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Así es el primer club social en Occidente de fieles a Corea del Norte

El centro, ubicado en Tarragona, ha sido impulsado por Alejandro Cao de Benós, el único occidental que ejerce de delegado especial del gobierno norcoreano

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El delegado especial del gobierno norcoreano, Alejandro Cao de Benós, posa en el local de la Asociación de Amistad con Corea -KFA, primer club social de fieles a Corea del Norte impulsado por él. Un local 120 metros cuadrados de un antiguo bar musical en un sótano del centro de Tarragona, decorado con muebles de Ikea y retratos de los venerados Líderes. EFE/Jaume Sellart

TARRAGONA.- En los 120 metros cuadrados de un antiguo bar musical en un sótano del centro de Tarragona, entre muebles de Ikea y retratos de los venerados Líderes, la Asociación de Amistad con Corea -KFA, según sus siglas en inglés- está a punto de inaugurar el primer club social de fieles a Corea del Norte.

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Los retratos de su padre, Kim Jong Il, y su abuelo, Kim Il Sung, ambos embalsamados en un gigantesco palacio de mármol en las afueras de Pyongyang, decoran una de las paredes de la sede de la KFA.

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Los retratos de Kim Jong Il y  Kim Il Sung decoran una de las paredes de la sede 

De momento, mientras no cuente con los correspondientes permisos municipales, el local servirá sólo como lugar de reunión para los socios de la asociación, aunque más adelante la idea es "abrirlo" a todo aquel que quiera "desmontar mitos sobre Corea del Norte", ha explicado a Efe Cao de Benós, presidente y fundador de la KFA.

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El delegado especial del gobierno norcoreano, Alejandro Cao de Benós, posa en el local de la Asociación de Amistad con Corea -KFA, primer club social de fieles a Corea del Norte impulsado por él. Un local 120 metros cuadrados de un antiguo bar musical en un sótano del centro de Tarragona, decorado con muebles de Ikea y retratos de los venerados Líderes. EFE/Jaume Sellart

Antes de convertirse en un centro de culto a Corea del Norte, el local alojaba un discreto bar musical, con las persianas siempre pintarrajeadas. Para convertirlo en un espacio acogedor, de paredes blancas, con una biblioteca, una mesa de reuniones, una nevera con refrescos y un par de sofás, cinco miembros de la KFA -Cao de Benós incluido- han tenido que aportar unos 3.500 euros y arremangarse con las reformas.

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