Potencias atómicas mundiales Breve tregua nuclear a la espera de un nuevo 'boom' de rearme de las potencias atómicas mundiales
EEUU y Rusia, las dos grandes potencias nucleares, redujeron sus arsenales atómicos en 2018. Pero es una tregua momentánea. Un paso previo al inminente incremento de sus censos armamentísticos.
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MADRID,
Las potencias nucleares están en plena escalada armamentística. Una carrera, cada vez menos soterrada, que tiene como propósito la modernización de sus ejércitos y de arsenales atómicos y que lleva implícita un incremento ingente de recursos presupuestarios y líneas de financiación adicionales. Todo por la patria. Aunque se hayan tomado un respiro en 2018. Un paso atrás para coger impulso y activar los fastuosos desembolsos que, en los próximos años, dirigirán a la casi única misión de actualizar a los tiempos, al nuevo orden mundial -más unilateralista y con menos margen a la acción diplomática-, sus capacidades destructivas.
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La militarización se ha convertido en una tendencia generalizada y derivada de la doctrina del America, first de la Administración Trump, que ha abandonado, por decisión propia, la arquitectura de pactos de desnuclearización que pusieron el epitafio a la Guerra Fría. En este contexto se enmarca la reducción del número de cabezas nucleares almacenadas por las nueve potencias atómicas el pasado año. Desde las 14.565 del ejercicio precedente, a las 13.856 registradas a la culminación de 2018, según revela en su informe anual el Instituto Internacional de Estudios para la Paz (SIPRI, según sus siglas en inglés), un think tank con sede en Estocolmo y considerada la máxima autoridad independiente en la vigilancia armamentística de las grandes potencias.
"A pesar del descenso en el número de cabezas nucleares, todas las naciones que están en posesión de armas atómicas están acelerando la modernización de sus arsenales", asegura Jan Eliasson
El presidente de su Comité de Gobierno y antiguo vicesecretario general de la ONU, Jan Eliasson, matiza esta desmilitarización nuclear encubierta: "A pesar del descenso en el número de cabezas nucleares, todas las naciones que están en posesión de armas atómicas están acelerando la modernización de sus arsenales; esta es la cuestión clave y sensible en estos momentos". Tanto EEUU como Rusia, que han protagonizado en exclusiva este descenso testimonial de las cabezas nucleares operativas y, por supuesto, el resto de países que pertenecen al club nuclear y al que el SIPRI incorpora, además de a China, Reino Unido y Francia, el resto de estados permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, y de India y Pakistán, reconocidas como tales desde finales del siglo pasado, a Israel, que nunca ha admitido almacenar armamento nuclear, y a Corea del Norte. Y, fuera de la órbita atómica, en la práctica totalidad de los países del planeta. En 2018, el gasto militar en el mundo ascendió a 1,82 billones de dólares, más del PIB español o el 2,1% del tamaño de la economía global. A razón de 239 dólares por ciudadano. Es la primera vez que se supera esta barrera, después de que los desembolsos en Defensa experimentaran un alza del 2,6% respecto a 2017 y del 5,4% en relación al ejercicio 2009.
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Inventarios nucleares al alza
Según cálculos del SIPRI, Washington y Moscú recortaron sus inventarios. En 265 y 350 cabezas respectivamente. India y Francia los mantuvieron intactos, mientras que Reino Unido, Pakistán, India, China, Corea del Norte y "posiblemente" Israel, los aumentaron. La razón de la reducción de cabezas nucleares es que ambas potencias, EEUU y Rusia, que acaparan más del 90% de las armas atómicas del planeta, alcanzaron en 2018 el límite armamentístico que, para este tipo de armas de destrucción masiva, estipula el Tratado START, sobre el que ninguna de las dos parece tener intención de prorrogar. Pero cuya fecha de caducidad expira en 2021.
En el caso americano los expertos del SIPRI inciden en que, bajo la presidencia de Trump, EEUU ha emprendido cuatro grandes medidas presupuestarias
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En el caso americano los expertos del SIPRI inciden en que, bajo la presidencia de Trump, EEUU ha emprendido cuatro grandes medidas presupuestarias para modernizar su arsenal nuclear, dentro de la iniciativa denominada Nuclear Posture Review (NPR), que se inició bajo el segundo mandato de Barack Obama. En sus objetivos figura la necesidad de reducir los actuales arsenales nucleares con objeto de poder desarrollar nuevas versiones y modificar las estructuras atómicas caducas o desfasadas. Para lo cual, han señalado específicamente la proliferación de misiles de corto y medio alcance y submarinos con carga nuclear. Pese a que dispone de 1.000 bombas gravitacionales y misiles de crucero de corto alcance. Aun así, el NPR juzga "insuficiente" este arsenal, sin facilitar "evidencias" sobre este posible déficit de capacidad de armas consideradas no estratégicas, que presionan a otras potencias a actuar en la misma dirección.
