Regateo trágico en el bazar de Oriente Próximo
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John Kerry terminó este viernes en Oriente Próximo una fase de su mediación entre Israel y Hamás sin alcanzar un acuerdo de alto el fuego humanitario de una semana, como se había propuesto, con el objetivo de dar tiempo a que las dos partes puedan negociar las condiciones de una tregua más permanente durante esos siete días.
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El gabinete de seguridad israelí fue el primero en rechazar la propuesta de Kerry y lo hizo poco antes de las 9 de la noche por unanimidad, una unanimidad que no refleja las distintas ideas que fluctúan en el gabinete sino que más bien indican que los ministros han decidido extender la guerra para sacar algún provecho adicional en el bazar en que se convierte todo tipo de contacto entre israelíes y palestinos, y que jamás conduce a un lugar razonable.
Los ministros han decidido extender la guerra para sacar algún provecho adicional
Los americanos confían en lograr el alto el fuego de una semana en los próximos días, de manera que los contactos van a continuar hasta que finalice el regateo o hasta que una de las dos partes, con mucha mayor probabilidad Hamás, den muestras de debilidad en el campo de batalla.
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La responsabilidad del fracaso recayó sobre los israelíes, que fueron los primeros en rechazar la iniciativa. En medios gubernamentales se indicó que esa decisión estaba motivada por la falta de acuerdo sobre la presencia del ejército en Gaza durante la tregua, especialmente en las cercanías de la verja que separa la Franja e Israel, donde los militares están destruyendo un sistema de túneles que llegan hasta el Estado judíos y que los milicianos usan para causar fuertes bajas entre los soldados.
Un portavoz de Hamás confirmó anoche que los túneles constituían el principal obstáculo en la mediación, puesto que Israel quería que durante la tregua de siete días su ejército siguiera destruyendo los túneles, lo que era inaceptable para Hamás.
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Fueron los túneles los que hicieron caer el acuerdo. Por lo demás, fuentes islamistas indicaron que habían obtenido garantías de Kerry en el sentido de que el terrible bloqueo de Gaza se levantaría "después del alto el fuego".
En cambio, en el entorno del gobierno israelí se comentaba con disgusto que la propuesta de Kerry estaba más cerca de la de Catar que de la de Egipto. Catar es aliado de Hamás y los israelíes no sienten la menor simpatía por ese país. Recientemente varios miembros del gobierno han declarado que Catar apoya el terrorismo.
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Benjamín Netanyahu quería que Hamás aceptara la propuesta egipcia, que en realidad era una iniciativa pactada por el propio Netanyahu con su aliado Abdel Fattah al Sisi, y que demandaba un alto el fuego inmediato sin condiciones, para hablar posteriormente de todos los temas, incluido el bloqueo de Gaza, sin mayores garantías.
Si hubiera aceptado la iniciativa Sisi-Netanyahu, Hamás se habría despedido de todo, puesto que es virtualmente imposible que los islamistas consigan en la mesa de negociaciones lo que no consigan mientras disparan sus cohetes. No hay mejor prueba al respecto que el patético caso del presidente Mahmud Abás y la década que ha perdido "negociando" con Israel.
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Volver a la situación que existía antes de junio sería lo ideal para Netanyahu, porque consolidaría la división entre Cisjordania y Gaza Otras dos cuestiones que Netanyahu no aceptó fueron la liberación de los centenares de islamistas de Cisjordania que Israel ha encerrado desde junio, y la extensión a 12 millas del límite que tienen los pescadores de Gaza para pescar, y que en la actualidad es de solo 3 millas.
Con respecto al bloqueo de Gaza, el asunto no deja de ser confuso, pese a la promesa que Kerry hizo a Hamás, según los islamistas. Cuesta creer que Netanyahu esté dispuesto a levantar tan fácilmente el bloqueo que impuso hace siete años.
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El asunto del bloqueo debería incluir la apertura de los pasos con Israel y con Egipto, pero esto es demasiado pedir, y es muy probable que esta cuestión se demore indefinidamente en una mesa de negociaciones, no solo por deseo de Israel, sino también por deseo de Egipto, ya que Sisi se opone por la sencilla razón de que no pierde ninguna oportunidad para castigar a los islamistas y si lo hubiera deseado ya habría abierto hace tiempo el paso de Rafah para la circulación de personas.
En directa relación con la circulación de las personas está el tránsito de los gazatíes a Cisjordania, que es inexistente, hasta el punto que hace unos años, antes del bloqueo, el 20 por ciento de los estudiantes universitarios de Gaza estaban inscritos en universidades de Cisjordania. Desde el bloqueo no hay ninguno.
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Volver a la situación que existía antes de junio sería lo ideal para Netanyahu, entre otras cosas porque consolidaría la división entre Cisjordania y Gaza y le permitiría seguir construyendo a destajo en las colonias judías. Si Hamás acaba cediendo ahora en sus demandas es muy posible que la división palestina se refuerce en los próximos años.
El regateo de bazar entre unos y otros tiene lugar mientras van más de 1.000 palestinos muertos y el número de heridos se cuenta tambuén por millares. Todo esto mientras la comunidad internacional no pierde ninguna ocasión de hacer declaraciones tan pomposas como huecas que no conducen a la resolución del conflicto y que ni siquiera se mueven en esa dirección.