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utraderecha austríaca Crisis en la ultraderecha austríaca

El Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) expulsa a su antiguo líder, Heinz-Christian Strache, que pasa en pocos meses de ser vicecanciller del país a la marginalidad política

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El exlíder del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) Heinz Christian Strache. EUROPA PRESS

barcelona,

En abril de 2005, tras sufrir un retroceso electoral en las municipales, estalló una crisis en el ultraderechista Partido de la Libertad de Austria (FPÖ). Su mascarón de proa, Jörg Haider, defendió entonces una renovación del partido para salir del bache y se ofreció voluntario a liderarla de nuevo desde la presidencia, pero se enfrentó en el congreso de la formación al ambicioso presidente de la federación vienesa, Heinz-Christian Strache.

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En aquel pulso acabó por imponerse Strache y Haider –que había alcanzado notoriedad internacional por haber llevado al FPÖ hasta el gobierno en el año 2000– apoyó la fundación de una escisión, la Alianza por el Futuro de Austria (BZÖ), que terminaría encabezando. La sospecha en los medios y círculos políticos era que la BZÖ había sido impulsada por el propio Haider para buscar su acomodo político después de haber sido derrotado en el congreso.

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La historia se repite, pero ahora el papel de Haider recae sobre el propio Strache. El pasado viernes el FPÖ expulsó a su antiguo líder, que ha pasado en pocos meses de ser vicecanciller de Austria y dejarse ver en salones lujosamente decorados y salas de conferencias a la más absoluta marginalidad política. Tres concejales del FPÖ en Viena anunciaron un día antes de la decisión la creación de Alianza por Austria (DAÖ) y, tras conocerse la expulsión, ofrecieron a Strache convertirse en su candidato. El domingo Strache declaró a los periodistas durante un acto filantrópico en la capital que no estaba interesado en la presidencia de este partido. “Ahora disfruto de mi tiempo como hombre sin partido, después ya veremos”, aseguró.

El pasado viernes el FPÖ expulsó a su antiguo líder Heinz Christian Strache

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Strache estaba implicado en el llamado "caso Ibiza", la publicación en la edición digital del semanario Der Spiegel y del periódico bávaro Süddeutscher Zeitung de un comprometedor vídeo grabado en la isla balear durante el verano de 2017. En él, el político austriaco aparecía junto al también miembro del FPÖ Johann Gudenus prometiendo favores políticos y contratas públicas a una supuesta millonaria rusa a cambio de donaciones para su partido.

El "caso Ibiza" precipitó la caída del gobierno de coalición con el Partido Popular Austriaco (ÖVP), pero el detonante de su expulsión del FPÖ ha sido una investigación por malversación de fondos. Strache y su esposa, Philippa Strache, están acusados de haber cobrado sobresueldos y abonado dietas injustificadas, llegando a manipular en ocasiones los importes de los gastos presentados al partido.

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El detonante de la expulsión ha sido una investigación por malversación de fondos

La investigación condujo primero a su suspensión y ahora a su expulsión definitiva del partido –luego que Strache no se personase ante el tribunal del FPÖ que había de tomar la decisión–, poniendo fin a su esperanza de poder presentarse, al menos, como candidato a la alcaldía de Viena en las próxima elecciones municipales, que se celebrarán en 2020. El candidato del FPÖ será finalmente Dominik Nepp. El FPÖ se muestra confiado y defiende que la aparición de DAÖ no la afectará. El exministro del Interior, Herbert Kickl, perteneciente al FPÖ, despachó con desdén el asunto en la edición dominical del diario Österreich: “Hasta la fecha tenemos a tres personas que han fundado una organización: si se multiplica cero por tres, sigue saliendo cero”.

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¿Crisis o renovación?

Con la expulsión de Heinz-Christian Strache el FPÖ trata de limpiar una importante mancha en su historial, pero al mismo tiempo su marcha plantea incógnitas sobre el futuro de la ultraderecha austríaca, incluso si la escisión acaba demostrándose como inofensiva para sus propósitos electorales.

Hofer: "El partido ultraderechista quiere convertirse en un partido moderno, sin cultos a la personalidad"

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A pesar de sus contactos con la extrema derecha alemana y austríaca, y de su flirteo poco sutil con el discurso y la simbología de éstas –repetidamente denunciado por la oposición, los medios de comunicación y las organizaciones antifascistas–, Strache había conseguido presentar su partido al electorado como una fuerza nacional-populista, ampliar su base social con un discurso más próximo a la calle y una hábil estrategia de redes sociales, y llevar así al FPÖ, como años atrás había hecho Haider, al gobierno en una coalición con el ÖVP que se pretendía ejemplo a seguir para la ultraderecha de otros países europeos. Sin embargo, su torpeza con los medios no era bien acogida por otros miembros del partido.

“Todos los fines de semana me iba a dormir con la esperanza de que el lunes no apareciesen otras penosas fotografías en los periódicos”, confesó un funcionario de la formación en unas declaraciones recogidas recientemente por el diario

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El FPÖ espera poder volver a forzar una coalición con los conservadores que les permita retornar a los ministerios

El sucesor de Strache en la presidencia del FPÖ, Norbert Hofer, hace gala en su discurso, maneras y hasta apariencia de un perfil más burgués, con el que la ultraderecha espera consolidar e incluso mejorar sus resultados, pero por lo pronto tuvo que apechugar en las pasadas elecciones de septiembre con una caída de casi diez puntos.

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El FPÖ no pierde sin embargo la esperanza y atribuye los malos resultados a la perniciosa influencia de Strache. “Ibiza es para nosotros ya historia”, declaró el viernes Hofer al agregar que el FPÖ quiere convertirse en “un partido moderno, sin cultos a la personalidad” y alcanzar el “objetivo de ser una fuerza estable”, con un apoyo de alrededor del 25% de los votos.

Con ese porcentaje el FPÖ espera poder volver a forzar una coalición con los conservadores que les permita retornar a los ministerios, y desde allí hacer avanzar su agenda. Pero hasta que eso ocurra –si es que acaso llega a ocurrir y la crisis interna del FPÖ, lejos de resolverse, se agrava–, la caída de la ultraderecha deja por ahora el camino libre para el próximo experimento en el laboratorio político en el que parece haberse convertido la república alpina: una coalición entre conservadores y verdes cuyas negociaciones están ya muy avanzadas. 

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