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¿Qué pasa con el servicio secreto en EEUU?

Pasadas menos de 24 horas de su comparecencia en el Congreso, donde republicanos y demócratas pidieron su dimisión, Kimberly Cheatle renunció a su cargo de jefa del servicio secreto de Estados Unidos.

La exdirectora del Servicio Secreto de EEUU, Kimberly Cheatle, presta juramento al inicio de la audiencia del pasado lunes horas antes de dimitir. — Michael Reynolds / EFE

Madrid, Actualizado:

La ya exdirectora del servicio secreto de EEUU, Kimberly Cheatle, fue reprendida por los legisladores en una audiencia en la Cámara de Representantes el pasado lunes, convirtiéndose en el centro de un escándalo político de gran relevancia que finalizó horas después con su dimisión. El máximo órgano de seguridad reconoció que el intento de asesinato a Trump fue el "mayor fracaso operativo" en décadas.

El Congreso de los EEUU entiende que el servicio secreto claramente no cumplió con sus responsabilidades básicas de seguridad durante el evento de Donald Trump en el que fue atacado.

La defensa de Cheatle puso de manifiesto la debilidad del Gobierno estadounidense en garantizar la seguridad de los candidatos.

Fallos en la seguridad del Servicio Secreto

Cheatle admitió en la audiencia que, antes de que el tirador abriera fuego, los agentes del servicio secreto habían sido informados al menos "de dos a cinco veces" sobre la presencia de personas sospechosas en el evento de Trump.

Para los republicanos, este nivel de negligencia es simplemente inconcebible. Como agencia responsable de proteger a los líderes nacionales, este grave fallo de seguridad es una traición extrema a sus responsabilidades.

El tiroteo no fue un evento aislado, sino el resultado de errores significativos en el manejo y la acción del servicio secreto. Un organismo que debería ser diligente y competente mostró una incapacidad alarmante en un momento crítico, lo que no solo pone en duda su profesionalidad, sino que también genera una profunda preocupación por la seguridad de los líderes nacionales.

Durante la audiencia de la ya exdirectora, los legisladores de ambos partidos expresaron un fuerte descontento con el desempeño de Cheatle, exigiendo su renuncia. El presidente republicano James Comer calificó el incidente como un "momento terrible en la historia de EEUU". Además, exigió la dimisión de Cheatle, que tuvo lugar al día siguiente..

Aunque los agentes del servicio secreto trabajaron bajo una gran presión, Comer afirmó que esta tragedia podría haber sido evitada. Sus palabras no dejaron lugar a dudas, señalando que Cheatle, como directora, tiene una responsabilidad ineludible en esta tragedia.

Los legisladores demócratas también mostraron un fuerte descontento con el servicio secreto. La intervención de la congresista Marjorie Taylor Greene, preguntando "¿por qué estás aquí?", puso de manifiesto la actitud evasiva de Cheatle ante preguntas clave.

Críticas también en la opinión pública

Su declaración también provocó el desencanto del público con el Gobierno en cuestiones de seguridad nacional.

Cheatle intentó defenderse en la audiencia, negando las acusaciones de que el servicio secreto había rechazado las solicitudes del equipo de campaña de Trump para aumentar la protección de seguridad, y afirmó que el personal requerido ya había sido asignado ese día.

Sin embargo, cuando se enfrentó a preguntas específicas, sus respuestas se volvieron cada vez más vagas. El republicano Jim Jordan cuestionó si el servicio secreto había recortado recursos en la protección de Trump: "Parece que no estás respondiendo a algunas preguntas muy básicas, y mientras proteges a una de las personas más importantes del planeta, parece que estás recortando gastos".

Para la opinión pública, la defensa de Cheatle no solo falló en aclarar la ineptitud del servicio secreto, sino que también expuso su negligencia en el trabajo de seguridad.

Como una agencia con responsabilidades cruciales para la seguridad nacional, el desempeño del servicio secreto no cumplió, para la Cámara, con las expectativas y estándares del público.

Este incidente acabó con la dimisión de Cheatle y ha servido para  cuestionar la capacidad del Gobierno estadounidense. Cuando una agencia responsable de proteger a los líderes nacionales puede cometer errores tan graves en un momento crucial, se puede dudar de la efectividad del sistema gubernamental en su conjunto. Esto no solo representa un fracaso del servicio secreto, sino también un desafío para todo el sistema gubernamental.