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Obama insta a Mubarak a no emplear la violencia

EEUU pide a Egipto que deje de interferir en las comunicaciones

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Estados Unidos realizó este viernes un llamamiento a la calma en Egipto al pedir al presidente Hosni Mubarak, y en especial al ejército, que no recurriera a la violencia ni impusiera medidas excesivamente estrictas contra los manifestantes a los que también emplazó a expresarse pacíficamente.

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"Estamos muy preocupados por el uso de la violencia por parte de la policía egipcia", declaró la secretaria de Estado, Hillary Clinton. "Pedimos al Gobierno egipcio que haga todo lo que está en su poder para controlar las fuerzas de seguridad" y deje de interferir en las comunicaciones, añadió Clinton, que también recalcó que los manifestantes "deben renunciar al uso de la violencia y expresarse pacíficamente".

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"Estamos muy preocupados por la violencia policial", subraya Clinton

"Los problemas profundos" que experimenta la sociedad egipcia, añadió la jefa de la diplomacia estadounidense, "no desaparecerán con el uso de la violencia. Las reformas son fundamentales para el bienestar de Egipto" y el Gobierno de Mubarak "debe aprovechar esta oportunidad" para abrirse al diálogo.

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Pero Egipto también ha sido un "aliado fiel" de Estados Unidos, enfatizó Clinton, "y, al final, lo que pase en Egipto dependerá de los egipcios".

En suma, una reacción prudente que se hacía eco de los comentarios ya realizados el día anterior por el propio presidente estadounidense, Barack Obama. "Egipto ha sido nuestro aliado en muchos temas cruciales", dijo Obama en una entrevista en YouTube, "y Mubarak ha contribuido en asuntos complicados de Oriente Próximo, pero siempre le he dicho que alentar las reformas, políticas y económicas, era fundamental".

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Mubarak "debe aprovechar la ocasión para abrirse al diálogo"

Aunque Obama ha mostrado un tímido respaldo a los manifestantes, Washington prefiere mantener una cierta cautela hacia el aliado que le ha permitido mantener la paz en Oriente Próximo desde los acuerdos de Camp David de 1978.

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Egipto no es Túnez. Estados Unidos tiene mucho más que perder en las revueltas de El Cairo que en las acontecidas en el país magrebí hace unas semanas. Desde hace tres décadas, el Gobierno egipcio es un garante de estabilidad respecto a Israel, y más recientemente un fiel aliado contra el fundamentalismo islámico. El coste ha sido respaldar el régimen cada vez más esclerótico de Mubarak y mandar 1.300 millones de dólares al año.

Estabilidad es sin duda la palabra clave en la reacción de Washington. Obama prefiere que Mubarak entienda que su supervivencia depende de las reformas que pueda proponer. Si el régimen cae, la alternativa podría estar en manos de los Hermanos Musulmanes, que el viernes se sumaron a las protestas.

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Como subrayó el vicepresidente Joseph Biden en una entrevista a la televisión pública PBS, Estados Unidos no piensa que este sea el momento para que el líder egipcio dimita. "Mubarak ha sido nuestro aliado para normalizar las relaciones con Israel, no le calificaría de dictador".

El New York Times publicaba este viernes que algunos de los documentos del Departamento de Estado filtrados por Wikileaks ilustraban la ambigüedad de la diplomacia estadounidense hacia su aliado árabe, urgiéndole al cambio y al mismo tiempo garantizando su supervivencia gracias a su generosa ayuda económica.

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De hecho, el Gobierno de Mubarak se ha llevado bien con Obama porque este ha sido menos vehemente que los neoconservadores de George Bush en querer forzar un cambio democrático en Oriente Próximo (aunque fuera por la vía bélica como en Irak) y no ha ejercido toda la presión que el discurso que pronunció en El Cairo en 2009 parecía anticipar.

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