Merkel saca a la troika de Portugal sin cumplir los objetivos
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Tres años después Portugal despide a la troika. Este sábado termina el programa de austeridad y el primer ministro, el conservador Pedro Passos Coelho, recalca orgulloso estos días que se trata de una ‘salida limpia': "Ya no necesitamos que nos digan lo que tenemos que hacer. Los portugueses son los que han conseguido esto". La opción por la vía tutelada, que también estuvo sobre la mesa, ha sido finalmente descartada... por Alemania.
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La victoria sin paliativos que vende el Ejecutivo luso está cuanto menos condicionada por la voluntad de la canciller Angela Merkel, interesada en que la República Portuguesa camine sola. Los expertos no descartan el peso de las cuestiones técnicas esgrimidas desde Bruselas y Washington, pero destacan la importancia de los intereses políticos.
"La salida limpia se deriva del posicionamiento de los principales líderes europeos del Norte que, en período electoral, necesitan dar un supuesto ejemplo positivo de sus caminos en los procesos de ajuste. Ahora tendrían dificultades en lidiar con sus respectivas opiniones públicas la opción de un proceso cautelar", explica el economista del ISCTE Business School Francisco Madelino.
Las europeas se
han convertido
en "un juicio de cómo la UE ha administrado las crisis financieras"
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Las elecciones europeas están a la vuelta de la esquina y, según Madelino, se han convertido en "un juicio de cómo la UE ha administrado las crisis financieras y las deudas soberanas". La apuesta por un programa cautelar, es decir, por el colchón de una línea de crédito del Mecanismo Europeo de Estabilidad, podría salirle caro electoralmente a Merkel, que no quiere correr el riesgo de llevarlo al Bundestag, el Parlamento alemán, tal y como exige su Tribunal Constitucional para aquellas decisiones que afectan a los fondos públicos nacionales. La red de seguridad europea depende de los 18 países de la zona euro, pero sobre todo de Alemania: la mayor economía de la eurozona sostiene más de un cuarto de los programas de ayuda a los Estados con dificultades.
Hasta hace apenas un mes, Portugal se confesaba mayoritariamente a favor del programa cautelar. La propia ministra de Financias, María Luís Albuquerque, apostó en público por la salida tutelada. También el presidente del Estado, Aníbal Cavaco Silva, defendió esta opción. El eco sonó incluso en la Comisión Europea, cuando el presidente portugués, José Manuel Durão Barroso, especificó el pasado enero a los medios que una vía con red de seguridad sería la mejor opción.
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Portugal dio un giro de 180 grados a su narrativa: "Saldremos sin ningún tipo de rescate tutelado"
No fueron los únicos: en la misma línea se pronunciaron el gobernador del Banco de Portugal, la presidenta del Consejo de las Finanzas Públicas y su homólogo del Tribunal de Cuentas, además de no pocos banqueros, economistas, agencias de rating y políticos de diferentes partidos. "Para que salgamos de esta situación con menos costes necesitamos el apoyo europeo", mantiene todavía hoy el economista del ISCTE.
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Pero las cosas han cambiado mucho en las últimas semanas, sobre todo desde que Bruselas intuyó que las intenciones de Berlín eran bien distintas. La narrativa comenzó a dar un giro de 180 grados y Portugal no ha querido contrariar a Alemania. "Saldremos sin ningún tipo de rescate tutelado. Es la mejor opción a esta altura y en estas circunstancias", rectificó Passos Coelho en una comparecencia televisada a principios de mayo.
El antecedente de Irlanda habla por sí solo: no merece la pena perder el tiempo tratando de convencer a Berlín. Ya lo intentó Dublín anunciando incluso negociaciones para una vía cautelar pero, sin que haya trascendido todavía el margen de maniobra real que tuvo, cambió de postura a última hora. Internamente Merkel ha vendido los programas de ayuda a Grecia, Portugal, Irlanda y Chipre como medidas de último recurso para salvar el euro y cualquier insinuación que se salga de esa línea puede hacer saltar las alarmas en el electorado germano.
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El Fondo Monetario Internacional (FMI), la Comisión Europea (CE) y el Banco Central Europeo (BCE) culminan 36 meses de recortes en Portugal. Los trabajadores han visto encoger sus rendimientos y reducirse sus indemnizaciones, mientras las empresas han disminuido los costes y han ganado más días de trabajo y una mayor flexibilidad. "Se ha hecho lo que se tenía que hacer. Estábamos viviendo un derroche de los gastos públicos y de las familias y teníamos que pasar por un período de cura del vicio. Lo primero, empezando por los decisores intermedios del Estado, era dejar de gastar sin preocupación", concede el profesor de la Escuela de Dirección y Negocios AESE, Jorge Ribeirinho.
La troika deja
casi 30.000 millones de euros de austeridad, más de los 12.000 previstos
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La troika desata a Portugal dejando casi 30.000 millones de euros de austeridad, más de los 12.000 inicialmente previstos. El país ha bajado su déficit público pero se queda lejos de los objetivos marcados al inicio del rescate. "La valoración sólo puede ser negativa", resume Madelino. "Portugal ha sido empobrecido y el Estado enflaquecido", ejemplifica el profesor del Instituto Universitarío de Lisboa Sandro Mendonça. Las cuentas de Portugal en los últimos años concentran el intento de bajar la deuda pública a toda costa, según explica el experto del ISCTE, a través "de una destrucción enorme del aparato productivo". El propósito de partida era que no superara el 115,3%, y ya ronda el 130% del Producto Interior Bruto.
El mercado de trabajo ha sido la principal víctima de los tres años de ajustes. La troika termina su ‘mandato' con una tasa de empleo (el coeficiente entre la población ocupada y la que está en condiciones de formar parte del mercado laboral) similar a la de los años 80. Si bien es cierto que ya desde finales de 2007 la explosión de la crisis dejó un porcentaje del 58%, el desembarco del FMI, la CE y el BCE tampoco ha sabido contrarrestar esta tendencia: apenas medio año después de su presencia, la tasa era del 54,2% y hoy sólo uno de cada dos trabajadores (el 51,1%) tiene efectivamente empleo.
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Y las cifras no son peores porque la economía empezó a responder con tímidos aumentos del empleo, a partir del segundo semestre de 2013. La pregunta que se hacen ahora las y los economistas es si este repunte es sostenible. En este sentido, el columnista del Financial Times Wolfgang Münchau apunta que será necesario al menos una generación para poder pronunciar con propiedad la palabra ‘recuperación'.
Para el futuro más próximo, el Ejecutivo ya ha anunciado recortes adicionales de 1.400 millones de euros, que afectarán esencialmente al funcionamiento de los ministerios. Según Jorge Ribeirinho, el déficit público "tiene que continuar descendiendo y, de hecho, es fundamental que tengamos un superávit en las cuentas públicas. Si no fuera así, volveríamos a tener un riesgo de bancarrota en tres o cuatro años".
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Francisco Madelino adelanta los dos primeros problemas que debe hacer frente Portugal. El primero, "formar parte de una unión económica y monetaria de moneda única y sin choques asimétricos entre sus regiones"; y el segundo y más grave, "la subcualificación de nuestros recursos humanos. No hay ningún otro país en nuestra situación. Necesitamos tiempo". Y es que, lo que parece lejos de resolverse es el problema laboral. El exsecretario de Estado de Empleo, Pedro Martins, ha avisado de que el país no regresará a niveles previos a la crisis hasta, "en el mejor de los casos", dentro de tres o cuatro años.