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El Partido Comunista intenta salvar la esencia de la Revolución cubana

El VI Congreso debe aprobar las reformas económicas y elegir a Raúl Castro como nuevo secretario general

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El congreso del Partido Comunista que cambiará la historia de Cuba comenzó en La Habana con muchas incógnitas y una sola certeza: Fidel Castro, líder perpetuo del partido que vertebra el régimen, dejará de serlo antes de que acabe el cónclave. "Debe ser, por ley de vida, el último de la mayoría de los que integramos la generación histórica", sentenció su hermano, el presidente de Cuba Raúl Castro, despachando de esta forma a toda una nomenclatura octogenaria.

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Catorce años después y con la espada económica de Damocles sobre sus mil delegados y sobre la vida de los 11 millones de habitantes de la isla, el esperado VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) confirmará el relevo en la jefatura del partido de un hermano camino de los 85 años por otro que cumplirá los 80. Hace unas semanas, Fidel admitió que ya no ejercía de primer secretario del PCC desde que cayó enfermo, pero el cambio aún no se ha consumado de forma oficial.

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Un relevo y un objetivo: dejar "trazada" la hoja de ruta de la "inaplazable" reforma económica, que evite la debacle del sistema socialista creado por los hermanos Castro. Medidas para "actualizar" el sistema, como repite Raúl desde que tomara el mando del país en 2006 por la enfermedad de su hermano mayor. Medidas que los burócratas deberán ejecutar contra sí mismos, en busca de desburocratizar el sistema en una especie de haraquiri a la caribeña.

Raúl: "O rectificamos o hundiremos
el esfuerzo
de generaciones"

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"O rectificamos o ya se acaba el tiempo de seguir bordeando el principio, nos hundimos, y hundiremos (...) el esfuerzo de generaciones enteras", concluyó recientemente Raúl Castro, hasta ahora segundo secretario del PCC, sin eludir ni un ápice el dramatismo de sus palabras.

Las reformas económicas planteadas contemplan la reducción de un millón y medio de empleos públicos, la apertura de negocios privados (cuentapropistas) en 178 oficios, la eliminación de subsidios, la descentralización agrícola y la autogestión empresarial. Una revolución dentro de la Revolución, que ha arrastrado incluso a la famosa libreta, que da acceso a alimentos subvencionados: el Congreso evaluará una propuesta para "implementar la eliminación ordenada de la libreta de abastecimiento".

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"La libreta es Cuba, sin ella mucha gente va a pasar hambre", señaló con precisión de cirujana social Enriqueta Domínguez, ama de casa de 72 años, a la agencia AFP. Los cubanos, que se han beneficiados durante 50 años de la educación y sanidad gratuitas, insisten a su Gobierno para que elimine la doble moneda, permita la compraventa de casas y coches y la libertad para los viajes. Demasiada presión para el Gobierno de Raúl, que tiene claro que no puede seguir gastando más dinero del que ingresa, ni siquiera contando con la ayuda del petróleo venezolano de Hugo Chávez.

De momento, todo parece seguir igual en La Habana oficial, la ciudad en la que todo cambia para que todo siga igual: limitaciones para la prensa internacional, desfiles militares y mucha simbología. Empezando por la fecha elegida para el inicio del congreso, el 16 de abril. Hace 50 años Fidel proclamó el carácter socialista de la Revolución. Y el 17 de abril se conmemora el medio siglo de la fracasada invasión de Bahía Cochinos, dirigida por la CIA y ejecutada por tropas anticastristas. Más símbolos para una sociedad cargada de ellos.

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En un proceso previo que se ha prolongado durante meses, el Gobierno cubano ha avanzado algunas de las "inaplazables" medidas. Hace dos días, el diario Granma, órgano oficial del PCC, apostó por la descentralización y el fortalecimiento de las empresas, "donde la excesiva tutela del Estado ha creado disfunciones".

El diario ‘Granma’ apuesta por el fortalecimiento de las empresas

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El pequeño ventanuco para la suave crítica interna, abierto en medios como Juventud Rebelde y Granma y sus respectivas cartas al director, ha servido sobre todo para centrar los ataques en los odiados burócratas de la maquinaria centralista. "Las empresas fueron invadidas por la inercia de aguantar dictámenes y asignaciones", perdieron "capacidad de reacción y movilidad" y con la seguridad del abrigo estatal "dejaron de sentir la presión real de ser competitivas", publicó Granma. Algo impensable hasta hace muy pocos meses.

Críticas de muy distinto tono son las efectuadas por la oposición y los disidentes, que contemplan la cumbre del PCC entre el escepticismo y la indiferencia. Incluso los movimientos a la izquierda del PCC, liderados por intelectuales como Pedro Campos, alertan contra el proceso previo, donde "no hubo posibilidad de difundir y debatir plataformas alternativas al programa oficial. Las posiciones críticas no encontraron ningún espacio ni en prensa ni en radio o TV oficiales".

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Las críticas más rotundas sí han encontrado su espacio en las plataformas digitales rebeldes, como la de Yoani Sánchez y su blog Generación Y: "Aunque las expectativas se han desteñido bastante en los últimos meses, algo queda de ellas, y sobre todo entre los más desposeídos materialmente y entre los más aferrados ideológicamente".

Unos y otros han asistido con sorpresa al apoyo de la Iglesia, reflejado en la voz del cardenal Jaime Ortega, que no dudó en defender las "intenciones serias, muy esperanzadoras", de Raúl Castro. La Iglesia católica, con la asistencia de la diplomacia española, ha pactado con el Gobierno la salida de la cárcel de los presos de conciencia condenados tras la Primavera Negra, una operación que los analistas han vinculado con futuras ayudas para el proceso económico cubano.

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El cónclave coincide con el 50 aniversario de Bahía de Cochinos

El cuentagotas informativo en los medios estatales ha desaparecido en los últimos días para dar paso a las gestas de los barbudos de Sierra Maestra. Entre los vítores también se han deslizado pequeños adelantos del congreso, como la llegada de delegados desde el interior del país. Entre ellos Raúl Sánchez Machado, decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Las Villas. El profesor hizo pública su "gran satisfacción" al llegar a un encuentro "que es expresión de la voluntad democrática del pueblo por garantizar el futuro del país y la consolidación del proyecto socialista cubano".

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Pero más allá de eufemismos y de propaganda oficial, la sociedad cubana busca desde hace meses una tabla de salvación en medio de la tormenta económica. La vida real cubana corre desde hace años en distinta dimensión a la vida política. El Proyecto de Linamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, documento base del congreso, realiza un salto de 20 años atrás para retomar los planes cuentapropistas, ya esbozados en los noventa en un proyecto ideado por Carlos Solchaga, gurú económico del Gobierno de Felipe González.

El ingenio del cubano se ha lanzado a exprimir las nuevas licencias para el trabajo privado. Desde vender hielo de casa en casa a recuperar los viejos paladares (pequeños restaurantes privados) que durante los años noventa enriquecieron la pobre gastronomía caribeña. Ventas de CD piratas, barberías, artesanos, mecánicos, zapateros... Así hasta la cifra de 300.000 cuentapropistas, los mismos que durante el periodo especial fueron atacados sin piedad y presionados con multas e impuestos por el Gobierno que los había creado. "Bandidos", "especuladores", "macetas" , se llamaba entonces a los que se enriquecían con actividades privadas.

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En este otro congreso, el congreso de la calle, no hay tiempo para discursos ni para reportajes del Granma en Bahía Cochinos. El tiempo corre sin parar. Aquí las historia no se cuentan cada 14 años. Se escriben todos los días.

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