Netanyahu invita a Abás al parlamento israelí y se ofrece a ir a Ramala
El primer ministro israelí defiende la solución de dos Estados para desbloquear el proceso de paz con Palestina, que hoy vota por primera vez en la Asamblea General de la ONU
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El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, se ofreció hoy a ir a Ramala para "desbloquear el proceso de paz" con los palestinos a la vez que invitó al presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás, a visitar la Kneset (parlamento israelí).
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"Exhorto a Abás a desbloquear el proceso político", dijo Netanyahu, que instó al dirigente palestino a "venir al Parlamento para poner fin a todas las reclamaciones".
En una sesión especial en el Parlamento con motivo de la visita de Estado del presidente francés, François Hollande, el dirigente israelí insistió en que "está comprometido con la solución de dos Estados" y seguidamente se mostró dispuesto a desplazarse a Ramala para tratar el histórico litigio entre ambos pueblos.
"He dicho en esta cámara varias veces que acepto la solución de dos Estados para terminar el conflicto. No todos los diputados están de acuerdo conmigo, pero al menos en una cosa estamos todos de acuerdo: la paz verdadera es bidireccional", declaró.
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En este sentido, instó a Abás a reconocer "la verdad histórica" del vínculo "de casi cuatro mil años entre el pueblo judío y la tierra de Israel", una de las reclamaciones israelíes a los palestinos en las negociaciones de paz que comenzaron en julio. "No se puede pedir a los judíos que reconozcan un Estado nacional palestino sin exigir a los palestinos que reconozcan el Estado nacional del pueblo judío", aseveró.
Hollande llegó al Parlamento israelí después de haber visitado Ramala, donde expresó su más enérgica oposición a los asentamientos israelíes en territorio palestino ocupado porque "complican las negociaciones".
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Mientras, Palestina participó hoy por primera vez en su historia en una votación en la Asamblea General de Naciones Unidas para elegir a uno de los jueces del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY). Palestina no es miembro de pleno derecho de la ONU y no puede participar en la toma de decisiones de sus organismos, salvo en la elección de los jueces que integran los tribunales creados para investigar los genocidios de Ruanda y la Antigua Yugoslavia.
Pasadas las 11:15 horas (16:15 hora española), el embajador palestino en la ONU, Ryiad Mansour, fue el encargado de depositar la papeleta en la urna entre los aplausos de buena parte de los asistentes, algunos de los cuales se acercaron después a felicitarle personalmente.
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"Doy la bienvenida a los representantes de la Santa Sede y de Palestina, que podrán participar como Estados no miembros con estatus de observador", había dicho la vicepresidenta de la Asamblea, Simona-Mirela Miculescu, antes de la votación. La Asamblea General eligió hace un año a Palestina como "estado no miembro" de la ONU en una histórica votación en la que se aprobó por mayoría absoluta una resolución en la que se le concede también el estatus de "observador".
Según los estatutos del TPIY, los estados miembros de la ONU y los no miembro pero con estatus de observador permanente —Palestina y la Santa Sede— tienen derecho a participar en la elección de sus magistrados. Uno de los dieciséis jueces que integran ese tribunal, la senegalesa Andrésia Vaz, renunció en mayo pasado y la Asamblea General tenía que elegir hoy un nuevo magistrado, puesto que se disputaban candidatos de Togo, Estonia y Australia. El Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) se creó en 1993 para juzgar los crímenes de guerra cometidos en la extinta Yugoslavia así como a los responsables de violaciones de los derechos humanos.
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El pasado 1 de octubre, el pleno del TPIY reeligió al juez estadounidense Theodor Meron como presidente, puesto en el que está desde 2011, y al maltés Carmel Agius como vicepresidente para los próximos dos años. Por su parte, el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR) se estableció en 1994 para juzgar a los principales responsables del genocidio ruandés, en el que en cien días fueron asesinadas, según cifras de la ONU, unas 800.000 personas.