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El paisaje después de la batalla de Nueva York

A Clinton le salen las cuentas

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Hillary Clinton saluda a sus seguidores durante la noche de primarias en Nueva York. - REUTERS

Tras las primarias de Nueva York, los equipos de campaña de los diferentes candidatos y los analistas políticos sacan sus calculadoras:

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Ted Cruz lo sabe y por eso está empleándose a fondo, no sólo en ganar adeptos entre los delegados que han quedado “huérfanos” tras el abandono de otros candidatos como Marco Rubio, sino también en asegurarse que los delegados que resultan finalmente elegidos en las convenciones estatales, incluso aquellos que supuestamente “pertenecen” a Donald Trump, se comprometan a votar por él si se llega a una Convención disputada y no hay un ganador en la primera votación. El multimillonario, que se mueve como pez en el agua en los medios, está siendo en cambio tremendamente torpe a la hora de manejar los engranajes de la maquinaria partidista y está torpeza le podría costar muy cara, pues el Senador por Texas ya le ha “robado” al multimillonario varias decenas de delegados que, cambiarían de bando en el caso de que Trump no llegase a los 1.237 en la primera votación.

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A Clinton le salen las cuentas

En el campo demócrata la situación es muy distinta, debido a las diferentes normas que se aplican: Hillary Clinton necesita unos 940 delegados para llegar a la cifra mágica, que en este caso es de 2.383. Quedan por repartirse 1637 delegados en primarias, pero hay que tener en cuenta también que hay 714 “superdelegados” (cargos electos y líderes del partido) que tienen su presencia asegurada en la Convención y que en principio tienen libertad de voto. De ellos, 500 más o menos han anunciado ya que votarán por Hillary Clinton, lo que significa que la ex secretaria de Estado solo necesitaría 440 de los 1637 delegados en juego para asegurarse su nominación. Es cierto que si Bernie Sanders hubiese tenido una ventaja clara entre los delegados electos, probablemente muchos superdelegados habrían podido cambiar de opinión, pero en estos momentos esa hipótesis está completamente descartada.

Bernie Sanders, durante un acto de campaña en Erie, Pensilvania. - EFE

Pero es que, además, Clinton no va a perder en la mayoría de los Estados que quedan por votar. Su contundente victoria en Nueva York ha confirmado, una vez más, que ella es la candidata más fuerte en los blue states (Estados que tradicionalmente votan demócrata) más poblados y con una población más diversa (con fuerte presencia de las minorías hispana y afroamericana). De acuerdo con esta pauta, que se ve confirmada en todas las encuestas, Clinton dominará también con claridad en otros grandes blue states como California, New Jersey, Pennsylvania y Maryland.

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Las claves de la victoria de la ex secretaria de Estado

¿Cuál es la clave de la victoria de Clinton en este proceso de primarias? Sin duda, su capacidad para representar de manera efectiva a los diversos electorados que conforman el complejo puzzle electoral estadounidense. Ella ha sido capaz de lograr amplias victorias en la América del Profundo Sur, en la América industrial y en la América del electorado multiétnico de las grandes urbes. Su único punto débil –y el punto fuerte de su rival– ha sido la América desencantada del electorado menor de 35 años, los llamados millennials, que han visto empeorarse sus perspectivas de futuro como consecuencia de la crisis. Como en otros lugares del mundo capitalista, la generación joven del presente es la primera, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, que no tiene garantizada una vida mejor que la de sus padres.

*El autor es profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Valladolid. Ha sido investigador visitante en el Washington College of Law (American University) y en la Universidad de Toronto.

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