Posible respuesta de Irán a Israel: ¿dónde se situarían las potencias mundiales?
El mundo contiene la respiración ante una posible respuesta de Irán al asesinato en su territorio del líder de Hamás, atribuido a Israel. Teherán amenaza con una respuesta contundente, mientras la comunidad internacional mide sus fuerzas y trata, tímidamente, de evitar la escalada del conflicto en Oriente Medio.
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MÁLAGA, Actualizado:
Calma tensa ante la posible respuesta de Irán al asesinato del jefe militar de Heizbulá, Fuad Shuk, en Beirut (Líbano) el pasado 30 de julio por parte de Israel. Hassan Nasrallah, líder político de la organización chií y cabeza más visible de Hizbolá, aseguró que con este asesinato se había entrado "en una nueva etapa del conflicto" y que responderían de forma "inevitable" a la agresión isarelí. Atacando a la milicia libanesa, Israel también atacaba a Irán, su principal aliado, quien prometió vengar el asesinato del líder de Hizbolá.
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El golpe contra Irán fue doble: el mismo día en el que Shuk fue asesinado, un atentado en territorio iraní acababa con la vida de Ismail Haniyeh, líder político de Hamás, el partido islámico palestino cuyo brazo armado llevó a cabo los atentados del 7 de octubre contra población israelí. Haniyeh, exiliado en Qatar desde el inicio de la guerra, se encontraba coyunturalmente en Irán para asistir a la toma de posesión del nuevo presidente iraní, Masoud Pezeshkian. Aunque Israel no ha reivindicado el asesinato de Haniyeh, los líderes iraníes lo dan por responsable y anotan el ataque como una nueva provocación de Benjamín Nethanyahu, primer ministro israelí. La anterior tuvo lugar el pasado 1 de abril, cuando la embajada de Irán en Siria fue atacada en un atentado atribuido a Israel que acabó con la vida de 13 personas, incluyendo dos altos mandos de la Guardia Revolucionaria Islámica.
Ambos asesinatos, el de Shuk y el de Haniyeh, sumados a la larga agonía que sufre la población gazatí y a la expansión ilegal de Israel por el territorio palestino, han llevado a un endurecimiento del tono de los estadistas sionistas e iraníes. En las casi dos semanas que han pasado desde el asesinato de ambos líderes árabes, el aumento de la tensión únicamente se ha traducido en amenazas verbales. EEUU, socio indiscutible de Israel, dice haber desplegado su diplomacia para contener la respuesta iraní. A la vez, este lunes 12 de agosto, el secretario de Defensa de EEUU, Lloyd Austin, ha anunciado el traslado de un submarino con misiles al Mediterráneo oriental.
Casi todos los países rehúyen de una expansión del conflicto, pero ninguno quiere mostrar debilidad
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El principal temor que supone la implicación de la potencia chií de Oriente Medio en el conflicto palestino-israelí es que pueda arrastrar al resto de países de la región y a sus aliados en un conflicto mucho más amplio. A grandes rasgos, esto supondría un enfrentamiento más directo con los países de la OTAN, posicionados del lado israelí. En frente, estarían Rusia y China, así como algunos países de Oriente Medio, no necesariamente partidarios directos de Irán. Únicamente Hizbolá, partido que controla la mitad sur del Líbano, ha mostrado un apoyo sin fisuras a Irán. De hecho, es probable que, de abrirse un nuevo frente, sea en este territorio donde ocurra. Si bien estos son los posicionamientos generales, dentro de las grandes alianzas bélicas existen numerosos matices, marcados en principio por un rechazo más o menos amplio de la extensión de la guerra en la región. Casi todos los países rehúyen de la guerra total, pero ninguno quiere mostrar debilidad.
Público hace un repaso de las posiciones de las diferentes potencias y países de la región ante la posible respuesta de Irán a Israel.
