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Rusia estrecha su alianza asiática con China a pesar de la guerra de Ucrania

La cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái ha posicionado a este grupo regional encabezado por China y Rusia como una alternativa a la influencia de Estados Unidos y sus aliados occidentales en Asia y el Pacífico. La guerra de Ucrania flotó en el ambiente de la cumbre e incluso Putin se comprometió a poner fin al conflicto "cuanto antes".

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El presidente ruso, Vladimir Putin, habla con su homólogo chino, Xi Jinping, antes del plenario de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) en Samarcanda (Uzbekistán). — Sergey Bobylev/Pool / REUTERS/Sputnik

madrid, Actualizado:

Los presidentes de China, Xi Jinping, y Rusia, Vladímir Putin, han reafirmado en Samarcanda, Uzbekistán, su "asociación estratégica" global y han recibido el espaldarazo de los líderes de Irán e India, entre otros, a un modelo político y económico internacional que no se vea condicionado por las injerencias de Estados Unidos ni por las sanciones económicas de Occidente.

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La legendaria ciudad de Samarcanda, en el corazón del Asia Central exsoviético, sirvió el 15 y 16 de septiembre para definir el contrapeso geoestratégico que la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) quiere ser a las ambiciones globales manifestadas en junio por Estados Unidos y la OTAN en su cumbre de Madrid, donde Rusia y China fueron señalados como los contrincantes a batir. Con el 40% de la población mundial y más del 30% de su PIB, la OCS se erige como un formidable desafío a esa doctrina y como un rival a tener en cuenta por cualquier superpotencia que pretenda izar sus banderas en Asia, como es el caso de Estados Unidos.

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La OCS, un creciente desafío asiático para la hegemonía estadounidense

La OCS tiene fines políticos, económicos y de seguridad. La mayor parte sobre el papel y sin ninguna concreción sólida en el caso de la defensa común. Es la heredera de los llamados Cinco de Shanghái, grupo creado en 1996 entre China, Rusia, Kazajistán, Kirguizistán y Tayikistán. Entonces la amenaza del creciente integrismo islámico estaba entre las prioridades de la institución.

En 2001, estos países y Uzbekistán, el anfitrión de esta cumbre de Samarcanda, empezaron a forjar la OCS. La nueva organización arrancó en 2003. Pakistán e India se sumaron al grupo en 2017. La cumbre de Samarcanda ha visto como Irán firmaba el Memorándum de Obligaciones que le convierte en miembro permanente de la OCS.

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La OCS tiene acuerdos con la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), que, integrada por Rusia, Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán, sí tiene como prioridades la seguridad y la defensa regionales.

Las maniobras turcas entre rusos y chinos

Curiosamente, uno de los participantes en esta XXII reunión del Consejo de Jefes de Estado de la OCS ha sido Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, país que tiene la condición de "compañero de diálogo" de esa organización. Turquía es, además, miembro de la OTAN. El miembro más cercano a Moscú y que en diversas ocasiones se ha erigido en mediador para alcanzar un alto el fuego.

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En Samarcanda, Putin agradeció a Erdogan su participación y subrayó que "se ha establecido un estrecho trabajo entre Moscú y Ankara sobre cuestiones clave de la política internacional". Seguramente, el cuartel general de la OTAN en Bruselas debe encontrarse a estas horas analizando aún el alcance de esta afirmación.

Espaldarazo en Samarcanda a Putin y Xi en un momento crucial para ambos

La cumbre de la OCS ha servido para consolidar la imagen internacional y en su propio país de Xi Jinping, gracias a sus encuentros con algunos de los principales líderes asiáticos y con el propio Vladímir Putin. Se espera que Xi sea reelegido por tercera vez al frente de la dirección de su país en el XX Congreso Nacional del Partido Comunista Chino (PCCH), que, desde el próximo 16 de octubre, dibujará la hoja de ruta de la política interior, la diplomacia y la economía chinas para los próximos años. Un momento clave para un país golpeado por la grave crisis inmobiliaria, el alto paro juvenil, la sequía, la inflación y el daño producido por la política Covid Cero impulsada por el propio Xi, que ha llevado durante casi tres años al aislamiento, el cierre de empresas y la pérdida de competitividad exterior de China.

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El presidente ruso ha conseguido en Samarcanda un espaldarazo a su postura de "resistencia" ante las sanciones económicas occidentales y el ostracismo internacional derivado de la guerra de Ucrania. La guerra en este país, invadido el pasado 24 de febrero, no tiene visos de solución y sigue marcando el devenir ruso. Las sanciones, la inflación derivada del corte de gas y petróleo rusos destinados a Europa occidental y que ha tenido su repercusión negativa en la propia población rusa, y las noticias preocupantes que llegan del frente no pintan un panorama esperanzador para Rusia.

