Notre Dame "Escándalo sanitario": crece la preocupación por la contaminación de plomo tras el incendio de Notre Dame
Las autoridades sanitarias confirman los primeros casos de niños intoxicados tras la polución provocada por el siniestro en la catedral gótica.
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parís,
“Escándalo sanitario”. Así describen en la prensa francesa la contaminación de plomo provocada por el incendio en Notre Dame. Tras meses de opacidad de las autoridades, los niveles inhabituales de esta partícula potencialmente cancerígena han puesto en alerta a la opinión pública en Francia.
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Hasta 16 niños educados en colegios cercanos a la catedral tienen una concentración de plomo en la sangre superior a los niveles de alerta, según los datos presentados el martes por la Agencia regional de salud, que indicó que se han hecho pruebas en 175 menores.
Uno de ellos está enfermo de saturnismo, una de las enfermedades más habituales a causa de la injerencia de esta partícula. Aunque tuvieron constancia desde el incendio del 15 de abril de una presencia elevada de plomo, las autoridades francesas prácticamente no actuaron hasta finales de julio. El día 25 anunciaron el cierre de dos escuelas contaminadas. También suspendieron las obras de reconstrucción del templo gótico.
La escasa transparencia del ejecutivo ha indignado a la sociedad civil
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La escasa transparencia del ejecutivo, sin embargo, ha indignado a la sociedad civil. La asociación Robin des Bois (Robin Hood) presentó el 26 de julio una denuncia judicial por la gestión de las autoridades de la contaminación de plomo. “El gobierno ha actuado de forma negligente con una falta evidente de información y adoptando escasas medidas de seguridad”, asegura en declaraciones a Público Jacky Bonnemains, director de esta organización francesa especializada en temas de polución. ¿Por qué las autoridades silenciaron este problema? ¿Cuáles son las zonas contaminadas? ¿Qué peligros comporta para la salud?
“Niveles de plomo muy importantes en zonas turísticas”
El pasado 15 de abril el gigantesco incendio generó una conmoción mundial. Alrededor del planeta la gente quedó petrificada ante las llamas en la catedral parisina. Las imágenes mostraron entonces una inmensa humareda cuyo color amarillento se debía al óxido de plomo. En la aguja y el tejado de Notre Dame, las dos partes derruidas con el incendio, había 250 y 210 toneladas de plomo respectivamente.
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“La mayor parte cayó dentro del templo en forma de placas o en estado líquido”, explica Maxime L’Héritier, profesor de historia en la Universidad París VIII y tesorero de un grupo de científicos que colabora en la reconstrucción del templo gótico. “Pero también se desprendieron miles de partículas en el exterior”, añade L’Héritier, quien precisa que estas se dispersaron primero en el aire y después en el suelo en forma de polvo.
“La humareda contaminante pudo haber recorrido varios kilómetros, dado que la temperatura el 15 de abril era bastante elevada”, reconoce Sophie Ayrault, investigadora química en el Laboratorio de ciencias del clima y del medioambiente. Aún se desconoce el perímetro exacto de la zona contaminada.
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Airparif indicó que había detectado unos elevados niveles de plomo en una estación meteorológica situada a 40 km al oeste de Notre Dame
Airparif, un organismo público encargado de controlar la calidad del aire en la región parisina, indicó que había detectado unos elevados niveles de plomo en una estación meteorológica situada a 40 kilómetros al oeste de Notre Dame. “Resulta verosímil que estas concentraciones de plomo estén directamente relacionadas con el siniestro”, informó a principios de junio.
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Según un mapa de la polución publicado el 18 de julio por las autoridades, hay zonas con concentraciones de varios miles de microgramos por metro cuadrado en varios puntos alrededor de Notre Dame, en la Isla de la Cité, en el corazón de la capital francesa. Pero estos niveles de contaminación, superiores al umbral de 1.000 microgramos por metro cuadrado, también se hallan en distritos de la orilla izquierda del Sena. “Se han detectado niveles de plomo muy importantes en zonas turísticas, como la fuente de Saint-Michel o el Boulevard Saint-Germain. Los colegios cerrados se encuentran a un kilómetro de la catedral”, recuerda Bonnemains.
La exposición a esta contaminación puede provocar enfermedades graves. El plomo es una partícula potencialmente cancerígena, según el Centro internacional de investigación sobre el cáncer. Los niños tienen más probabilidades de sufrir saturnismo —una enfermedad que genera anemia— en caso de ingerirlo. También puede causar problemas de esterilidad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “no hay una concentración de plomo en la sangre que no resulte peligrosa”.
