Cargando...

Los refugiados que consiguen llegar a Alemania se enfrentan a la lentitud y desinterés del Gobierno de Merkel

Españoles en Alemania solidarios

Publicidad

Refugiados en un tren en la estación principal de Múnich.- Michael Dalder (REUTERS)

Actualizado:

BERLÍN.- Según la ley de asilo político alemana de 1993, en la que se recalca convenientemente que no se debe “abusar de este derecho”, para que se lleve a cabo una actuación efectiva de las instituciones en materia de refugiados se necesita proveer a cada persona de alojamiento, cobertura médica, asumir los gastos de calefacción, nutrición, ropa y bienes de consumo propios. Para ello se estableció una ayuda económica que varía en función de la edad y la situación en la que se encuentren (número de hijos o parientes a su cargo) y se sitúa en torno a los 200 euros por persona como dinero de bolsillo con los gastos de alojamiento y calefacción ya cubiertos.

Publicidad

En Wilmersdorf, el edificio principal destinado a la acogida de refugiados este verano, fue un antiguo ayuntamiento que llevaba cerrado unos años. Debido al estado de abandono en el que se encontraba, decenas de personas tuvieron que acudir voluntariamente a limpiar, llevar ropa y alimentos, productos de higiene y montar las literas. El día de la llegada, muchas personas tuvieron que esperar a que acabasen las labores de adecentamiento del lugar, que no contaba inicialmente con agua ni luz eléctrica y en el que los servicios públicos alemanes no pusieron las duchas hasta el quinto día.

Click to enlarge
A fallback.

Sirviéndose de herramientas virtuales, como Facebook, grupos organizados espontáneamente se coordinan para almacenar ropa, mantas, alimentos, productos de higiene...

El tren que debería haber llegado este viernes a Berlín procedente de Hungría, fue detenido por las autoridades húngaras. En él viajaban un millar de personas solicitantes de asilo que se han negado a abandonarlo para no tener que ser recluidas en campos de refugiados, pues esta era la idea del ejecutivo húngaro. Además de ese conflicto, se han aprobado de manera urgente varias leyes que limitan la entrada por su frontera, estableciéndose controles policiales mucho más duros o con la posibilidad de entrar sin orden judicial a las casas de quienes se sospeche que albergan refugiados en ellas.

Publicidad

La semana pasada fue incendiado en Berlín otro albergue de refugiados situado entre los distritos de Wittenau y Reinickendorf

De esta línea se ha distanciado relativamente la canciller alemana, Angela Merkel, que en la cumbre de Messeberg de la semana pasada instó al ejecutivo de Mariano Rajoy y al resto de países de Europa a repartirse “equitativamente” cuotas de refugiados para actuar de manera conjunta ante esta situación de emergencia social. Pero la realidad es que no existe una política común europea en cuestión de asilo político y, mientras Hollande o Cameron se escandalizan por la devastadora imagen del niño Aylan ahogado en las costas turcas hace pocos días, las negociaciones con Hungría, puerta de entrada al territorio Schengen, discurren con lentitud. Este verano, con afán de no preocupar a su partido o socios de gobierno, Merkel dejó clara la postura de CDU al visitar una escuela, en la que dijo que Alemania no podía hacerse responsable de todas las personas que traspasasen sus fronteras. Estas duras declaraciones provocaron el llanto de una niña Palestina que preguntó por las opciones que tendría su familia al ser refugiada.

Publicidad

Un niño sonríe, a su llegada al punto de registro de los refugiados recién llegados.- MICHAEL DALDER (REUTERS)

Españoles en Alemania solidarios

Ante esta situación no sólo el pueblo alemán está prestando ayuda, sino también algunos emigrados españoles residentes en Berlín. Es el caso de Íñigo Valdenegro, abogado especializado en extranjería, quien trabaja para evitar las deportaciones.

“El mayor problema es que el Senado de Berlín ha empezado muy tarde a reaccionar, dejando todo el trabajo a las ONGs y al voluntariado"

Publicidad

Noemí Argerich es una catalana que emigró a Berlín hace 13 años. Mientras prepara varias cajas con enseres básicos para llevarlas al punto de recogida del oeste, cuenta que para ella “el mayor problema es que el Senado de Berlín ha empezado muy tarde a reaccionar, dejando todo el trabajo a las ONGs y al voluntariado. El gobierno debe coordinar todas las acciones de ayuda y no dejar a libre albedrío de los estados federales o de las ciudades más afectadas todo el trabajo. Además, en mi opinión, habría que volver a la política internacional de distensión y replegar las tropas europeas a sus cuarteles de base. Los países europeos deben diseñar su propia estrategia geopolítica diferenciada, basada en el diálogo y en la paz. También es importante velar por la seguridad de los refugiados, puesto que se han obviado los ataques de la extrema derecha. Otra cosa fundamental es el reparto. No se puede consentir que se instalen sólo en ciertas zonas que se puedan llegar a convertir en guetos. La población europea debe convivir con los problemas que sus gobiernos, con esta política de austeridad masiva, generan”, dice.

Publicidad