Tensión en la frontera ucraniana Rusia, UE y EEUU no logran pactar un deshielo y los tambores de guerra suenan con fuerza tras 30 años
La ofensiva diplomática para prevenir una nueva guerra Ucrania concluye en punto muerto. En Bruselas temen que el reciente ciberataque sobre Kiev sea el preludio de una ofensiva militar rusa y Estados Unidos asume que Moscú ya la prepara.
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bruselas, Actualizado:
El maratón internacional celebrado a lo largo de toda la semana para prevenir una nueva invasión rusa en las fronteras finaliza con parálisis. Y la tensión de amenaza bélica a las puertas de la UE no da visos de mejora. "El riesgo de guerra en la región es ahora mayor que en cualquier momento pasado de los últimos 30 años", ha advertido Zbigniew Rau, ministro de Exteriores de Polonia, país que mantiene la Presidencia de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). "Los tambores de guerra suenan con fuerza", ha coincidido Michael Carpenter, embajador estadounidense ante este foro internacional.
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Ginebra, Bruselas, Viena y Brest. Cinco días y cuatro reuniones entre Occidente y Rusia en el marco de la OTAN, la OSCE y la UE apenas dejan puntos de encuentro. Lejos de restaurar la confianza y encauzar la situación con el Kremlin, estadounidenses y europeos han certificado que la relación con Vladimir Putin da poco margen al optimismo.
Los encuentros han concluido dejando patentes las "diferencias significativas" que les separan desde hace años
Los encuentros han concluido dejando patentes las "diferencias significativas" que les separan desde hace años. Ninguna de las partes ha cedido. Rusia mantiene sus líneas rojas: evitar la expansión de la OTAN al Este (principalmente la entrada de Ucrania y Georgia a la Alianza) y la retirada de las tropas occidentales en el flanco oriental. Y los aliados reiteran su negativa a ceder ante unas demandas "inaceptables". Moscú no tiene derecho a crear áreas de influencia y vetar o condicionar el futuro de las ex repúblicas soviéticas, reiteran. No obstante, los 30 aliados no tienen intención de incluir a Ucrania en el corto plazo, aunque sí le abrieron los brazos en 2008 a través de la declaración de Bucarest. Aceptar a un país con problemas democráticos y económicos y que cuenta, además, con una parte de su territorio invadida supondría un precio muy elevado que nadie está dispuesto a asumir. Pero el Kremlin avisa. Y quiere esta garantía por escrito.
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El diálogo hacia el deshielo llegaba con las expectativas bajas. La OTAN se sentó por primera vez con Rusia en más de dos años sobre unas demandas exclusivamente dibujadas en Moscú e inasumibles para los occidentales. La Alianza ha ofrecido un calendario para continuar con las negociaciones, pero no ha obtenido respuesta a esta oferta. "Estamos abiertos al diálogo con Rusia pero nunca a expensas de nuestra libertad, independencia y soberanía", ha afirmado Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, al final de un Consejo de Exteriores extraordinario celebrado en la ciudad francesa de Brest. Diplomacia sí, pero no a cualquier precio, en lo que los europeos sienten como una negociación que transcurre con una pistola en la sien por es amenaza constante de Rusia a intimidar a las repúblicas ex soviéticas.
En Bruselas desconocen las intenciones de Putin, pero temen que el presidente ruso pueda utilizar un potencial fracaso de estas conversaciones como justificante y pretexto para invadir Ucrania, donde ha desplazado a más de 100.000 soldados y material bélico pesado en los últimos meses.
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Los europeos, marginados
La tensión actual tiene tintes del pasado. Putin ha pedido recientemente regresar a la situación de 1997, antes de la expansión de la OTAN al Este y a los Bálticos. Amparándose en sus declaraciones en las que afirmaba que la caída de la Unión Soviética era "la mayor desgracia de la historia rusa" y la "mayor catástrofe geopolítica" del siglo XX, algunos analistas señalan que sus verdaderas intenciones son regresar al mundo bipolar en la que las grandes potencias movían los hilos de buena parte del planeta.
Algunos analistas señalan que las verdaderas intenciones de Rusia son regresar al mundo bipolar
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Aunque es sillón permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, una potencia nuclear y partícipe en diálogos internacionales en torno al conflicto sirio, libio o al acuerdo nuclear, la Rusia de Putin no tiene mucho afecto por el multilateralismo. De hecho, su aversión a la UE es patente. La Comisión geopolítica que dirige Ursula von der Leyen no tiene línea directa con el Kremlin, que prefiere dirigirse directamente a las capitales en Berlín o París.
La UE, como institución, no ha estado representada en ninguna de las conversaciones acontecidas esta semana, que arrancaron en Ginebra con el encuentro entre las delegaciones estadounidenses y rusa. La sensación en los pasillos de Bruselas es que Rusia busca dividir al bloque e ignorarlo y quieren darle la vuelta a este sorpasso estrechando su relación con la Casa Blanca, que desde Trump no atraviesa su mejor momento. Pero Borrell avisa: "Los rusos tendrán que hablar con nosotros, les guste o no".
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El propio presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha propuesto la celebración de una cumbre a tres con Kiev, Moscú y Washington, pero sin Bruselas. Al poco o nulo apetito del presidente ruso o de la unilateralidad de la Administración Biden para incluir a los europeos, se unen los problemas internos y estructurales de la propia UE como actor global: división de los 27 Estados miembros y carencia de una política exterior común maniatada por la unanimidad y la falta de competencias.
Ciberataque, ¿la antesala?
Ucrania ha amanecido este viernes con un ciberataque masivo a sus páginas gubernamentales. La agresión se une a la tensión que el país acumula desde hace meses por el despliegue militar ruso en el Donbás ocho años después de la anexión de la península de Crimea.
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Occidente quiere estar preparado y que no le pille con el pie cambiado como ocurrió en 2014, cuando la UE tardó semanas en ser capaz de reaccionar
Las respuestas y el apoyo a Kiev ante "intentos para desestabilizarlo" no se han hecho esperar. La OTAN ha mostrado su interés en rubricar con Ucrania un mecanismo de cooperación contra los ciberataques, porque no creen que sea el último. La reunión de ministros de Exteriores también se ha saldado con la advertencia de una "respuesta robusta" ante los temores de que este ataque online sea el preludio para una acción militar por parte de Moscú a su vecino.
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Los rumores sobre una nueva Crimea planean por el Viejo Continente desde hace semanas. Aunque el Kremlin siempre ha rechazado que estas sean sus intenciones. Nadie se atreve a aventurar si se llevarán a cabo, pero ante la posibilidad, Occidente quiere estar preparado y que no le pille con el pie cambiado como ocurrió en 2014, cuando la UE tardó semanas en ser capaz de reaccionar.
La CNN recoge este viernes en exclusiva que la inteligencia estadounidense tiene constancia de que Rusia prepara una operación para justificar la invasión. El polvorín geopolítico se ha visto doblemente azuzado por las declaraciones del representante ruso flirteando con enviar efectivos militares a Cuba y Venezuela si no se satisfacen las demandas rusas. Un escenario que deja para muchos el sabor de una suerte de Guerra Fría en 2022.
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Y, ¿ahora qué? La semana de negociaciones clave da paso a una fase más crucial: los próximos días. Rusia da una especie de ultimátum y aguarda una respuesta a sus demandas de la OTAN por escrito. Y el tono no se presupone conciliador: "Nos estamos quedando sin paciencia", asegura Sergei Lavrov, ministro de Exteriores ruso.