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La policía cubana asedia el último adiós a Zapata

La madre del preso de conciencia muerto en huelga de hambre acusa a las autoridades de dejar a su hijo sin agua durante 18 días

DANIEL LOZANO

Orlando Zapata fue enterrado ayer tal y como vivió: rodeado y presionado por la policía. Los agentes cubanos de la Seguridad del Estado tomaron Banes, su pueblo natal, y detuvieron o encerraron en sus hogares a 50 disidentes de Holguín. Objetivo: acallar cualquier tipo de protesta. Pero una voz, la de su madre, Reina Tamayo, se alzó por encima de la represión: '¡Acabaron con Zapata, acabaron con Zapata! Fue un asesinato premeditado. Lo dejaron 18 días sin tomar agua en Camagüey. El Gobierno totalitario de Fidel Castro es el responsable de la muerte de mi hijo. ¡Son unos asesinos, acabaron con mi hijo!'

La voz desgarrada de Reina, ya sin la serenidad de las primeras horas, tronó en las ondas de Radio Martí, uno de los pocos medios que pudo acceder al cortejo fúnebre de 100 personas formado por la familia Zapata, por las Damas de Blanco (donde milita Reina) y por varios disidentes, que acompañó los restos mortales del preso de conciencia cubano, fallecido tras 86 días en huelga de hambre, desde el hogar familiar hasta el cementerio de La Güira.

'Banes era como un pueblo filipino tomado por el ejército japonés'

'Allí cantamos el himno nacional, gritamos consignas (libertad, Zapata vive, libertad para los presos políticos, viva Cuba Libre) y depositamos gladiolos (el símbolo de las Damas de Blanco) en la tumba', aseguró Marta Díaz Rondón, vicepresidenta del Movimiento Feminista Rosa Parks.

'Hemos sido reprimidos hasta el último instante por el recorrido', denunció también la madre. 'Queríamos llevar a mi hijo en brazos, pero no pudimos, lo llevamos en carro fúnebre', confirmó a France Press.

'Mi hijo recibió palizas por ser negro', protestó Reina, que ha denunciado los maltratos sistemáticos sufridos por su hijo, incluso después de que fuera operado de un coágulo en la cabeza provocado por un golpe. 'Te mataron porque no claudicaste, de frente pero no de rodillas'.

Raúl Castro culpó a Estados Unidos de la situación del fallecido

Orlando Zapata, un humilde fontanero negro, condenado en primer término a tres años de prisión por desacato, vio cómo los años de cárcel y las condenas crecían con la misma contundencia que sus protestas.

Considerado preso de conciencia por Amnistía Internacional desde 2004, Zapata clamaba contra las palizas y malos tratos. El disidente exigía que se le entregasen los alimentos que su familia le proporcionaba y que le separaran de los presos comunes.

'Bajo un verdadero estado de sitio', pormenorizó Elizardo Sánchez, histórico dirigente de la disidencia y portavoz de la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional.

'Banes estaba ocupada desde el martes. Era como un pueblo tomado por el ejército japonés en Filipinas', con todas las entradas y lugares públicos copados por la policía, concretó Sánchez.

¿Hasta qué punto las vehementes acusaciones de Reina han hecho mella en el régimen cubano? Acostumbrado a resistir hasta la agonía, con precedentes como la Primavera Negra o la ejecución de los tres jóvenes balseros, el Gobierno cubano ha optado por la mordaza de siempre, apoyado en los medios oficiales que ayer seguían ocultando la muerte de Zapata.

El Granma no dudaba en titular 'Sostienen Lula y Fidel fraternal encuentro' y 'Fructífero intercambio entre Raúl y Lula'. Durante uno de esos 'fructíferos' actos, Raúl Castro, visiblemente nervioso, peleándose con las palabras, lamentó la muerte, pero añadió que el responsable es Estados Unidos. Estas declaraciones fueron cuidadosamente cortadas en la televisión oficial.

Y los únicos medios que se hacían eco de la muerte, incluyendo embajadas como la de Madrid, esgrimían un falso expediente en el que se acusaba a Zapata de ser un delincuente común. Sólo un porcentaje muy pequeño de los cubanos conocía ayer la noticia, gracias a Internet y a las antenas piratas.

Pero el peso de esta realidad no arredró a Reina Tamayo, que volvió a disparar contra Raúl tras el entierro: 'El Gobierno de Fidel Castro y Raúl Castro tiene que pagar esta muerte, son unos asesinos'.

La ola de repulsa se ha levantado en medio mundo, con la excepción de América Latina, donde el silencio ha sido la nota común. Tras la enfermedad de Fidel Castro, La Habana se ha convertido en punto de encuentro de gran parte de los mandatarios del continente.

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