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Las maniobras de EEUU y Seúl elevan la tensión al límite

El líder norcoreano acusa a Corea del Sur de usar "escudos humanos". Pyongyang advierte de que la llegada del portaviones ‘USS George Washington’ tendrá "consecuencias impredecibles"

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"Si Estados Unidos trae su portaaviones al Mar Occidental [mar Amarillo], las consecuencias van a ser impredecibles". Esa fue la última bravata de Corea del Norte antes de que el imponente navío estadounidense USS George Washington llegara a aguas surcoreanas para participar, desde hoy y hasta el miércoles, en las maniobras militares más sensibles y peligrosas de los últimos tiempos en esta región: las que van a llevar a cabo Corea del Sur y Estados Unidos.

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La incertidumbre es total, después de que ambos bandos hayan llevado la tensión al límite a raíz de estos ejercicios. La lógica -y en Seúl todo el mundo se agarra a ella sin pestañear- dice que los cuatro días de entrenamiento militar transcurrirán sin incidentes y que la península irá recobrando progresivamente la calma. Así ha sido en los últimos 57 años y así es como volverá a ser, opinan los surcoreanos.

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Pero si algo ha hecho especial esta crisis es precisamente su falta de lógica: el lanzamiento masivo de obuses norcoreanos sobre una isla habitada el pasado martes, la muerte de dos civiles y dos soldados, la sed de venganza y el clamor popular en Seúl, la aparición estelar de Washington con uno de sus buques de guerra más letales con 6.000 marineros y 75 aviones de caza a bordo. En definitiva, todos los ingredientes que siempre le han faltado a las disputas entre las dos Coreas para que estallara una guerra se encuentran por primera vez hirviendo en una misma cazuela.

Sólo la voluntad de paz de la comunidad internacional, en especial de China y Estados Unidos, mantiene a ambos contendientes amarrados a las cuerdas.
"No creo que vaya a pasar nada mañana [por hoy], y menos aún que estemos ante una guerra. Pero aún así debemos empezar a tener más responsabilidad en estos casos y no limitarnos a ver cómo nos atacan. Tenemos que reaccionar con fuerza nosotros también", apunta Park Geun-chul, universitario. "Si al final pasa algo, iré a la primera base militar que encuentre y me alistaré al ejército", asegura decidido.

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Las cuatro víctimas del bombardeo del martes reciben sepultura

Lo mismo opina la empresaria Lee Yeong-hyung: "Ya en el hundimiento del Cheonan [la corbeta supuestamente torpedeada por el ejército de Corea del Norte en la que murieron 56 marineros surcoreanos el pasado marzo] nuestro Gobierno no supo cómo reaccionar. Debíamos haber sido más agresivos y firmes. Este es el momento de enseñarle a Corea del Norte que no nos gusta que nos manipulen, que somos un país grande y que sabemos cómo actuar en una situación de guerra".

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La propaganda del dictador norcoreano Kim Jong-il es experta en alterar los espíritus de sus vecinos. Ayer, para añadir un poco más de leña al fuego, acusó al Gobierno vecino de Lee Myung-bak de utilizar la muerte de los dos civiles para su beneficio político, y aunque lamentó la muerte de civiles en el incidente armado el martes, acusó a Seúl de utilizar a la población de la isla como "escudos humanos", ya que su ataque iba dirigido a la base militar.

Corea del Sur, dijo Kim Jong-il, "debería ser responsable de la acción inhumana de crear escudos humanos con el despliegue de civiles alrededor de posiciones de artillería y dentro de instalaciones militares", según un comunicado de la agencia oficial de noticias KCNA, altavoz del régimen comunista.

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"Vengaremos sus muertes mil veces", exclamó el primer ministro surcoreano, general Yoo Nak-joon, durante el funeral de los dos soldados muertos el martes durante el fuego de artillería. "Guardaremos nuestro sentimiento de rabia y odio en nuestros huesos y nos vengaremos de Corea del Norte", prosiguió encendido el gobernante ante las cámaras de televisión que retransmitían la ceremonia en directo al país.

Los ejercicios militares en el mar Amarillo durarán hasta el miércoles

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Mientras, en un ambiente mucho más modesto, los dos civiles muertos también recibieron sepultura en la ciudad de Incheon. Sus familiares apenas podían aguantar el llanto, ajenos en sus sufrimiento al hecho de que la muerte de sus seres queridos fue la que espoleó, más que la de los marinos, el movimiento de venganza y dignidad nacional que recorre Corea del Sur.

Tal es el estado de tensión que un grupo de manifestantes se enfrentó ayer con la policía en la puerta del Ministerio de Defensa surcoreano. Los activistas, armados con extintores, acudieron a clamar por la poca dureza de su Gobierno y a exigir represalias contra Pyongyang. También unos mil veteranos del ejército se congregaron en otro lugar para quemar banderas norcoreanas y fotografías de Kim Jong-il y de su hijo Kim Jong-un.

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