Royal dispara la guerra de jefes en el PS francés
La dirigente anuncia su candidatura a las primarias en 2011
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Ségolène Royal, la diva del Partido Socialista francés y ex candidata derrotada a la presidencia en 2007, tiene prisa. Tiene tanta prisa que ayer violó el pacto que reinaba entre los socialistas para no ofrecer flanco al presidente Nicolas Sarkozy, y anunció sola y por libre que ya es candidata a la nominación de los socialistas para la futura campaña presidencial de 2012. La noticia, seis meses antes del plazo previsto para las primarias, cayó como una bomba y disparó de inmediato la guerra de jefes en el PS.
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Ségolène Royal ofreció la primicia en un discreto encuentro, el lunes por la tarde, con periodistas de los modestos diarios locales La Nouvelle République y Centre Presse. Ayer por la mañana, Royal oficializó su candidatura en los matutinos de radio.
La candidata del 2007 se salta un pacto entre los líderes del partido
"He reflexionado un largo tiempo y he efectuado muchas consultas. Es el momento de avanzar en claridad y simplicidad. Sé por experiencia que hace falta más que un periodo de meses para prepararse y para reunir fuerzas", explicó Royal antes de anunciar que irá a las primarias el año que viene.
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Con el anuncio, la ex candidata presidencial, derrotada en 2007 por Sarkozy, cogía a contrapié a los otros dos gigantes del partido, Martine Aubry, primera secretaria, y Dominique Strauss-Kahn (DSK), actual director general del Fondo Monetario Internacional (FMI). A Aubry, que dirige el PS al frente de una coalición entre el centro del partido y su ala izquierda, Royal la coge desprevenida porque está demasiado atareada reconstruyendo su programa. Hace sólo una semana, Aubry todavía explicaba en un plató de TV que existía un pacto a tres Royal, Aubry y DSK para no concurrir en ningún caso a la nominación en competencia entre ellos, y que las precandidaturas serias sólo llegarían dentro de seis meses.
Asegura que el jefe del FMI, Strauss-Khan, sería un buen primer ministro
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El problema de DSK con Royal es más grave. Como director general del FMI no puede pronunciarse sobre asuntos de política interna de un país, especialmente si es el suyo. Por eso, guarda silencio sobre sus aspiraciones a suceder a Sarkozy. El líder del ala liberal de los socialistas, por el contrario, confía en su extensa red de influencias y en los sondeos que le son muy favorables como precandidato, y que pegan en la prensa. Luego, sus numerosos segundos espadas se encargan de convencer a los franceses que es el único candidato posible de algo que cabría seguir llamando izquierda.
Porque compite en el mismo terreno ideológico que DSK, y porque se trata de un hombre político realmente duro de roer, Royal tuvo a bien dejarse una puerta de escape para con la estrella de las finanzas mundiales. Dijo que, en caso de ser nominada y elegida presidenta, DSK será, de entre todos los potenciales primeros ministros, "el mejor posible". De inmediato, los comentaristas políticos franceses interpretaron la declaración como reversible: en caso de que DSK no acepte la oferta de su rival y sea finalmente el candidato presidencial del PS, Royal sería la candidata a primera ministra.
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El movimiento táctico de Royal que podría haber sido pactado con DSK en una reciente reunión entre ambos trae otra consecuencia, más de fondo. Es la primera vez, desde el Congreso del PS en Rennes hace 2 años, en que los pesos pesados del ala centroderechista reclaman el primer puesto en la escena, e intentan arrinconar a la alianza "en el corazón de la izquierda" diseñada por Aubry.
Es la réplica de los liberales del PS a la reciente aprobación, hace unas semanas, de un documento programático clave del PS, Por una igualdad real, que sienta las bases de una política adaptada a la segunda década del siglo XXI, y fiel a la tradición de una política de emancipación y de derechos sociales.
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El texto tiende un puente hacia los grupos más a la izquierda (NPA, Frente de Izquierdas y LO) que, según las elecciones, reúne entre el 9% y el 16% del voto nacional. Un porcentaje de votantes de los que el PS no puede prescindir si quiere ganar en 2012.