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El jefe del ejército advierte del vacío de poder en Túnez

El general Ammar se dirige a los jóvenes que siguen protestando en la capital

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El hombre a quien muchos tunecinos atribuyen la dirección en la sombra de la transición, el general Rachid Ammar, jefe del Estado Mayor de la Defensa, abandonó ayer el silencio que ha mantenido desde la caída de Ben Alí para instar a sus compatriotas a evitar "el vacío de poder en Túnez, fuente de dictadura y de terror".

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Un riesgo que no pocos ciudadanos temen, pues el Ejecutivo interino del primer ministro Mohamed Ghanuchi, cuyos pesos pesados son todos ex colaboradores del dictador, parece acorralado por quienes se niegan a que los hombres de Ben Alí conserven el poder.

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Los jóvenes siguen llegando a la capital y cuentan con el apoyo popular

Tanto es así que Taieb Baccouch, el portavoz del Gobierno, confirmó anoche una "inminente" remodelación gubernamental, que puede que se anuncie hoy mismo.

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Poco antes, el general que precipitó el final de Ben Alí al negarse a que sus hombres dispararan contra la población, había alertado del posible "vacío de poder", situándose del lado del Gobierno de Ghanuchi. Lo hizo en un discurso improvisado frente a los jóvenes que empezaron la revolución; los mismos que habían llegado el domingo desde el depauperado interior del país para exigir en la Plaza del Gobierno que los hombres de la dictadura se vayan.

"La revolución de los jóvenes está en peligro y puede ser explotada por quienes quieren traer el vacío", prosiguió Ammar. Tras pasar la noche al raso, en colchonetas y sacos de dormir, esos jóvenes habían retomado por la mañana la protesta contra el Ejecutivo.

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El general que hizo caer a Ben Alí dice que la revolución está en peligro

Ni los cañones de agua con los que se trató de dispersarlos ni el gas lacrimógeno consiguieron convencer a los manifestantes de que se movieran. Ni piensan hacerlo hasta que "Ghanuchi y todos los hombres de Ben Alí caigan", explicó uno de ellos a Público. Durante el día, nuevas columnas de tunecinos de todo el país siguieron afluyendo hacia la plaza, en la que al final se reunieron varios miles de personas.

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Los jóvenes cuentan con el apoyo popular. La gente les trae pan y queso, y han hecho acopio de agua. Ni siquiera la alocución del general consiguió que se marcharan. Como tampoco lo harán si con la remodelación del Gobierno no desaparecen los rostros de la tiranía. Mientras, las deserciones, probablemente forzadas, en el Ejecutivo continúan. Ayer fue el turno de Moncer Rouissi, ministro de Asuntos Sociales y jefe de campaña de Ben Alí.

Ante las protestas, tanto Gha-nuchi como el presidente, Fued Mebaza aceleraron ayer la negociación con la Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT), la oposición y personalidades independientes como abogados y militantes de derechos humanos para cerrar el nuevo Gabinete.

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Mongi Amami, dirigente de la UGTT, confirmó a Público que se están estudiando "varias posibilidades". La primera es la de un Gobierno "sin hombres de Ben Alí"; lo que piden los manifestantes; la segunda, un gabinete con menos ex colaboradores del dictador, y la tercera, un "Gobierno de tecnócratas".

Amami aludió a uno de los nombres que más está sonando: el de Ahmed Mestiri, de 85 años, un ex ministro de Habib Burguiba, el antecesor de Ben Alí, represaliado por sus posiciones críticas. Mestiri podría integrarse en una especie de comité de sabios, que deberá velar por que el Gobierno respete los logros de la revolución.

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Aun así, Moncef Marzouki, el líder opositor tunecino recién retornado del exilio, formuló ayer a este diario la esperanza de que "este Gobierno caiga cuanto antes, pues los tunecinos tienen que volver al trabajo".

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