Los talibanes manejan los hilos de la protesta
Tres afganos mueren en nuevos disturbios en Kandahar
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Una oleada de violencia e ira irracional está sacudiendo Afganistán desde el pasado viernes. Detrás de estas protestas y bajo el pretexto de la quema de un Corán en EEUU, se encuentra una insurgencia afgana que ha utilizado el incidente del pasado 20 de marzo en Gainesville (Florida) para poner a la población civil en contra de los extranjeros y en especial en contra de Naciones Unidas y de la OTAN.
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La brillante estrategia de propaganda de la insurgencia comenzó en las mezquitas de la ciudad de Mazar i Sharif, donde miles de fieles recibieron, por primera vez, la noticia de que un ejemplar del Corán había sido quemado en Florida. Allí empezó la escalada de violencia que se ha cobrado 21 vidas en poco más de 72 horas.
Por tercer día consecutivo, cientos de personas volvieron a tomar las calles de la ciudad sureña de Kandahar, bastión y cuna de los talibanes, para protestar contra la ofensa al libro sagrado. Como en los días anteriores, la protesta degeneró y acabó con la muerte de un policía y dos civiles en medio de graves disturbios. Otro agente está en estado crítico en el hospital, precisó a Efe el portavoz del Gobierno de la provincia de Kandahar, Zalmai Ayubi.
"Los responsables de estas protestas son los talibanes. Ellos son los que han sacado a la gente a la calle", sentenció Ayubi.
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Pero las protestas no sólo sacudieron Kandahar. Entre 3.000 y 4.000 personas salieron a las calles en otras zonas del país como Nangarhar, Kapisa, Badakshan y Parwan: prácticamente de norte a sur del Estado.
La provincia de Kandahar es una de las áreas tradicionales de la insurgencia y en la actualidad una de las zonas más inestables de todo el país.
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Con una población compuesta mayoritariamente por pastunes (la etnia a la que pertenecen los talibanes), la insurgencia ha convertido a esta región en uno de sus focos más activos y en el escenario de un ingente número de ataques contra las tropas de la Alianza Atlántica.
Los talibanes han aprovechado la influencia que tienen en su bastión para incitar a los afganos a lanzarse a la calle. La inmensa mayoría de la población de Afganistán, sobre todo en las zonas rurales de Kandahar y Helmand (el otro feudo de la insurgencia), es analfabeta y fácilmente manipulable.
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"Los occidentales tenéis la mala costumbre de pensar que vuestros actos no traerán repercusiones; cuando quemáis el sagrado Corán, estáis dando argumentos de peso a los fundamentalistas para que vuelvan a la gente contra vosotros. La mayoría de los afganos son muy ignorantes y fácilmente influenciables", explicó a este diario Bashir Mohammad, un empleado de banco, a la salida de una mezquita situada en el barrio de Qalai Fatullah, en Kabul.
En las mezquitas del país se está repudiando estos días los actos de violencia cometidos en las manifestaciones al tiempo que se reclama una sanción ejemplar para el pastor norteamericano. Sin embargo, estos llamamientos a la calma no pueden con una ira popular hábilmente aprovechada por la insurgencia afgana para prender la mecha de la violencia.