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"Quería saltar al río, el cuerpo me ardía, pero no había sitio. Estaba repleto"

Hablan los 'hibakushas', los supervivientes de la bomba atómica sobre Hiroshima, que ahora ejercen un enérgico pacifismo

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La "niña que vio la luz que brilla como mil soles" en Hiroshima, con la cara y los ojos quemados.

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HIROSHIMA (Japón).-  Sobrevivieron a una de las peores atrocidades de la Humanidad: la bomba atómica de Hiroshima. Setenta años después, los hibakusha (supervivientes) siguen estremeciendo al mundo con sus historias y ejerciendo un enérgico pacifismo.

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"Fue como un fuerte terremoto, pero tras el estruendo llegó el fuego. No se me van de la cabeza los gritos de la gente pidiendo ayuda en medio de la destrucción", relata esta mujer menuda. A la hora del bombardeo Ogura jugaba en la calle, delante de su casa, a 2,4 kilómetros al norte del epicentro de la explosión.

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Un niño observa un triciclo y un casco expuestos en el Museo de la Paz en el Parque de la Paz de Hiroshima. El triciclo perteneció al joven Shinichi Tetsuya, que montaba en él cuando la bomba cayó. EFE/Kimimasa Mayama

Aunque no fue herida físicamente, la pequeña Keiko fue testigo de una destrucción que nadie acababa de entender. "Se hablaba de una bomba especial, pero durante mucho tiempo no se supo que se había utilizado un arma atómica por la censura impuesta bajo el dominio estadounidense tras la guerra", relata.

Sunao Tsuboi, de 90 años, presidente de la Asociación de supervivientes de la Bomba Atómica de Hiroshima, conocidos como 'hibakusha'. EFE/Ramón Abarca

El aniversario de la tragedia aflora en ella, sin embargo, la sensación de impotencia. "Siguen muriendo niños en las guerras y las armas nucleares no han desaparecido. Este aniversario multiplica mi frustración y dolor. Nada ha cambiado", se lamenta.

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Imagen de la sede entonces de Promoción Industrial de la Prefectura de Hiroshima, fotografiada por el Ejército estadounidense tras lanzar la bomba atómica el 6 de agosto de 1945. EFE/Hiroshima Peace Memorial Museum

Sunao Tsuboi tenía 20 años cuando cayó la bomba sobre Hiroshima. Le pilló cuando caminaba hacia la universidad, a un kilómetro del epicentro, y sufrió graves quemaduras en la cara y el brazo que a los 90 años siguen siendo evidentes. "Fue como un destello de luz enorme. Me tapé lo ojos y salí disparado. Cuando me incorporé me di cuenta de que estaba cubierto de sangre", relata.

Hiroshi Hara, superviviente de la bomba atómica en Hiroshima de 83 años, muestra una de sus pinturas de la Cúpula Genbaku. EFE/Kimimasa Mayama

Cuando se cumplen 70 años del bombardeo, su mayor temor es que la gente empiece a olvidar: "Si dejamos de hablar de ello los más jóvenes pensarán que es una historia pasada y perderá importancia".

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