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Opacidad de las autoridades
Este riesgo no impidió a las autoridades actuar con escasa transparencia. Informaron de ello por primera vez el 27 de abril con un escueto comunicado en el que recomendaban a los vecinos de la zona siniestrada de limpiar sus casas con toallitas húmedas y consultar a un médico si lo consideraban necesario.
Según reveló el diario digital Mediapart, a principios de mayo responsables de la policía, la Agencia regional de salud y la municipalidad de París acordaron silenciar esta cuestión tan espinosa. Las muestras de niveles muy elevados de plomo quedaron guardadas debajo del cajón. Y se apresuraron a abrir a los turistas a mediados de junio el acceso a la explanada de Notre Dame.
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A pesar de ello, la prefectura de la policía de París, la oficina central de las fuerzas de seguridad en la capital francesa, decidió en mayo cerrar de forma temporal la guardería presente en su oficina. En cambio, se mantuvieron abiertas nueve escuelas en las que se había detectado una polución que requería una descontaminación inmediata.
No sería hasta finales de julio cuando clausuraron dos de ellas, que acogían a unos 180 niños en actividades de verano. La municipalidad parisina anunció asimismo que llevarían a cabo una intensa limpieza de los patios de una decena de centros. “Estos recintos estaban contaminados desde finales de abril, tendrían que haber sido cerrados durante el curso escolar”, asegura Bonnemains.
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“Hay una gran presencia de plomo, pero la palabra plomo no aparece en ningún sitio”, critica este responsable asociativo. “Nadie nos ha informado de esta situación”, lamenta Nathalie T., una buquinista que admite que “se hará pruebas de sangre”. La desinformación predomina entre los emblemáticos libreros callejeros de París, situados en los alrededores de la catedral.
“El gobierno ha escondido información”, afirma Nora, de 33 años, quien compara esta situación con el caso de Chernobyl. El riesgo probablemente sea inferior al del accidente nuclear en la central ucraniana, pero sí que destaca la opacidad del gobierno, parecida a la que las autoridades francesas mantuvieron en los ochenta ante la amenaza de la nube radioactiva.
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Suspenden las obras de reconstrucción
Responsables asociativos y sindicalistas de la CGT aseguraron el lunes que temen por el estado de salud de bomberos, policías o paletas, pero también de los buquinistas y los camareros de los bares y restaurantes de las inmediaciones de la zona siniestrada. Tras haber realizado controles en las obras de restauración, “los inspectores laborales ya alertaron que no había ningún elemento de protección ni los trabajadores habían recibido la formación necesaria”, recuerda Frédéric Guillo, responsable de la CGT en el distrito IV de París, donde se encuentra la catedral. Algunos operarios del vidrio que participan en la reconstrucción padecen una concentración de plomo en la sangre muy superior al umbral de alerta, de 90 microgramos por litro.
El riesgo obligó a la prefectura de la región parisina a suspender las obras el pasado 26 de julio
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Un riesgo que obligó a la prefectura de la región parisina (la delegación del gobierno) a suspender las obras el pasado 26 de julio. No se reanudarán de manera progresiva hasta la semana que viene. El tiempo en que habrán estado paradas debería servir para que se apliquen nuevas medidas de protección para los trabajadores. Además, el Ayuntamiento de París anunció el lunes que a partir de la semana que viene llevará a cabo una intensa operación de descontaminación, con un método de ultra presión que permita aspirar las partículas.
No obstante, estas medidas resultan insuficientes para sindicatos y asociaciones. Estos piden confinar el templo gótico mientras persista la polución y crear un centro de seguimiento clínico de sus efectos. “Cuando está en juego la salud de las personas, no hay ningún sobrecoste que sirva como excusa”, asegura Guillo, quien defiende que no debería suponer ningún problema que las obras acumulen algunos meses de retraso para solucionar el problema de la contaminación. “Desde un inicio, todo se ha hecho con precipitación”, sostiene Bonnemains, quien critica la aprobación de una ley especial sobre la reconstrucción de Notre Dame que permite derogar normas urbanísticas y medioambientales para acelerar las obras.
Un día después del gigantesco incendio, el presidente francés, Emmanuel Macron, prometió reconstruir la catedral en cinco años. Entonces, hizo de Notre Dame uno de los símbolos de su mandato, que ahora amenaza en convertirse en un escándalo sanitario.