Los socialistas aceptan la entrada de la extrema derecha por primera vez en la Comisión Europea para salvar a Ribera
Tras una semana de negociaciones in extremis, Populares, Socialdemócratas y Liberales acuerdan la entrada de Ribera y Fitto en el nuevo Ejecutivo comunitario.
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Bruselas, Actualizado:
Acuerdo in extremis. Teresa Ribera y Raffaele Fitto serán dos de los seis vicepresidentes de la nueva Comisión Europea encabezada por Ursula von der Leyen, confirman fuentes parlamentarias. La fumata blanca llega tras jornadas de negociaciones muy intensas en las que el PP no ha logrado tumbar a la candidata socialista y los Socialdemócratas se han visto obligados a saltarse su propia línea roja y asumir la presencia, por primera vez, de la extrema derecha en la cúpula de poder comunitaria.
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El acuerdo político, que debe ser ratificado por los coordinadores a lo largo de la tarde del miércoles, también avala la candidatura del húngaro Oliver Varhelyi. Al elegido de Viktor Orbán le han reducido las competencias quitándole el control de derechos reproductivos y gestión de crisis. Pero la cartera de Raffaele Fitto, de Hermanos de Italia, sale indemne y el grupo que lidera la socialista Iratxe García Pérez ha dado el visto bueno para desbloquear el paquete completo que dará a paso a la nueva Comisión Europea el próximo 1 de diciembre.
Todo llega tras una semana rocambolesca que arrancó con el bloqueo del Partido Popular Europeo, que asumió el discurso del PP español, y postergó la decisión exigiendo la comparecencia previa de Ribera en el Congreso de los Diputados y su compromiso a dimitir si es imputada por la gestión de la DANA. "Hemos dejado claro que Ribera forma parte del Gobierno de Sánchez y por ello le pedimos que fuera a Madrid para tener la mesa limpia y comparecer en el Congreso para dar parte de su papel en la catástrofe de la DANA. Para nosotros es crucial que asuma su responsabilidad", ha afirmado en los pasillos de la Eurocámara Manfred Weber, líder de los Populares. El germano rebaja ahora el tono y se limita a pedir que respete "el código de conducta". "Si alguien no puede comportarse de acuerdo con lo que sus tareas y responsabilidad exigen, entonces debe dimitir", ha suavizado.
Finalmente, el PP español se ha quedado solo en su voto en contra a Ribera y si cumple su promesa de "ir hasta el final", la delegación que encabeza Dolors Montserrat podría votar en contra del colegio de comisarios el próximo 27 de noviembre en Estrasburgo.
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A pesar de no lograr tumbar a la candidata socialista, que se convertirá en uno de los pesos pesados con más poder en el Berlaymont, desde Génova celebran que todo ello ha servido para poner el foco en Sánchez, embarrar el inicio de Ribera y lograr que los socialistas acepten la entrada de la ultraderecha en una de las seis vicepresidencias de la nueva Comisión Europea.
Esta semana ha sido un dolor de cabeza para los socialdemócratas. La delegación socialista francesa ha sido especialmente firme en su veto a Fitto, algo que también genera resistencia entre los alemanes. Podrían, por ello, surgir fisuras en la votación final del Parlamento Europeo, pero sorteado el último escollo con el acuerdo político, la Comisión Von der Leyen 2.0 parece tener el camino despejado. Las caras serias en la familia política de la rosa contrastan con los rostros de alegría de la bancada democristiana.
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Desde Los Verdes, que han votado en contra del italiano y del húngaro, alegan que "es un mal día para el Parlamento Europeo" y auguran una legislatura inestable ya que dan por rota la coalición que aupó a Von der Leyen en julio de las fuerzas proeuropeas. "No es bueno traer la polarización de Madrid a Bruselas", ha asegurado al final de la reunión el co-líder de la formación ecologista Bas Eickhout.
La carta de los socialdemócratas para salvar la cara ha sido forzar a los democristianos a firmar, junto a los liberales, una especie de acuerdo de gobernabilidad que dé certidumbre al curso político. Se trata, sin embargo, de un texto vago y ambiguo que deja espacio a que el PPE continúe aliándose con la derecha radical, como ha hecho recientemente con la ley de la deforestación o el reconocimiento de Edmundo González como presidente de Venezuela.
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A lo largo de los nueve puntos, el documento no recoge ninguna mención a la amenaza que suponen las fuerzas de extrema derecha para el proyecto comunitario. Los socialistas se rindieron ante la evidencia de que los populares no firmarían ese wording. En su lugar se hace mención a "construir una UE basada en los valores comunes para hacer frente a los desafíos globales y defender las instituciones democráticas". E invita para formar esta alianza, parafraseando a Von der Leyen, a las fuerzas "pro-Ucrania, pro-Estado de Derecho y pro-europeas", una amalgama donde el PPE incluye a la ultra Meloni.