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Reino Unido se defiende de las críticas por el asesinato del soldado

La muerte de Lee Rigby a manos de dos hombres que estaban fichados pone en tela de juicio a los servicios de seguridad, que afrontarán una investigación parlamentaria

PATRICIA RODRÍGUEZ (EFE)

Scotland Yard prosigue la investigación del asesinato de un soldado británico en Londres, mientras el Gobierno se ha defendido de las críticas recibidas tras conocerse que los servicios secretos tuviera fichados a sus asesinos, dos supuestos radicales islamistas.

La Policía Metropolitana continúa interrogando a un hombre y una mujer de 29 años que fueron detenidos ayer como supuestos cómplices en la muerte del militar Lee Rigby, de 25 años, en el barrio de Woolwich. Su asesinato ha conmocionado a Reino Unido y ha dado pie a temores sobre la convivencia entre las distintas comunidades, por lo que las autoridades, tanto políticas como religiosas, han hecho nuevos llamamientos a la unidad.

Los servicios de seguridad afrontarán una investigación parlamentaria tras confirmarse que los dos sospechosos, los británicos de origen nigeriano Michael Adebolajo y Michael Adebowale, de 28 y 22 años, ya estaban fichados desde hacía ocho años por las autoridades. Detenidos poco después del asesinato y filmados por viandantes, se encuentran bajo vigilancia policial en dos hospitales diferentes de Londres, donde ingresaron tras recibir hasta ocho disparos de los agentes.

Aunque Cameron no ha querido dar detalles de la investigación para no entorpecer su curso, su Gobierno ha tenido que salir al paso de algunas reproches. El ministro británico de Comunidades, Eric Pickles, ha declarado a la cadena BBC que, si bien se llevará a cabo una investigación en profundidad de la actuación de los servicios secretos, es 'imposible controlar a todo el mundo todo el tiempo' aunque los responsables estuvieran fichados. 'He visto a expertos en seguridad explicar lo difícil que es, en una sociedad libre, poder controlar a todo el mundo', defendió.

Instantes después de que Rigby cayera abatido, uno de sus supuestos agresores, con las manos ensangrentadas y un machete, se dejó grabar por una cámara a la que justificó el delito en nombre de Alá, lo que ha provocado algunos incidentes, como asaltos a mezquitas. Uno de ellos se dio anoche en un centro islamista situado en Belfast (Irlanda del Norte), que fue atacado con una botella llena de pintura, según informó hoy el Servicio de Policía de Irlanda del Norte (PSNI), que lo considera una posible agresión xenófoba.

Mientras las pesquisas continúan, el arzobispo de Canterbury y primado anglicano, Justin Welby, compareció junto al Consejo Musulmán británico en Leicester (Inglaterra) para asegurar que el brutal asesinato del soldado por supuestos radicales islamistas 'no dividirá a las comunidades'. También el viceprimer ministro británico, Nick Clegg, envió otro mensaje de unidad a la ciudadanía al alertar, en una visita a un centro multiconfesional del norte de Londres, de que el propósito de los agresores es 'diseminar la semilla del miedo y la división'.

Según un vídeo difundido por el tabloide Daily Mirror, policías armados llegaron al lugar del crimen trece minutos después de recibir la primera llamada de emergencia y dispararon un total de ocho balas a los supuestos agresores.

En respuesta a las críticas, Richard Barrett, exresponsable de los servicios de contraespionaje británicos MI5, opinó que es 'muy difícil' encontrar alguna 'señal' que pueda permitir a las fuerzas del orden prevenir o anticipar un crimen de estas características. Además, en declaraciones a la emisora británica Radio 4, el excomisario de la Policía Metropolitana de Londres Iain Blair confió en que el comité investigador 'actué rápido' para esclarecer posibles errores. Blair subrayó que 'es importante que el público sepa que los servicios de seguridad y la policía actúan adecuadamente'.

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