Putin descarta una guerra mundial por Ucrania, pero se prepara para ella
En el Día de la Victoria sobre los nazis, Putin descarta una guerra mundial, pero confirma unas inquietantes maniobras con armas nucleares tácticas cerca de Ucrania.
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Madrid, Actualizado:
Rusia ha celebrado este 9 de mayo el aniversario de la victoria sobre Alemania en la Segunda Guerra Mundial con aires triunfalistas en medio de otra contienda, la que desató con su invasión de Ucrania hace más de dos años. Los fastos de este 79 aniversario de la derrota nazi se han desarrollado también en el ojo del huracán de una nueva escalada de tensión con Occidente, cada día más implicado en la guerra de Ucrania pese a las advertencias de Moscú, las últimas con un marcado carácter nuclear.
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El presidente ruso, Vladímir Putin, juró esta semana su quinto mandato, tras su victoria en las elecciones de marzo. Con la potestad de ser el jefe de Estado para los próximos seis años, que le otorga también el cargo de comandante supremo de las fuerzas armadas rusas, Putin presidió este jueves la tradicional parada militar del 9 de Mayo en la Plaza Roja de Moscú.
En el desfile participaron nueve mil soldados, un millar de ellos combatientes de la guerra que libra Rusia en Ucrania, cuyo fin aún parece muy lejano, aunque sus efectos geopolíticos en Europa son cada vez más profundos.
Al igual que en el discurso pronunciado el martes para asumir la Presidencia de Rusia, que ya detenta casi ininterrumpidamente desde el año 2000, Putin hizo este jueves un amago de tender una mano hacia Occidente, mientras con la otra cerraba el puño en una advertencia muy poco discreta.
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Rusia no quiere la guerra… pero no dejará que la amenacen
"Nosotros no rechazamos el diálogo con los países occidentales. Depende de ellos", dijo entonces, al jurar su cargo en el Gran Palacio del Kremlin, en Moscú. Este jueves el tono fue parecido, pero con un trasfondo más ominoso, el de un país que se siente acosado por Occidente y que ya en febrero de 2022 respondió a esa presión con la invasión de Ucrania.
"Rusia hará todo lo posible para evitar un enfrentamiento mundial. Pero, al mismo tiempo, no permitiremos que nadie nos amenace", afirmó Putin durante su discurso ante los soldados reunidos en la Plaza Roja y el puñado de veteranos supervivientes de la Segunda Guerra Mundial, un colectivo ya muy exiguo.
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Solo nueve mandatarios extranjeros -seis del espacio exsoviético, junto a los de Laos, Guinea Bissau, y el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel- asistieron al desfile, en el que se mostraron algunos de los sistemas de armamento que está utilizando Rusia en Ucrania.
Putin quiso mandar un frío mensaje a Occidente, sin cuya ayuda militar Ucrania podría haber caído ya bajo la bota rusa: Moscú no aceptará el unilateralismo que quieren imponer Estados Unidos y sus aliados europeos de la OTAN llevados de un "revanchismo" y su apoyo "a los seguidores actuales de los nazis" en Ucrania.
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Las fuerzas estratégicas rusas en disposición de combate
Por eso, agregó el líder ruso, las fuerzas estratégicas rusas estarán "en todo momento" en disposición de combate. Se estaba refiriendo al armamento nuclear, que hace a Rusia invulnerable, salvo que sus contrincantes estén dispuestos a llegar a la destrucción mutua asegurada.
Ante los asistentes al desfile se exhibieron los misiles balísticos intercontinentales Yars, y los sistemas balísticos Iskander, misiles que también pueden incorporar cabezas nucleares tácticas. El simbolismo de este tipo de armas, respaldado por el discurso de Putin, estaba claro e iba dirigido principalmente a Francia y Gran Bretaña, como líderes en Europa de la línea más dura contra Rusia.
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La semana pasada, el presidente francés, Emmanuel Macron, volvió a poner sobre la mesa la posibilidad de que Europa pudiera enviar tropas a luchar en Ucrania junto al ejército de Kiev. Uno de los mayores problemas que tienen en estos momentos las fuerzas armadas ucranianas es que no disponen de suficientes efectivos para cubrir toda la longitud del frente bélico sin sufrir un severo desgaste, ni tampoco para reemplazar a los soldados caídos y que necesitan un descanso.
También hace una semana, el ministro de Exteriores británico, David Cameron, afirmó que Ucrania tenía todo el derecho de utilizar las armas de largo alcance suministradas por Occidente, en concreto misiles, para atacar objetivos en el territorio de la Federación Rusa. Tanto el embajador del Reino Unido en Moscú como el francés fueron convocados este lunes por el Kremlin por tales posiciones.
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"Ellos (los líderes occidentales) hablaron sobre la disposición e incluso intención de enviar contingentes militares a Ucrania, es decir, poner a los soldados de la OTAN frente a los militares rusos. Esa es una nueva espiral de escalada de la tensión. No tiene precedentes y exige una especial atención y medidas especiales", dijo el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, el lunes.
