, cada vez más numerosa, y de los religiosos, lo condena por 'antisemita'.

Durante su segunda jornada en Tierra Santa, el Pontífice visitó la Explanada de las Mezquitas y el Muro de las Lamentaciones, así como una sinagoga, y ofició una misa en el huerto de Getsemaní, en el monte de los Olivos, en el sector ocupado de la ciudad santa, a la que asistieron miles de personas, haciendo votos por la paz y porque todos tengan cabida en Jerusalén, pero evitando una vez más hablar de política.

La presidenta del Consejo Central de los Judíos de Alemania, Charlotte Knobloch, cree que el papa desperdició la ocasión de distanciarse de los lefebvrianos, “que siguen considerándonos unos deicidas”. Knobloch se mostró muy decepcionada por el discurso de Benedicto XVI en Yad Vashem, que a su modo de ver “agrandó las diferencias entre los judíos y el Vaticano”. Si bien juzgó “muy elogiable” el llamamiento del papa a combatir el antisemitismo, Knobloch criticó que tampoco aclarara su posición sobre la versión que Benedicto autorizó de la locución latina del Viernes Santo ‘oremus et pro perfidis judaeis’, que mantiene el mensaje de que hay que convertir a los judíos.

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