Sobre Rusia, el estudio explica que su renovada táctica nuclear está encaminada a "reducir la superioridad de EEUU en cuanto a fuerzas convencionales y a mantener el pulso en el terreno nuclear". Los movimientos más recientes del Ejército ruso se dirigen a los nuevos submarinos nucleares con misiles de crucero -y, por supuesto, cabezas atómicas- que se han desplegado por aguas territoriales próximas a Europa y Asia y que pretenden contrarrestar el escudo antimisiles y la expansión de misiles estadounidenses por países aliados en ambos continentes. Incluso con el reforzamiento de acuerdos militares con China, interesada en obtener capacidades atómicas compartidas con Moscú. También insiste en la importancia de las misiones militares del Kremlin en el Ártico, el Atlántico y el Pacífico. O en la venta de dos bombarderos Tu-160 a Venezuela que fueron utilizados previamente en el norte de Rusia para lanzar misiles de crucero (largo alcance). Rusia posee 4.330 cabezas nucleares de las que aproximadamente 1.830 se catalogan como no estratégicas.
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China, por su parte, dispone de unas 290 cabezas nucleares estimadas y también ha iniciado una estrategia de ampliación de sus fuerzas atómicas, si bien incide en su compromiso de no usar en primera instancia su poder destructivo. Sus jerarcas admiten que la modernización de su arsenal está enfocada a mejorar su capacidad de respuesta ante posibles ataques. India y Pakistán, dos de los enemigos más irreconciliables del planeta, mantienen un pulso ajustado. Nueva Delhi dice tener entre 130 y 140 armas atómicas, frente a los 150-160 de su vecino paquistaní. Ambas han incrementado sus inventarios con entre 10 y 20 cabezas nucleares el pasado año. Un aumento similar al de Corea del Norte, a la que el SIPRI otorga una capacidad nuclear de entre 20 y 30 misiles. Sus expertos hacen mención en varias ocasiones en el informe de la maraña de opacidad que encuentra en las autoridades oficiales de las potencias atómicas. En especial, las de EEUU, Reino Unido y Francia. Además, por supuesto, de las de Israel, que siguen en su empeño de no declararse miembro de este club. Sus datos están basados en las pruebas balísticas y en el ritmo de suministros de materiales y mercancías dirigidos a la fabricación de estas armas y la industria militar.
Tensiones estratégicas en Europa
Los virajes armamentísticos de las potencias nucleares, además, están removiendo los pilares de otros ejércitos. Aliados o no de la OTAN o próximos a la órbita de influencia rusa o china. Muy en concreto, en Europa, países como Alemania, Holanda, Bélgica o Italia -y, en especial, Turquía- han puesto en cuarentena sus relaciones militares con EEUU. En gran medida, por la decisión de la Casa Blanca de salirse unilateralmente de los tratados sobre Misiles Anti-balísticos (ABM) y el de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF), de los que también se declara libre Rusia, y que han servido de acicate para incrementar sus partidas presupuestarias a la modernización de sus arsenales y ejércitos. Europa admite que la "información nuclear compartida" con su aliado del otro lado del Atlántico ha dejado de fluir y que la cooperación militar con Washington, que ha protegido el Viejo Continente desde el final de la Segunda Guerra Mundial y durante la larga sobra de la Guerra Fría, empieza a estar en cuestión, de forma cada vez más incesante.
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Los acuerdos de información compartida se configuraron desde el inicio de la OTAN entre aliados europeos
En casos como el de Turquía, que aporta el mayor número de soldados a la Alianza Atlántica, con visos de virar hacia Moscú como nuevo aliado militar, con un megacontrato de un sistema de defensa antimisiles con el sello del Kremlin encima de la mesa de Recep Tayyip Erdogan, su presidente, y que ha supuesto la cancelación inminente de cursos de entrenamiento a pilotos turcos de los F-35, uno de los cazas más remodelados del Ejército estadounidense, por decisión del propio Trump. Los acuerdos de información compartida -secreta- se configuraron desde el inicio de la OTAN entre aliados europeos con la finalidad única de tener capacidad de desarrollo inminente de poder nuclear facilitados por los dos socios europeos del club atómico y, por supuesto, por EEUU, en casos de emergencia de ataque desde el otro lado del Telón de Acero durante la existencia del bloque soviético. Sus fuerzas aéreas lograron el certificado para poder llevar misiles atómicos en tales supuestos, aunque la autorización debía ser previamente aprobada por EEUU.
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La asociación Arms Control, dedicada a ejercer influencia internacional en favor del control de la fuerza nuclear, pone cifras a los nueve integrantes del club atómico. A EEUU le concede 6.185 cabezas, por debajo de las 6.490 de Rusia. Francia (300) y China (290) compiten por ser la tercera potencia nuclear. Reino Unido tendría 200, 40 más que Pakistán y 60 por encima de India. Israel albergaría 90 y Corea del Norte, 30, según sus datos actualizados.