La contraofensiva lanzada a principios de septiembre por el ejército ucraniano, que permitió recuperar localidades claves en el noreste del país, cerca de la ciudad de Járkov, la segunda más importante de Ucrania, parece ralentizarse. El ejército ruso está replicando con el bombardeo masivo de las zonas retomadas por las fuerzas ucranianas y extensas áreas han quedado sin electricidad y agua por efecto de estos ataques. Al tiempo se van conociendo los horrores vividos en algunas de las zonas que hasta ahora permanecían bajo control ruso, con el hallazgo de enterramientos masivos, sin que aún se sepa a ciencia cierta si se trata de soldados o civiles y si fueron víctimas de represalias, torturas y ejecuciones sumarias por parte de las fuerzas invasoras. En Samarcanda, sin embargo, nadie levantó la voz para condenar la invasión rusa.

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Putin dice que hará lo posible para que acabe pronto la guerra de Ucrania

En algunas de sus declaraciones, el líder ruso ha prometido aclarar al Gobierno chino las dudas que pueda tener sobre la campaña en Ucrania. Pekín tampoco ha condenado la invasión rusa, aunque siempre ha abogado por una salida negociada a la contienda. Precisamente, y quizá por presión china, en la declaración final de la cumbre de Samarcanda se abogó por la negociación en los conflictos armados.

"Los países miembros consideran que no existe una alternativa a la solución política y diplomática de los conflictos en las diferentes regiones del mundo, partiendo del cumplimiento estricto de las normas y principios del derecho internacional universalmente aceptados", señala la declaración.

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Putin firmó este documento y, aunque su voluntad no parece permeable a unas conversaciones de paz en Ucrania, en su reunión con el primer ministro indio, Narendra Modi, el líder ruso le prometió que hará todo lo posible "para que termine cuanto antes" la guerra.

Si la credibilidad del presidente ruso es nula en Occidente, que lo ha convertido en un paria internacional por el ataque armado a Ucrania, queda aún por ver si su liderazgo en Asia tiene suficiente consistencia como para encabezar ese "mundo multipolar" por el que ha abogado en diversas ocasiones junto a su homólogo chino.

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Críticas a Estados Unidos y Occidente

En la declaración conjunta, los países de la OCS también se comprometieron a seguir cooperando "en el ámbito del desarme, control y no proliferación de armas nucleares". Así, fueron muy críticos con el despliegue "unilateral" e "ilimitado" de sistemas antimisiles, capaces de romper el equilibrio atómico con sus escudos atómicos. La referencia era directa a Estados Unidos, cuya intención de acercar tales paraguas nucleares a la frontera con Rusia, y en concreto a Ucrania, fue una de las razones esgrimidas por Putin para comenzar su acoso sobre su vecino del sur, que acabó invadiendo.

El documento condenó la injerencia internacional basada en la presunta lucha contra el terrorismo, en velada referencia también a Washington. En las conversaciones bilaterales, China, Irán y Rusia atacaron el sistema de sanciones que desde Occidente se había cebado con sus economías.

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Alarma en Washington por el alineamiento asiático

La asociación estratégica e integrada proclamada entre China y Rusia en la cumbre de la OCS de Samarcanda de momento ha servido para hacer sonar las alarmas en Washington por la creciente cercanía entre Moscú y Pekín a raíz de la guerra, en el ámbito político y en el económico, con el trasiego hacia Oriente del gas ruso que antes fluía hacia Europa Occidental y el creciente intercambio de mercancías derivado de las sanciones a Rusia. Putin explicó que el comercio bilateral entre Rusia y China sobrepasó en 2021 los 140.000 millones de dólares y mostró su convencimiento de que a fines de 2022 esa cifra rebasará los 200.000 millones.

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, fue tajante: "Expresamos con claridad nuestra preocupación por la profundidad del alineamiento y los lazos de China con Rusia". Jean-Pierre subrayó que la reunión de Samarcanda ha sido el ejemplo palpable de esa alineación. Por su parte, el coordinador de comunicaciones estratégicas del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kirby, demandó a China que fuese más clara sobre la guerra de Ucrania. "El mundo ha de estar alineado contra Putin" y China "debe tomar una decisión" al respecto, dijo.

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La participación de Xi en la reunión de la OCS de Samarcanda en su primera salida al exterior tras el confinamiento chino y su cordial encuentro con Putin pueden haber respondido ya al interrogante planteado por Kirby.

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