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La Policía acaba con la protesta en Los Ángeles

El desalojo termina con más de 200 indignados detenidos

ISABEL PIQUER

Después del desalojo del parque Zuccotti en Nueva York, el pasado 16 de noviembre, y de las operaciones policiales en Oakland y Port-land, sólo quedaban unos pocos campamentos afines a Occupy Wall Street (OWS) en EEUU. El martes por la noche las autoridades locales acabaron con dos de los más simbólicos en Los Ángeles y Filadelfia.

Más de 200 personas fueron detenidas por la Policía de Los Ángeles al negarse a evacuar la plaza del Ayuntamiento donde llevaban dos meses acampando.

Los agentes llegaron a primeras horas de la madrugada y comenzaron a movilizar a los manifestantes con un dispositivo de más de 1.400 agentes. Antidisturbios armados con porras cerraron las calles colindantes, usando megáfonos para advertir a los manifestantes de que debían dispersarse. Durante la operación, más de una docena de indignados se sentó en un círculo cerrado en el centro del campamento con los brazos entrelazados para evitar el desalojo.

Hubo momentos tensos pero no se registraron heridos. Ruth Fowler, una de las indignadas, escribió en su blog que la 'violencia era bastante intensa' y que los 'agentes querían hacer daño a la gente. Pegaban a la gente que sólo intentaba escapar'. Los Ángeles se había convertido en el campamento más grande de EEUU, más que el de Zuccotti, con unas 500 tiendas de campaña y una media de 800 personas durmiendo todas las noches.

El desalojo no fue exactamente una sorpresa. El alcalde de Los Ángeles, Antonio Villa-raigosa, ya había avisado a los indignados de que iba a tomar medidas. Y eso que Villaraigosa al principio respaldó las peticiones de los ocupas. Pero pasó lo mismo que en Nueva York: cuando el campamento empezó a asentarse y estabilizarse, el alcalde invocó problemas de salubridad pública y pidió su cierre.

Al igual que en el desalojo de Nueva York, Los Ángeles limitó el acceso de la prensa a lo que estaba pasando.

Mientras, en Filadelfia, las autoridades locales también desalojaron el campamento de OWS que hasta ahora había conseguido sobrevivir a la intemperie y a los embistes de la Policía. La operación se realizó sin grandes altercados aunque más de 50 personas resultaron detenidas acusadas de alterar el orden público.

Otros campamentos están en peligro: el de Washington y el de Oklahoma. La idea de trasladar las manifestaciones a los campus de las universidades no ha tenido mucho éxito, las facultades, incluida la de Berkeley, con su largo historial de protestas, han hecho lo posible por prohibir estas iniciativas.

Ahora que ya no le queda apenas presencia material, OWS sigue movilizando a sus seguidores en las redes sociales, esperando reconvertirse en un movimiento de protesta más activo aunque todavía no sabe muy bien cómo. La semana pasada culminó una marcha hacia Washington para pedir más impuestos para los más adinerados. OWS ha lanzado para el próximo día 6 un día de acción en contra de las ejecuciones hipotecarias que han afectado a cientos de miles de estadounidenses.

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