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Ultimátum a los turistas en Egipto

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Cuando el domingo tuvo lugar el atentado suicida de Taba contra un autobús de turistas surcoreanos, muchos egipcios recordaron con desazón la terrible campaña de violencia que sacudió el país a partir de 1992. En el último atentado de esa andanada, ocurrido en Luxor en 1997, murieron nada menos que 58 turistas de distintas nacionalidades y cuatro egipcios, y acto seguido Egipto sufrió una caída drástica en el número de visitantes extranjeros.

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Los malos augurios del domingo se confirmaron cuando la organización Ansar Beit al Maqdis anunció ayer que todos los turistas que hay en Egipto disponen hasta el jueves para abandonar el país; en caso contrario deberán atenerse a las consecuencias. La amenaza es consecuente con la ideología 'takfir' de esa organización. Algunos de sus líderes han decretado que debe matarse a los no musulmanes y que incluso es lícito matar a los que solamente son musulmanes en apariencia y en realidad son enemigos de los auténticos musulmanes y colaboran con los no musulmanes.

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El ultimátum tendrá graves consecuencias para la industria turística, que no se había recobrado de la caída que experimentó tras la deposición de Mubarak. Durante la época de Mubarak, el turismo representaba el 10% del producto interior bruto. Los turistas, por su parte, saben que pueden ser objeto de atentados, y algunos países, como Alemania, ya han desaconsejado a sus ciudadanos que viajen fuera de los circuitos más protegidos por las fuerzas de seguridad.

El de Taba es el primer atentado que se cobra la vida de turistas -dos surcoreanos- desde febrero de 2009, cuando falleció una mujer francesa y otras 22 personas resultaron heridas en una explosión que sucedió frente a una importante mezquita cairota, en el área turística de Khan al Khalili. En los últimos cinco años no se había consignado la muerte violenta de ningún turista, a pesar de que durante los últimos tres años Egipto ha vivido una trepidante experiencia social y política que ha incluido un experimento democrático que no ha tenido éxito. En otras palabras, una transición que ha llevado al país de manos del militar Hosni Mubarak a las del militar Abdel Fattah al Sisi.

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El experimento democrático fue abortado por Sisi en julio y, después del aplastamiento de las protestas contra el régimen con más de un millar de islamistas muertos, la violencia ha ido creciendo paulatinamente, sucediéndose ataques contra el ejército y la Policía, y contra responsables del ministerio del Interior, incluido el propio ministro, que se encargan de reprimir a los grupos islamistas pacíficos y violentos.

Desde julio, es decir desde la caída del presidente islamista Mohammed Morsi, los turistas parecían haber vivido en una burbuja al margen de la violencia, pero el anuncio de Ansar Beit al Maqdis pone fin a esa tregua tácita. Ansar Beit al Maqdis, que en árabe significa 'Defensores de Jerusalén', es una organización salafista-yihadista que comenzó a operar en el Sinaí meses después de la caída de Mubarak en febrero de 2011. Desde entonces se ha atribuido un buen número de operaciones armadas así como la voladura sistemática de los gasoductos que llevan el gas a Israel y a Jordania. Ansar Beit al Maqdis opera principalmente en la península del Sinaí, pero también ha reivindicado ataques y atentados en la zona continental. Incluso ha atentado en varias ocasiones, aunque sin éxito, contra buques que cruzan el Canal de Suez que separa el Sinaí del continente.

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Desde el domingo las autoridades han consolidado significativamente las medidas de seguridad, principalmente en el Sinaí, donde existen varias localidades turísticas de relevancia, con el balneario de Sharm al Sheij a la cabeza. Las medidas incluyen una multiplicación de los controles en las carreteras y un reforzamiento de las fuerzas de seguridad en los accesos y salidas de la península.

Ansar Beit al Maqdis no ha surgido de la nada. En el Sinaí ha existido desde hace muchos años un caldo de cultivo yihadista y se han cometido atentados con mucha frecuencia contra las fuerzas de seguridad. El grupo Tawhid wa-l-Yihad, que significa ‘Monoteísmo y Guerra Santa', venía operando en el Sinaí con anterioridad y ha acabado por fusionarse con Ansar Beit al Maqdis.

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Los atentados ocurridos entre 2004 y 2006 en varias localidades del Sinaí, concretamente en Sharm al Sheij, Taba y Dahab, fueron reivindicados por Tawhid wa-l-Yihad. El presidente Mubarak combatió a esta organización sin descanso pero no consiguió acabar con una violencia que contaba con el apoyo de numerosos beduinos autóctonos que conocen el terreno como nadie, e incluso de yihadistas internacionales.

Las autoridades sostienen que Ansar Beit al Maqdis y también Tawhid wa-l-Yihad mantienen unas estrechas relaciones con Hamas y que desde la franja de Gaza reciben la ayuda y el entrenamiento necesarios para cometer los atentados en Egipto. Esta situación explicaría la destrucción sistemática de túneles que conectan Gaza con Egipto. Según las autoridades, desde el golpe de julio los egipcios han destruido 1.275 túneles causando un enorme daño a la endeble economía de Gaza y acabando con el único sistema de entrada de bienes y alimentos alternativo al de los pasos cuya apertura depende de la buena o mala voluntad de Israel.

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