El Ulster alcanza el acuerdo de paz que le faltaba
Belfast asume las competencias de orden público tras un pacto que garantiza la celebración de los desfiles protestantes
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Irlanda del Norte vivió hoy "otro buen viernes", en palabras del líder del Sinn Fein, Gerry Adams. Se refería al Viernes Santo (Good Friday en inglés) de 1998 en que se firmó el Acuerdo de Stormont, que dio inicio al proceso de paz del Ulster. Casi 12 años después, el proceso aún estaba incompleto hasta que hoy se añadió la última pieza pendiente.
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Unionistas y nacionalistas, con la mediación de los gobiernos británico e irlandés, firmaron el acuerdo que permite la transferencia de las competencias de policía y justicia. El acuerdo estaba encallado desde que otro pacto firmado en 2006 abría la puerta a tal posibilidad.
El ministro de Justicia no será de ninguno de los dos grandes partidos sino del Partido de la Alianza
El primer ministro británico, Gordon Brown, dijo en Belfast que la noticia es una muestra del "nuevo espíritu de cooperación y respeto mutuos". Nada más lejos de la realidad, porque es precisamente la desconfianza que se profesan los dos partidos que dirigen el Gobierno de coalición del Ulster lo que había hecho imposible el acuerdo e, incluso ahora, no ha eliminado los recelos sobre el futuro del Ulster. Un ejemplo de esas tensas relaciones es que ni el Partido Unionista Democrático (DUP) ni el Sinn Fein se fiaban de su respectivo socio para asumir la gestión de las competencias.
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El futuro ministro de Justicia procederá de las filas del Partido de la Alianza, un grupo al que en el Ulster se denomina no sectario, porque agrupa tanto a católicos como protestantes.
El acuerdo se votará en la Asamblea de Stormont el 9 de marzo. La transferencia se hará efectiva el 12 de abril. En verano se verá si las sonrisas de los dirigentes que anunciaron el pacto en Stormont no se quedan congeladas. Esa es la época de los principales desfiles orangistas que conmemoran las victorias protestantes del siglo XVII. Los más importantes pasan por zonas católicas, y en las últimas décadas han sido la oportunidad que han tenido los unionistas para dejar claro a sus vecinos quién está al mando.
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Peter Robinson consigue en el último momento el completo apoyo de todo su partido
La cuestión de los desfiles terminó siendo el punto cuya solución era imprescindible para alcanzar el acuerdo.
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El primer ministro del Ulster, Peter Robinson, y el viceprimer ministro, Martin McGuinness, presidirán una comisión que aprobará nuevas normas con las que garantizar la celebración en paz de los desfiles. Ya existe una Comisión de Desfiles, pero los unionistas se quejan de que estaba dando prioridad a los intereses de los católicos sobre los grupos orangistas.
El objetivo es conjugar "los derechos de manifestantes y residentes", y que si el acuerdo es imposible haya posibilidad de apelar a un organismo superior. Se inspiran en el ejemplo de la ciudad de Derry escenario de fuertes disturbios en el pasado que en los últimos años se ha librado de la violencia gracias al diálogo entre los grupos implicados.
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El Sinn Fein necesitaba el acuerdo para restar legitimidad política a los grupos disidentes del IRA que no han renunciado a la violencia. Ahora no podrán decir que la presencia del Sinn Fein en el Gobierno es irrelevante en los temas que más preocupan a los nacionalistas.
Peter Robinson, que esta semana ha retomado las funciones de primer ministro tras el escándalo provocado por su mujer, sólo podía permitirse el pacto si contaba con el completo apoyo de los parlamentarios de su partido, que obtuvo de forma unánime en la noche del jueves.
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El pacto no carece de enemigos. El partido Voz Unionista Tradicional una escisión del DUP dijo hoy que los correligionarios de Robinson se han disuelto "como muñecos de nieve" cuando les han aplicado la presión necesaria.