Marruecos ocupa para la Unión Europea una posición demasiado estratégica, en los ámbitos económicos y de seguridad, como para arriesgar esos intereses por la autodeterminación del Sáhara Occidental y el pleno respeto a los derechos humanos. Pero lo cortés no quita lo valiente ni impide la reivindicación, al menos verbal, de los principios europeos. En este complicado equilibrio se desarrolló la primera cumbre bilateral y la rueda de prensa que puso el broche al comienzo de 'una nueva era de cooperación'.
Los resultados oficiales de la cumbre se plasmaron en una declaración conjunta de nueve folios, con una redacción suficientemente genérica para que pudiera ser aceptada por las dos partes y ambas quedaran en libertad para después subrayar verbalmente sus diferentes interpretaciones.
Así, la declaración expresa el respaldo a los esfuerzos de Naciones Unidas para propiciar 'una solución política definitiva, duradera y mutuamente aceptable' al conflicto del Sáhara Occidental, pero evita toda referencia al derecho de autodeterminación. Y en cuanto a los derechos humanos, se pronuncia en favor de su desarrollo 'en el marco del plan de acción África-UE', sin mención concreta a Marruecos, del mismo modo que respalda el desarrollo de las recomendaciones del organismo oficial marroquí Instancia Equidad y reconciliación sin recordatorio alguno a que no han sido aplicadas.
Para compensar la vaguedad de la letra escrita, Herman Van Rompuy, que se estrenó como presidente de la Unión Europea en una cumbre con un tercer país, recurrió a la palabra dicha. En la rueda de prensa conjunta, Van Rompuy dijo ante el primer ministro de Marruecos que la UE 'lamenta el estancamiento' de las negociaciones sobre el Sáhara y subrayó con contundencia que no se pueden 'dejar de lado' los 'aspectos humanitarios del conflicto'. 'Es importante que mejore la situación de los derechos humanos y de sus defensores', afirmó el presidente de la UE. Y aún añadió: 'Marruecos ha recibido una señal clara e inequívoca de la Unión Europea. Sabemos de los problemas y de los avances'.
El mero uso del término 'conflicto' ya constituye, en sí mismo, un elemento de presión si se tiene en cuenta que Marruecos considera 'artificial' atribuirle tal categoría. El rey Mohamed VI, que no quiso acudir a la cumbre en persona, actuó como ventrílocuo a través de su primer ministro, Abbás El Fassi, que leyó a sus interlocutores un discurso de seis folios del monarca alauí.
El rey marroquí tacha de 'artificial' el conflicto del Sáhara
En esta intervención con mando a distancia, Mohamed VI hizo un llamamiento 'a las otras partes' para 'emprender el camino de un arreglo político al diferendo artificial en torno a su integridad territorial, sobre la base de la iniciativa marroquí de otorgar a la región del Sáhara una amplia autonomía en el marco de la soberanía del Reino y de su integridad nacional y territorial'.
Su primer ministro no dejó pasar ninguna oportunidad de puntualizar a Van Rompuy, aun cuando las preguntas no fueran dirigidas a él. El Fassi respondió a 'la señal' de la UE que 'los derechos humanos son universales y se pueden citar otros ejemplos', no sólo el de Marruecos, donde -dijo- se dan 'casos concretos' y 'los responsables son sancionados inmediatamente con arreglo a la ley, como en Europa'.
El 'ejemplo' que él puso fue el de los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, donde -según afirmó-'la seguridad militar de Argelia viola los derechos cotidianamente y la población marroquí es sometida a trabajos forzados'. El primer ministro marroquí sostuvo que no hay 'un movimiento de liberación más que desde el punto de vista diplomático', y culpó a Argelia: 'A Argelia le viene bien que no haya ni guerra ni paz, prolongar el conflicto que no existe'.
Como presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero reiteró que su posición es de respaldo a la misión de la ONU y favorable a 'un diálogo franco',
convencido de que 'el camino del entendimiento es el camino de la solución'.
La cumbre acuerda promover un mercado económico común
En el ámbito económico, la cumbre acordó trabajar en una 'estrategia de convergencia' que desemboque en 'un espacio económico común' a partir de un acuerdo global de libre comercio. Mohamed VI reclamó en su discurso pasar del 'estatuto avanzado' actual a un 'partenariado privilegiado' y lamentó el retraso en la entrada en vigor del nuevo acuerdo agrícola.
En cuanto a la emigración, la pretensión marroquí de vincular los acuerdos de readmisión a las facilidades en la concesión de visados, a las que se oponen varios países de la Unión Europea, dejó el asunto en vía muerta.
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