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Siria masacra a su pueblo ante la indiferencia internacional

Los tanques del régimen de Al Asad cercan los pueblos junto a la frontera con Turquía para acallar las protestas

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Siria no tiene petróleo, pero desempeña un papel estratégico en el conflicto de Oriente Próximo; Bashar al Asad es un férreo dictador, pero tiene buenos amigos, como el presidente francés, Nicolas Sarkozy. Quizá sólo esto explique por qué la comunidad internacional, que considera ahora a Muamar Gadafi como el más terribles de los criminales de guerra, no consiga hablar con una sola voz para condenar el régimen de Damasco. Mientras la ONU intenta adoptar una resolución contra Siria y la OTAN bombardea Libia, Al Asad convierte a su país, cada día más, en una celda de tortura para su propio pueblo.

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El bloqueo informativo impuesto por las autoridades sirias impide saber lo que realmente está pasando en el país. Sin embargo, gracias a la acción de opositores que cuelgan en internet vídeos mostrando la represión, llegan algunos testimonios. Diarios como Le Monde o The Independent consiguieron entrar, aunque la sola presencia de más de 8.500 refugiados sirios en Turquía ilustra la violencia que espera en Siria a cualquier persona que se oponga a las fuerzas de Al Asad.

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"No he visto a mi familia desde hace dos meses. Están en Al Balad [el barrio de la ciudad de Derá donde la protesta contra el régimen empezó en marzo] y me gustaría ayudarlos, pero si me acerco, me matan. Bashar dice que son mercenarios islamistas, pero ¡somos nosotros, los sirios!", contó Alí a un periodista de Le Monde que consiguió llegar a Derá el 25 de mayo con un visado turista. El régimen le expulsó dos días después.

Las cifras de muertos a manos del Ejército sirio sólo son unas estimaciones -se calcula al menos 1.289 civiles muertos- y las organizaciones internacionales temen que, una vez se pueda entrar en Siria, se descubran fosas comunes. El pasado 18 de marzo, en una manifestación en Derá, tres personas fueron asesinadas; el 8 de abril, al menos 37 perdieron la vida también en Derá; el 22 de abril, hubo más de cien víctimas. El pasado día 5, las autoridades informaron de 120 agentes "asesinados por bandas armadas", pero la oposición aseguró que fueron abatidos por sus compañeros por negarse a participar en las masacres.

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Después de Derá, la otra ciudad mártir de Siria es Yisr al Shugur, al norte del país, que el Ejército sirio tomó el pasado domingo. Desde la región siria de Idlib, fronteriza con Turquía, The Independent informó de "hogares incendiados con personas dentro". La operación militar está capitaneada por Maher al Asad, hermano del dictador Bashar, al mando de la Cuarta Brigada del Ejército. "Algo estalló cerca de nuestra casa y mi hija recibió algo en la cabeza. Somos gente pobre, campesinos, no entiendo por qué quieren bombardearnos", narró una mujer al diario británico. "Cosas terribles están pasando. Vi a gente tiroteada sin razón. Podrían matarme porque sé lo que hicieron", explicó un oficial desertor.

Según la BBC, los tanques sirios han cercado los pueblos próximos a la frontera con Turquía para acallar las protestas, han incendiado las cosechas y exterminado al ganado. Varios testigos aseguraron que los militares destruyeron casas. "La situación es trágica. El Ejército está aterrorizando a la población y amenaza a los civiles. Hay saqueos", contó un vecino de Yisr al Shugur. Entre las víctimas también hay menores, como el joven Hamza al Jateb, de 13 años, torturado hasta la muerte. En los campos de refugiados en Turquía, una decena de bebés ya ha muerto a causa de las duras condiciones de vida.

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La prensa oficial siria siempre informa de lo mismo: "El Ejército ha restaurado la seguridad", suele escribir la agencia oficial SANA, después de que los hombres del régimen arrasaran una ciudad.

Un diplomático francés en Damasco, que guarda el anonimato por razones de seguridad, confía a este periódico: "Es terrible lo que está pasando. No entendemos por qué el régimen usa tanta represión; nadie se lo esperaba. París había mejorado sus relaciones con Damasco, pero hemos vuelto a la época de cuando fue asesinado Rafik Hariri [primer ministro de Líbano, muerto en 2005; la comunidad internacional acusó a Siria de estar detrás de la operación]". Prueba de ello: Sarkozy empieza a alzar el tono contra su amigo Al Asad y Francia respalda en la ONU una resolución de condena.

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Sin embargo, esta resolución ni siquiera contempla sanciones contra un régimen que perteneció, junto al Irak de Sadam Husein y a la Corea del Norte de Kim Yong-il, al "Eje del Mal" de la Administración Bush. En la actualidad, mientras se investiga a Gadafi por crímenes contra la humanidad, la comunidad internacional no se pone de acuerdo para frenar a Al Asad.

La Asamblea General de la ONU reconoció en 2005 la "responsabilidad de proteger" a las poblaciones civiles, pero, para intervenir como en el caso de Libia, el Consejo de Seguridad debe decir si existe "una amenaza para la paz". Rusia y China se oponen a condenar a la Siria de Al Asad.

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