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Periodistas sin entrañas

“Un niño es un niño, no un juguete para una foto”

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Petra László pone la zancadilla a un refugiado que corre con un niño en brazos en Röszke (Hungría).

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ROSZKE (HUNGRÍA).- Un hombre atraviesa con una niña a la espalda el campo que separa la valla fronteriza de la carretera. Va acompañado de otro varón, de mediana edad, que grita y gesticula. Corren en dirección a la policía, que trata de bloquear a los refugiados que van llegando. A escasos metros, su mujer, con otro pequeño en brazos, llora y pide ayuda. Un cámara les enfoca desde lejos, apunta con su objetivo.

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Varios grupos de hombres y mujeres hacían gestos de hastío ante los periodistas, que les sacaban fotos sin siquiera dirigirles la palabra o pedir permiso. “No foto. Veinte euros si quieres una foto. Tú haces dinero con eso”, nos dice una familia afgana al ver cómo nos acercamos. Otros, todo lo contrario, quieren que se muestre todo, que se cuente y sobre todo que haya una reacción en Europa: “Graba todo, para que el mundo lo vea, y luego muestra a los gobernantes estas fotos. Pregúntales por qué. Solo queremos pasar por Hungría”, denuncia un hombre que camina por la vía del tren con su niño a cuestas, directo hacia el cordón policial. Él no piensa esquivarlo, está demasiado agotado y con mucho equipaje.

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“Un niño es un niño, no un juguete para una foto”

“Los sirios nos hemos convertido en material para la prensa”, comenta Sipan Ahmed, un periodista sirio que actualmente vive en el centro de refugiados en régimen abierto. Ha enviado artículos a varios periódicos árabes para informar sobre lo que están viviendo los refugiados, pero los grandes medios no los han aceptado. “Creo que solo los que viven esta situación pueden contarla con honestidad”, explica.

Sipan ha entrado en la UE por la frontera entre Turquía y Bulgaria, saltando la alambrada. La policía turca no tiene reparos en disparar con balas a los que intentan cruzar.

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Sipan Ahmed:“Si Petra László odia a la gente, no puede ser periodista. Le deseo que nunca viva lo que hemos vivido nosotros"

“Durante cinco minutos tuve la muerte a mi lado. Suspendido en la alambrada, mientras la policía disparaba, los perros ladraban y una madre lloraba con sus hijos al lado. Y yo intentado salvarme. Nadie te echa una mano, y tú mismo no ayudas a nadie cuando la muerte está muy cerca de ti”, explica.

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