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EEUU y la OTAN
Como se sabe, EEUU es el gran aliado de Israel en Occidente. Su apoyo ha resultado fundamental para que Benjamín Netanyahu desarrolle su estrategia militar en la Franja de Gaza, en donde ya han sido asesinados alrededor de 40.000 palestinos. Las relaciones entre EEUU e Irán han sido cuanto menos tensas desde la Revolución Islámica que en 1979 acabó con el mandato del sah Mohammad Reza Pahleví. La salida de EEUU del acuerdo nuclear pactado con Irán en 2018, durante el Gobierno de Donald Trump y el asesinato dos años después de Qasem Soleimani, comandante de la Guardia Revolucionaria Islámica a manos de dos drones estadounidenses, enfriaron más si cabe la relación entre estos estados.
Sin embargo, EEUU no desea una expansión de la guerra en Oriente Medio y ha tratado de liderar infructuosamente la mediación de un alto al fuego entre Israel y Hamás, siempre dando mayor ventaja al sionismo. Según la información publicada por The Jerusalem Post, Joe Biden criticó el asesinato del líder de Hamás, Ismael Haniyeh, porque interrumpía los esfuerzos por alcanzar un acuerdo de paz. Haniyeh era una de las partes fundamentales en esta mediación. Con su asesinato, llegar a un punto de entendimiento entre ambas partes se hace más complicado. El pasado 8 de agosto, Biden trató de retomar las negociaciones, que han sido frontalmente rechazadas por Hamás.
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Paralelamente, EEUU ha vetado consecutivamente las resoluciones por un alto al fuego en el Consejo de Seguridad de la ONU. La última vez, en febrero. La sobreprotección del Gobierno de Benjamín Netanyahu ha empezado a salirle cara a la administración Biden, que ha enfrentado una oleada de protestas en oposición a su apoyo sin condiciones a Israel. Las movilizaciones fueron duramente reprimidas por parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad de EEUU, deteriorando aún más la ya maltrecha imagen del presidente Biden y, desde hace unas semanas, excandidato demócrata.
Mientras dice mediar, EEUU redobla su presencia militar en Oriente Medio y continúa regando con ayudas a las Fuerzas de Defensa de Israel. La última partida ascendió a 5.200 millones de dólares. Si no se logra un alto al fuego y la respuesta de Irán es tan contundente como anuncian que será, no cabe duda de que EEUU se posicionará del lado de Israel. Ahora bien, el grado de implicación del país cabeza de la OTAN variará en función de la magnitud de la respuesta iraní.
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Turquía: a favor de la causa palestina, pero atada a la OTAN
La última década en Turquía ha estado marcada por la creciente islamización venida de la mano de Recep Tayyip Erdogan, presidente de la república anatólica desde 2014. Esta intensificación del conservadurismo turco ha tenido lugar en paralelo a los sucesivos rechazos de la UE a que Ankara forme parte del club de los 27. El desgaste de esta vieja aspiración ha llevado a Erdogán a desviar sus esfuerzos hacia los BRICS, una alianza económica nacida en 2009 que integra a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
En el plano simbólico, Erdogán se muestra contrario a Israel y a favor de Palestina. De hecho, el pasado 20 de abril, el líder turco recibió en su territorio al ahora fallecido Ismail Haniyeh, jefe de Hamás. Erdogan condenó abiertamente su asesinato y dejó claro su desprecio al sionismo, a la par que evitó dar apoyo explícito a Teherán. Posteriormente, ha hecho declaraciones que sitúan a Israel e Irán en el mismo plano de responsabilidad en el conflicto. En la última escalada de tensión entre Tel Aviv y Teherán, en abril de este mismo año, sí que criticó el doble rasero con el que se juzgaron los actos de Irán por parte de Occidente. Además, a Turquía e Irán les une su común oposición al movimiento kurdo, que se extiende por los territorios de ambos países.
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A pesar de que sus escarceos con Rusia, su oposición a Israel y su acercamiento al mundo árabe ha generado suspicacias entre los aliados de la OTAN, la presencia de Turquía resulta indispensable para la Alianza. Esto se debe, entre otras cuestiones, al elevado número de soldados que aporta y a su posición geoestratégica. Por ello, independientemente de las escenificaciones de Ankara, llegado el caso de un enfrentamiento en la región, Turquía se debe a la OTAN, a la que pertenece casi desde su origen, en 1952.
