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Las izquierdas europeas se confabulan para que Von der Leyen abandone la vía Meloni en migración

Los socialistas cierran filas con el resto de las izquierdas en Estrasburgo y sitúan una línea roja en los centros de deportación propuestos por la presidenta de la Comisión Europea.

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Ursula von der Leyen y Giorgia Meloni, en un encuentro en Bari (Italia) en junio de 2024. — Michael Kappeler / Europa Press

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Línea roja de las izquierdas europeas ante los planes de Ursula von der Leyen de seguir los pasos de Italia y apostar por los centros de devolución de migrantes en países terceros. Desde los socialistas hasta los Verdes pasando por The Left han avisado de que no apoyarán esa deriva. La presidenta del grupo socialista europeo, Iratxe García, fue muy clara ante la pregunta de este medio acerca de su postura acerca de esos centros de deportación: "Contraria". 

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No es trivial. Todas las fuentes consultadas de los partidos con presencia en la Eurocámara a la izquierda de los socialistas coinciden en que es fundamental que el grupo que dirige García se mantenga firme en su posición para no flaquear como bloque. Lo cierto es que la socialista fue drástica en el debate en la Eurocámara. "La señora Von der Leyen debe abandonar su propuesta inhumana e ilegal para crear centros de deportación en terceros países", aseveró.

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La reelegida presidenta de la Comisión Europea logró mantenerse en el cargo este verano gracias al apoyo, entre otros, de los socialistas y de algunos Verdes, pero también de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), donde se ubican formaciones de extrema derecha como Hermanos de Italia, de Giorgia Meloni, o los polacos Ley y Justicia. Es una mezcla que hacía prever turbulencias.

No obstante, la alemana, de la familia política del Grupo Popular Europeo (GPP), prometió cuando se constató que seguiría al frente de la Comisión que no se dejaría llevar "por los extremos". Son unas palabras que, tal y como subraya Estrella Galán, eurodiputada de The Left por Sumar, han quedado muy deslucidas a tenor de las intenciones en términos migratorios que ha expresado Bruselas.

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De todas formas, la presión que está proyectando el sector progresista de la Eurocámara no se ha traducido en un cambio de rumbo por parte de la Comisión. La comisaria europea de Igualdad, Helena Dalli, ha insistido durante esta semana que se seguirán explorando formas de crear esos centros de deportación en terceros países. La propia Von der Leyen sugirió que el modelo que propone Meloni podría ser inspirador.

¿En qué consiste, exactamente, la construcción y uso de ese tipo de centros? A nivel europeo todavía no son una realidad y las fuerzas progresistas tratarán de frenar cualquier avance en ese sentido, pero lo que ya está haciendo la Italia de Meloni es deportar a migrantes rescatados en el Mediterráneo a Albania gracias a un acuerdo entre ambos países que ha precisado de una gran ingeniería jurídica por parte de la ultraderechista para poder ponerlo en práctica. Es una forma de dejar el "problema" ―en los términos que usa la extrema derecha― más allá de las fronteras de la UE.

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Con todo y con eso, la Justicia italiana ordenó la vuelta de algunas de las personas migrantes que ya habían sido deportadas a Albania. El Tribunal de Roma consideró que no se cumplían las condiciones que el propio pacto marca como necesarias para que Albania pueda considerarse un país seguro para los deportados. Meloni, lejos de achantarse, ha asegurado que apretará para consolidar el acuerdo y, por ende, las deportaciones.

Von der Leyen, empujada por las exigencias de la extrema derecha, quiere encontrar una solución parecida para el conjunto de una Unión Europea en la que arrecian los discursos antiinmigratorios y cunde la idea de entender a Europa como una fortaleza a la que proteger.

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Un marco exitoso de la extrema derecha

Las voces consultadas por Público de entre las izquierdas españolas con presencia en la Eurocámara reconocen que la extrema derecha ha logrado que el debate sobre la inmigración ―y más en concreto, sobre la forma en que la Unión Europea tiene que gestionar el fenómeno de la inmigración― se desarrolle en un marco compuesto por el miedo, la vinculación entre los migrantes y la delincuencia o las amenazas de contaminación cultural.

Es un terreno de juego que las formaciones progresistas rechazan por completo y, además, saben que una estrategia defensiva fundamentada en desmentir las teorías y proclamas de la extrema derecha en este campo les sitúa en desventaja. "Uno de los retos que tenemos es precisamente ese: ir virando los términos de la discusión sobre las migraciones y también sobre otros temas", señala en conversación con este medio Vicent Marzà, eurodiputado por Compromís adscrito a los Verdes que concurrió a las elecciones del 9 de junio en las listas de Sumar.

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En esa ofensiva contra el marco impuesto por la extrema derecha se encuadran la mayoría de las intervenciones públicas de Irene Montero, eurodiputada por Podemos en The Left. En más de una ocasión, ha insistido en que el verdadero problema de seguridad en Europa no son los migrantes, sino los racistas. El tablero en el que los progresistas quieren que se juegue la partida no es el del miedo, "sino el de los derechos humanos", apunta, en este caso, Estrella Galán, quien fue cabeza de lista de Sumar en las elecciones del 9 de junio y, además, presidenta de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) durante 13 años (desde 2011, hasta 2024).

Si bien hay un cierre de filas entre los socialistas y las formaciones a su izquierda en lo referente al rechazo a los centros de deportación en terceros países y también comparten la necesidad de que no sean los partidos de extrema derecha los que decidan los términos del debate, existe más distancia en cuál debe ser el discurso dominante y la estrategia. Los socialistas basan muchos de sus argumentos en criterios de necesidad de la migración en términos económicos en una Europa cada vez más despoblada. Es un discurso que los partidos a su izquierda tachan de utilitarista.

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Con todo, el debate migratorio ―que es, junto con la guerra de Ucrania y el genocidio en Palestina (y la derivada del Líbano), el que más atención suscita en Estrasburgo y Bruselas― ha entrado en una nueva fase con el giro de Von der Leyen a posiciones cercanas a la ultraderechista Meloni a través de la propuesta de los centros de deportación. La puesta en marcha del de Gjadër (Albania) tras el acuerdo entre Albania e Italia ha precipitado las cosas y ha obligado a todos los grupos a marcar posición.

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