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Tahrir protesta de nuevo contra la brutalidad de la Junta Militar

Los seguidores del régimen egipcio organizan contramanifestaciones de apoyo al Ejército

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Los seguidores de la Junta Militar dirigida por el mariscal Husein Tantawi trataron ayer de acallar a los manifestantes de la plaza Tahrir usando sus propias armas. Para ello convocaron una contramanifestación en otra plaza cairota, la de Abasiya. Varios centenares de personas intentaron allí emular a los opositores pero con argumentos opuestos a los que estos esgrimen. Los partidarios de los militares apelaron al conservador argumento del orden, que según ellos será lo que permitirá relanzar la economía y el turismo.

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No eran muchos, sobre todo si se los comparaba con los millares de personas que de nuevo ayer se congregaron en la emblemática plaza Tahrir para gritar su indignación. No sólo por las 17 muertes de civiles de esta semana, sino también por el trato denigrante que las Fuerzas de Seguridad dispensan a los manifestantes. Una brutalidad de la que la cúpula militar egipcia ha tratado de desmarcarse, pese a las evidencias, reflejadas en fotografías y vídeos, de que los militares golpearon y dispararon con fuego real a los manifestantes.

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Cientos de personas muestran su apoyo a la Junta en la plaza cairota de Abasiya

Las imágenes de una joven con velo a la que los antidisturbios propinaron el pasado sábado una brutal paliza mientras le arrancaban la ropa estuvo también en el origen del lema de la protesta de ayer: "Recuperar el honor y defender la revolución".

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Taha Mohamed, de 24 años, resumió el sentimiento de indignación que recorríaTahrir: "Nos trataron como animales. Es intolerable lo que han hecho con las mujeres, que para nosotros, los musulmanes, son sagradas. Somos más musulmanes que los partidos islamistas que no están aquí", declaró a Efe.

Se refería a los Hermanos Musulmanes, que decidieron no participar en la protesta aunque emitieron un comunicado en el que reconocían el derecho de la población a expresar su disgusto con el régimen. Tras ganar con notable holgura las dos rondas de las legislativas que se han celebrado hasta ahora, los islamistas se han convertido en los principales aliados de la Junta y se contentan con mantener la fecha de las elecciones presidenciales que se ha fijado para el próximo verano, tal como desean los militares. A medio plazo, el agotamiento que se observa en la sociedad egipcia podría beneficiar a los islamistas.

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Los opositores están indignados por la brutal paliza a una joven con velo

Pese a que la concentración de ayer en Tahrir fue más numerosa que la organizada por los partidarios del régimen, la manifestación no fue tan multitudinaria como otras que se han celebrado en la misma plaza: entre los opositores hace ya mella el desgaste.

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El perfil de los manifestantes es muy variado. Hay militantes de los partidos de izquierdas, liberales y algunos islamistas, aunque la representación de estos grupos es dudosa. En general, se trata de corrientes marginales que no han obtenido una representación digna en las dos rondas de las legislativas que se han celebrado pero que, a pesar de ello, insisten en que la Junta abandone el poder y deje paso a una autoridad civil.

El cansancio de los ciudadanos egipcios puede beneficiar a los islamistas

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Estos grupos de descontentos aspiran sobre todo a adelantar la fecha de las presidenciales de verano para antes del 25 de enero, cuando se cumplirá el primer aniversario del inicio de la revolución, o para antes del 11 de febrero, el día que cayó el entonces presidente Hosni Mubarak. Aspiran a apartar a los militares del poder cuanto antes.

Las protestas contra la Junta, aunque menos numerosas que en El Cairo, también se celebraron en Suez, Alejandría y otras ciudades, en las que igualmente hubo concentraciones de apoyo al régimen.

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A pesar de las protestas, el mariscal Tantawi no ha dado muestras de querer dejar el poder. Ayer se adelantó que Egipto tendrá que recurrir pronto al Fondo Monetario Internacional para obtener una ayuda de unos 15.000 millones de dólares que necesita con urgencia para reflotar la economía.

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