China y Rusia, potencias periféricas cercanas a Irán
Ambas potencias son aliadas y, aunque no son la misma cosa, suelen caminar en paralelo en lo que respecta a cuestiones geopolíticas, si bien el papel de China es mucho más conciliador que el de Rusia. Tanto Pekín como Moscú suponen el principal contrapeso de EEUU en el tablero mundial y, aunque no se han inmiscuido directamente en el conflicto palestino-israelí, muestran su apoyo a Irán y a la causa palestina. Pero, ante todo, piden que se detenga la escalada de tensión y son proclives a un proceso de paz. Ambos países tienen derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU y votaron a favor de tres de las cuatro resoluciones dirigidas a establecer un alto al fuego en la región. Justamente se opusieron a la última, presentada por EEUU.
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El presidente iraní, Masud Pezeshkian, y el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Serguéi Shoigu, se reunieron en Teherán el 6 de agosto, poco después del asesinato de Haniyeh. El encuentro dejó constancia de la buena relación entre las partes, algo que se ha traducido en la venta de material defensivo por parte de Moscú a Teherán, tal y como lleva haciendo el país persa con Rusia desde inicios de su guerra con Ucrania. También quedó claro que ambas potencias tienen la intención de continuar estrechando sus lazos en materia económica, especialmente tras el acuerdo conjunto firmado en diciembre de 2023. Con él, esperan contrarrestar las sanciones de Occidente a ambas partes.
Por otro lado, el pasado 11 de agosto, el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, mantuvo una conversación con su homólogo iraní, Ali Bagheri Kani. En ella abordaron sus respectivas posiciones en este conflicto. Según informó la agencia china de prensa, Xinhua, Pekín condenó el asesinato de Haniyeh, considerándolo una violación de las relaciones internacionales. Asimismo, declaró su apoyo a que todas las partes defiendan sus derechos legítimos, especialmente los de Palestina.
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Egipto, equilibrios para no perder liderazgo
La posición del país más poblado de la zona, limítrofe con la Franja de Gaza y tradicional valedor de los intereses del mundo árabe, es también ambivalente. Desde 1979, tras los acuerdos de Camp David, las relaciones entre Egipto e Israel se ha mantenido estables y alejadas, por lo general, de la hostilidad. No obstante, la ofensiva israelí ha puesto en serio peligro una paz que ha durado 45 años, dando paso a una creciente tensión entre ambos estados a raíz del 7 de octubre. Ello a pesar de que Abdel Fatah al Sisi, presidente de Egipto, ha rechazado en numerosas ocasiones abrir el paso de Rafah a los palestinos que intentan huir de Gaza. El país africano sólo ha permitido, puntualmente, la entrada de ayuda humanitaria desde su territorio.
Al mismo tiempo, sin embargo, el pasado mayo Egipto anunció que apoyaría la demanda interpuesta por Sudáfrica contra Israel en diciembre ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por presuntos crímenes de genocidio durante la guerra en Gaza. También ha denunciado, a través de su Ministerio de Exterior, el ataque israelí del pasado 10 de agosto a la escuela Al Tabin de Gaza, considerándolo un "asesinato deliberado". Por otra parte, en el marco del latente conflicto entre Irán e Israel, Egipto ha prohibido a sus aerolíneas volar sobre el espacio aéreo de Irán, tal como informó la agencia Euro News.
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El Cairo, a pesar de su histórica posición dominante en el mundo árabe, se encuentra en una tesitura similar a otros países de la región: condena las intervenciones militares de Israel y se opone abiertamente a una expansión de la guerra. El Gobierno de Al Sisi es una de las partes que intermedian en el, por ahora fallido, proceso de alto al fuego.
Los países del Golfo Pérsico
Después de casi 40 años de conflicto enquistado, Arabia Saudí e Irán alcanzaron un acuerdo histórico de reconciliación, el cual abría el camino a una posible reducción de la tensión en Oriente Medio. Aquello fue en marzo de 2023, antes de que los ataques del 7 de octubre de Hamás encendieran de nuevo la mecha bélica. Con el estallido de la guerra, la posición de Arabia Saudí, uno de los aliados históricos de Estados Unidos e Israel en la región, no ha cambiado, aunque las llamadas a la contención se han vuelto habituales desde la realeza saudí.
