Michelle Obama tiene al país entregado. Esta mujer de 45 años recién cumplidos, descendiente de esclavos, inteligente y atractiva, ha cautivado a los estadounidenses.
Desde ayer es la persona más cercana al hombre más poderoso del mundo. Michelle ha hecho historia al convertirse en la primera mujer negra en el papel de Primera Dama, un título que no tiene funciones definidas ni atribuciones constitucionales, lo que deja amplio margen para reinventarlo. ¿Qué clase de Primera Dama será Michelle? Como ella misma ha dicho durante la campaña, ante todo será 'madre en jefe' (su marido es el'commander in chief' (comandante en jefe)).
'Se centrará en sus hijas (Malia, de 10 años, y Sasha, de 7) y no tiene interés en tomar decisiones ni en copresidir el país', ha explicado su mejor amiga y una de las asesoras del presidente, Valerie Jarrett. Pero no será del todo así. Tal y como Michelle ha adelantado, se ocupará de ayudar a las madres trabajadoras y a las familias de los militares, además de promocionar el voluntariado social. Para ello se ha rodeado de un veterano equipo de asesores con amplia experiencia política, lo que anticipa, para algunos, cómo jugará sus cartas. Por ejemplo, su jefa de gabinete es Jackie Norris, que trabajó con el vicepresidente Al Gore. Su asistente, Melissa Winter, lleva 18 años en el Capitolio.
Muchos han comparado a esta graduada por Princeton y Harvard con antecesoras como Hillary Clinton o Eleanor Roosevelt, que se involucraron en la toma de decisiones e hicieron suyas prioridades políticas. Un estilo bien distinto al de las esposas de presidentes republicanos como Laura y Barbara Bush o Nancy Reagan, dedicadas a temas menos sesudos, siempre dos pasos por detrás de sus maridos, dando la sensación de estar a miles de kilómetros del poder a pesar de dormir junto al Despacho Oval.
En otra categoría está Jackie Kennedy, quizá la que más comparaciones con Michelle ha desatado, sobre todo por la capacidad para marcar estilo, resultado de un arduo trabajo de sus asesores de imagen que la han convertido en apenas dos años en el icono de la mujer moderna.
'Hay cosas que buscamos en una primera dama que no vemos en un presidente', señala la historiadora especializada en primeras damas Myra Gutin. 'Son una pequeña ventana por la que podemos aprender un poco más cómo es el presidente'. Por eso los detalles, los gestos, son muy importantes: definirán en parte ya lo han hecho el papel de Michelle. Una mujer magnética durante la campaña, que no ha ocultado su sencillez ni su encendido amor por Barack; nadie ha pasado por alto sus caricias y miradas de complicidad.
Esta abogada, que creció en el humilde South Side de Chicago, quiere abrir las puertas de la Casa Blanca a la gente de la calle, sobre todo a los niños. Y es que el hecho de que sus hijas sean pequeñas reforzará su figura y su influencia. Su madre, Marian, se mudará con ellos al 1600 de Pensilvania Avenue. Quizá sea la encargada de recordarles de dónde vienen.
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