ROMA
Actualizado:Es difícil pronunciar la palabra autobús en Roma sin que alguien responda enseguida con un cuadro de los horrores hecho de esperas interminables, vehículos a rebosar en los que el aire acondicionado no funciona pero sí gotea, que dejan de funcionar en plena ruta o incluso que se incendian o de las huelgas que paralizan el servicio durante horas (solo en julio ha habido dos).
Es en ese contexto y en un momento en el que parece que las consultas electorales las carga el diablo, en el que el movimiento Radicales Italianos, cercano a Emma Bonino, ha conseguido, tras una campaña de tres meses, las 30.000 firmas necesarias para promover un referendum que podria llevar a la privatización del transporte público de la capital italiana. En realidad los radicales no hablan de privatización, sino de liberalización y de la necesidad de sacar a concurso el servicio, abriendolo a varios posibles gestores y rompiendo el monopolio que ahora detenta la empresa municipal Atac.
La empresa que gestiona tanto el metro como los autobuses y tranvias de la capital está al borde de la quiebra, con una deuda de más de 1.300 millones de euros y una falta de liquidez que hace temer que en algún momento falte dinero incluso para sueldos y carburante, más aun para la manutención y la renovación de los vehículos. Por ella han pasado en el último año y medio tres directores generales. El último, Bruno Rota, dimitió el mes pasado después de sendas entrevistas a dos diarios en las que advertia de una situación insostenible tras muchos años de pérdidas acumuladas nunca afrontadas, en la que “los vehículos son demasiado viejos y no podemos siquiera comprar el material necesario para su mantenimiento porque los proveedores ya no nos fian”.
Las declaraciones del ex director general, que apenas ha durado tres meses en su cargo, además de al gobierno de de la alcaldesa del movimiento Cinco Estrellas, Virginia Raggi, enfadaron también a sindicatos y trabajadores al denunciar las altas tasas de absentismo, “que hacen dificil cubrir incluso los turnos de trabajo. El personal ficha poco y mal las horas de entrada y salida y nadie controla. Hace falta empezar a respetar las reglas pero hace años que no se hace. Es intolerable”.
Aunque las noticias sobre la pésima situación del transporte romano llenan páginas y pantallas este verano, Rota quiso aclarar, sin embargo, que la situación del transporte romano no es muy distinta a la de hace un año, pero ahora se “habla de una situación catastrófica porque hay una campaña de prensa que añade cosas negativas falsas a las verdaderas, supongo que por hostilidad política”.
"La situación solo se puede arreglar sacando el servicio a concurso, rompiendo el monopolio y abriéndolo a la competencia de otras empresas públicas"
Pero la realidad está ahí, autobuses con una media de antigüedad de más de dos años, que en el caso de los tranvias supera los treinta. Hay más de un tren que supera el medio siglo. Más de mil empleados, de un total de 11.600 que diariamente no van a trabajar. A ello hay que sumar lo que aqui llaman “evasión tarifaria”, es decir, lo que no se recauda por los billetes que no se pagan, algo muy dificil de cuantificar, porque tampoco abundan los revisores, pero que algunos medios cifran hasta en un 40 por ciento. De hecho, es esta una de las situaciones que más sorprenden a los turistas cuando suben al autobús: que parece que nadie paga ya que el conductor no cobra porque los billetes se compran en los estancos y se timbran una vez a bordo. Más de uno de estos turistas cae en la tentación de viajar sin pagar.
En este sentido, el anterior director general de Atac, Marco Retigghieri, tambien dimitido, afirmaba que uno de los grandes problemas de la empresa romana era la falta de conciencia cívica de trabajadores y usuarios. Sin embargo, sentencias sobre contratación de parientes y amigos recomendados, contratos sospechos a algunos proveedores hacen pensar que no sea la única explicación del caos
Los Radicales Italianos consideran que Atac es una empresa que no funciona, ya que, como afirma Emma Bonino, durante años ha sido utilizada más como “nicho clientelar para conseguir votos, que para dar servicios al ciudadano”, sin nadie que la controle. Consideran que la situación solo se puede arreglar “sacando el servicio a concurso, rompiendo el monopolio y abriendolo a la competencia de otras empresas públicas o privadas que introduzcan formas de transporte más modernas.
“No ha habido una liberalización que no haya comportado empobrecimiento de las condiciones de trabajo”
Esas empresas potencialmente interesadas ya tiene nombre y probablemente se frotan las manos ante el desastre de Atac. El pastel es grande y los beneficios podrían serlo también, más aun si el gobierno central interviene renovando medios e infraestructuras. Varios medios italianos señalan a la italiana Ferrovie dello Stato y sobre todo al gran grupo francés Ratp, empresa pública que gestiona los transportes de París, presente en otros quince países, y que ya ha conseguido introducirse en Toscana. Paradojicamente se trata de dos empresas públicas.
La posibilidad de que se utilice la mala situación de la empresa municipal como excusa para que el servicio público de transportes acabe en manos privadas ha levantado ya las críticas de otros partidos, sobre todo de Sinistra Italiana. Uno de sus diputados, Stefano Fassina, ha calificado la propuesta de los Radicales de “solución thatcheriana” que no funcionará: “ En los sitios en los que se han privatizado los servicios público, como en Gran Bretaña, se está dando marcha atrás. Además, no ha habido una liberalización que no haya comportado empobrecimiento de las condiciones de trabajo”. El diputado izquierdista ha subrayado que su partido no defiende la situación actual y no quiere “cubrir a dirigentes incapaces, ni ineficacias y corrupciones. ¿Pero por qué desde lo público no se puede establecer una estrategia para una movilidad de calidad y encontrar dirigentes capaces de ello ? ¿Por qué el transporte público funciona en Milán y no puede funcionar en Roma ?”, se pregunta.
Frente a esto los Radicales advierten tambien que un concurso como el que solicitan con el referendum es la única forma de impedir una privatización futura en beneficio de “los amigos de los amigos: “Si no liberalizamos el servicio, la venta a precio de saldo de Atac será la única solución que en el futuro propondrán a la ciudad”.
El secretario del movimiento radical en Roma, Alessandro Capriccioli, ha querido subrayar también que la reforma del transporte “va a ayudar a las familias con ingresos más bajos, las que viven en la periferia, que es donde Atac incumple con más facilidad el contrato de servicios, y que se ven obligadas a desplazarse en coche al trabajo o a la escuela. Hemos calculado un gasto de entre 5.000 y 6.000 euros al año al que se ve obligada una familia romana por la ineficiencia de los transportes públicos”.
Ahora solo queda esperar la fecha. Los promotores del referendum han pedido que el gobierno municipal de Virginia Raggi convoque el referendum antes del próximo enero, para celebrarlo en primavera. Será un referendum consultivo, pero no cabe duda que sus resultados influirán en el futuro de un sector importante de los servicios públicos europeos.
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