"Soy traficante de refugiados y nos llaman criminales, pero es la UE la que los empuja hacia nosotros"
Traficantes low-cost y traficantes first-class
Publicidad
Actualizado:
HARMANLI (FRONTERA TURCO-BÚLGARA).- Ni nombre, ni foto. Fue la única condición que nos puso para hablar de su “trabajo”: acercar a la gente siria a Europa. “Por hacer eso nos llaman criminales”, dice. Teme tanto a las policías búlgara y turca como al resto de los traficantes que viven en los campos de refugiados y en los pueblos colindantes con la frontera que separa Bulgaria de Turquía. Él mismo es refugiado, y vive en la zona. “Me dedico a ayudar a los refugiados sirios a pasar la frontera”. Explica que hoy por hoy no pueden pedir asilo sin pisar suelo europeo y, ante la respuesta que da la UE, alambradas y cuchillas en la frontera, lo suyo es sortear las vallas y hacer que la gente entre en Europa. “Necesitan a alguien que los guíe en el trayecto por bosques y pueblos desconocidos. Huyendo de la policía, no pueden ir solos. Y ese es mi trabajo”.
Publicidad
Fadiha ha seguido el mismo camino. Profesora de francés en Damasco, vive ahora en el campo de refugiados de Harmanli y acaba de dar a luz un niño. Dejó Siria en marzo, en Turquía llamó a un traficante y, en junio, cuando estaba embarazada de siete meses, viajó escondida en un camión durante dos días para entrar en Bulgaria.
Traficantes low-cost y traficantes first-class
El negocio del tráfico de personas solo es una respuesta a los negocios de las alambradas y la seguridad fronteriza, ya que las vías legales para cruzar las fronteras son inexistentes. El Gobierno búlgaro prohíbe sacar fotos a la alambrada que limita la frontera y desde el Ministerio de Interior explican que es una zona patrullada solo por la policía. Sin embargo, los traficantes circulan por allí. “Hay traficantes y traficantes. Algunos son criminales. Unos cobran menos, y otros son carísimos. Pero en la ruta nadie está nunca seguro, porque cada tramo está controlado por distintos grupos de traficantes. Es como si contrataras una agencia de viajes, el precio depende del paquete que pagues: la ruta entera de Siria a Alemania vale más de 10.000 euros; de Turquía a Bulgaria te puedes salir por 1.500 o 2.000 euros. Se negocia todo. También hay distintos precios en función de cómo pasas la frontera: en camión o por tierra caminando dos horas, cuatro horas, dos días”.
Cruzar la frontera
“La frontera no se cruza por un punto determinado, sino que se bordea para ver dónde hay un hueco. Detectar este hueco es un secreto del oficio. Caminamos kilómetros para encontrar el punto por donde entrar, a veces caminamos días”. Los traficantes vigilan durante horas la frontera hasta hallar el momento oportuno. Algunos lo hacen desde el lado turco, y otros desde el lado búlgaro. En el otro bando, la policía vigila la zona fronteriza. “Es como en la guerra”, explica Ahmed, “todos vigilan a todos. Al parecer, hemos huido de una guerra para toparnos con otra: la guerra de las fronteras. Sin embargo, la gente tiene claro que debe pasar al otro lado, y lo intenta varias veces hasta conseguirlo. Si no, se hubieran quedado en Siria, esperando su muerte”. La frontera se cruza en menos de diez minutos, pero antes de que llegue ese momento muchos patean durante horas. “Los traficantes guardamos en nuestra memoria un mapa detallado de la frontera, conocemos cada arbusto”.
Publicidad
No obstante, nos explica Ali, los hombres de negocio sirios no pasan por el mismo calvario: “Nosotros caminamos o nos lanzamos al mar para tocar Europa. Pero muchos sirios ricos se van directamente a Canadá, a abrir negocios. No tiene problemas con los papeles, ya que se les considera inversores y no refugiados”.