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Esta apuesta por la diplomacia es también compartida por los demás estados árabes del Golfo Pérsico. De estos, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos y Catar, de mayoría suní, como la propia Arabia, han sido cercanos al eje estadounidense-israelí. Esta proximidad, en todo caso, no presupone un apoyo de la intervención militar sionista en Gaza. Sin ir más lejos, Catar ha sido el país en el que estuvo exiliado Haniyeh desde el inicio de la guerra. Los líderes cataríes condenaron categóricamente su asesinato, y advirtieron a Israel de que su imprudente conducta podría llevar al caos a la región. Al funeral del difunto jefe de Hamás, celebrado en Doha, capital de Catar, concurrieron altos cargos del país.
Por su parte, Baréin, país gobernando por una monarquía constitucional suní, pero de población eminentemente chií, estrechó sus lazos con Israel en 2020, en el marco de los 'Acuerdos de Abraham'. Firmados en Washington bajo el arbitrio de Donald Trump, tales acuerdos buscaban establecer relaciones diplomáticas entre Israel y sus firmantes. El compromiso, del que formaron parte también Emiratos Árabes Unidos, Marruecos y Sudán, arrinconaba aún más a Irán, al tiempo que fue considerado en Palestina como una "traición" a su causa.
No obstante, las posiciones en el Golfo Pérsico no son monolíticas, sobre todo tras el estallido de la guerra en Gaza. Así, siguiendo la estela saudí, el pasado junio Baréin retomó también los lazos con Irán. Previamente, el pequeño petroestado ya había suspendido las recientes relaciones institucionales con Israel a causa de la ofensiva iniciada el 7 de octubre de 2023.
Jordania, Siria e Irak: contrarios a la extensión del conflicto
Los países más próximos geográficamente a Israel también se oponen a la ocupación sionista de Palestina, pero al mismo tiempo intentan evitar una escalada de la violencia. Los territorios de Jordania, Siria e Irak se interponen entre Israel e Irán. Por ello, sospechan que, de expandirse el conflicto, serán su población la que se verá afectada. Precisamente a causa de esto, el ministro de Exteriores jordano, Ayman Safadi, se ha opuesto a que su espacio aéreo se use para un posible cruce de ataques, y ha asegurado que interceptarán "cualquier cosa que pase" por él. El alto cargo se niega a que Jordania sea "el campo de batalla de Israel e Irán".
Por su parte, el Gobierno sirio de Bashar al-Asad ha mostrado su apoyo a la causa palestina. En cualquier caso, de forma similar a otros países de la región, este apoyo ha quedado reducido a actos meramente simbólicos. Siria aún permanece inmersa en una guerra civil que comenzó en 2011, razón por la cuál se presume que evitará riesgos políticos y militares que la arrastren a un conflicto armado más amplio. Ahora bien, desde el inicio del conflicto en Gaza, milicias proiraníes presentes en Siria desde la erradicación del Estado Islámico han aprovechado el conflicto para atacar posiciones del ejército estadounidense en este territorio. Es con estos grupos armados con los que Irán tiene capacidad para establecer verdaderos vínculos.
También cercanas a Irán son las milicias chiíes que operan en Irak. Las relaciones irano-iraquíes han sido históricamente tensas, como evidencia la larga guerra vivida entre ambos países en la década de los ochenta. No obstante, en los últimos años, sus lazos se han estrechado. Bagdad ha sido, además, uno de los grandes opositores del régimen sionista en la región. El actual Gobierno de Irak, formado en octubre de 2022 bajo el auspicio de EEUU, continúa tratando de alejarse de la potencia occidental, pero inevitablemente guarda cierta relación de ambivalencia con ella. Todavía hay en territorio iraquí bases militares estadounidenses, como la de Al-Asad, recientemente atacada por milicias contrarias al gobierno oficial. Este último sabe que Irak no puede soportar una nueva guerra en su territorio. Una preocupación que no tienen por qué atender las milicias que operan en este territorio.