Maniobras con cabezas nucleares tácticas
El mismo lunes, como ejemplo de esas "medidas especiales", Putin ordenó organizar unas maniobras en el Distrito Militar Sur. Esta área estratégica incluye los territorios ucranianos ocupados y anexionados por Rusia en esta guerra y la península de Crimea, anexionada en 2014.
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La inquietante novedad es que esos ejercicios militares, cuya fecha aún no se ha comunicado, contarán con armas nucleares tácticas. Al menos en teoría. En las maniobras participarán fuerzas aéreas, antiaéreas y navales, y tendrían como meta "aumentar la preparación de las fuerzas nucleares no estratégicas", es decir, las tácticas, según un comunicado del Ministerio de Defensa ruso.
Las armas nucleares tácticas tienen una menor capacidad de destrucción, en principio, de entre uno y cien kilotones, aunque pueden variar según el país. La bomba atómica que arrasó Hiroshima era de 16 kilotones. Normalmente suelen alcanzar hasta medio millar de kilómetros, en el caso de los misiles tierra-tierra armados con cabeza nuclear, y de hasta 600 kilómetros, si son disparados por un avión o un submarino. Nunca han sido utilizadas sobre el campo de batalla.
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La sombra de la amenaza atómica sobrevoló de nuevo este jueves Moscú. Putin no solo confirmó esas maniobras con armas nucleares tácticas, sino que además anunció que, en una de las fases, participará Bielorrusia, el único estado aliado que le queda a Rusia en Europa. Es una novedad importante, pues con ocasión de la invasión de Ucrania, el Kremlin estacionó algunas de esas armas nucleares tácticas en ese país vecino en el sur.
El martes, el ministro de Defensa bielorruso, Víctor Jrenin, anunció la revisión de la capacidad de combate de los sistemas de misiles tácticos Iskander y el escuadrón de bombarderos S-25 estacionados en Bielorrusia, todos ellos con capacidad para portar armas nucleares tácticas.
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El Ministerio de Defensa ruso emitió esta semana un comunicado en el que indicaba que su ejército estaba listo para "garantizar de manera incondicional la integridad territorial y la soberanía del Estado ruso en respuesta a las declaraciones provocadoras y las amenazas vertidas por ciertos dirigentes occidentales contra la Federación Rusa".
La amenaza a la integridad territorial rusa es uno de los supuestos por los que el Kremlin podría apretar el botón rojo, según su doctrina nuclear. El presidente ruso, si bien no ha amenazado directamente con un ataque nuclear ruso preventivo, sí ha advertido de que, si Occidente opta por el enfrentamiento directo con Rusia en Ucrania o ataca algún territorio ruso, entonces sí podría haber un conflicto atómico.
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Difícil situación bélica ucraniana
La actual escalada de tensión llega cuando la situación bélica en Ucrania es muy complicada para las fuerzas de Kiev. Aún no han llegado todas las armas y municiones prometidas por Estados Unidos y los países occidentales en abril, tras el parón de varios meses que dejó prácticamente al ejército ucraniano a merced dela iniciativa rusa.
Iniciativa reflejada en los renovados ataques contra las infraestructuras críticas ucranianas que lanzó Moscú esta semana y que, el miércoles, destruyeron tres centrales térmicas en una oleada de misiles que los sistemas antiaéreos del ejército de Ucrania no pudieron detener.
Desde fines de marzo, cuando se redoblaron estos ataques, han resultado destruidas dos de las grandes centrales hidroeléctricas de Ucrania y ha quedado inservible el 80% de la capacidad de generación térmica de electricidad del país.
En lo que se refiere al frente, los mayores combates se concentran en la región de Donetsk. Las fuerzas ucranianas están retirándose de un buen número de aldeas y posiciones en ese frente oriental debido a la falta de munición y al agotamiento de sus efectivos, tras un año sin reemplazo de las tropas que allí combaten.
En estos momentos también hay un peligroso avance ruso hacia Kupiansk, una importante ciudad de la región de Járkov y un nudo ferroviario y de comunicaciones por carretera clave, cuya eventual caída en manos rusas daría vía libre al ejército del Kremlin para avanzar hacia el oeste e inclinaría definitivamente la balanza del conflicto hacia Rusia.
Zelenski confía en las nuevas armas occidentales
A pesar de esta escalada militar rusa, que pretende ganar terreno y ventajas tácticas antes de que llegue el material bélico occidental, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, se mostró este jueves esperanzado de que el ejército de Kiev pueda contrarrestar los avances rusos, sobre todo gracias a Estados Unidos y el nuevo paquete de asistencia militar aprobado allí.
"Con el incremento del suministro de armas seremos capaces de pararlos en el este. Ahora tienen la iniciativa, no es un secreto. Necesitamos pararlos y tomar nosotros esa iniciativa", explicó Zelenski en una rueda de prensa conjunta con la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, de visita en Kiev.-
Tales afirmaciones parecen demasiado optimistas. Las nuevas armas y municiones podrían frenar la intensidad del avance ruso, pero otra cosa es revertir la situación.
Para ello se necesitarían decenas de miles de soldados más que Ucrania no tiene en estos momentos, la formación de una fuerza aérea con los F-16 prometidos por Europa que tampoco llegan y la condición de que Rusia se quedara quieta mientras Ucrania ataca, algo que tampoco parece que vaya a suceder.