México Hernán Cortés, el español que sigue incomodando a los mexicanos 500 años después
El 8 de noviembre de 1519, un ejército liderado por españoles entró en la capital del imperio más poderoso de Mesoamérica. El encuentro entre las dos civilizaciones marcó la Conquista, que terminaría dos años después.
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ciudad de méxico,
Paredes enyesadas, lisas, blancas; techos sin ornamentos. Poco hace sospechar que en esta iglesia del Centro Histórico de la Ciudad de México está enterrado uno de los fundadores de la patria.
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“Aquí yacen los restos de Hernán Cortés”, dice un local que prefiere no identificarse, dando un ligero golpe de cabeza en dirección al altar. “Menos mal que no se sabe mucho, porque si no, ya la hubiesen quemado”, añade, este vecino que se ha dejado caer en la Iglesia de Jesús Nazareno.
El señor, que pasa de la cuarentena y apenas supera 1,60 metros de altura, dice que el no lo ve así, que para el, Cortés es uno de los padres de México, “quizás porque mi abuela era andaluza”, explica, consciente de que sus palabras suenan categóricas y atrevidas.
En este país la figura del conquistador sigue siendo polarizante. Pero en realidad, Fernando Cortés de Monroy es solo el símbolo de la relación que México tiene con los hechos que llevaron a la entonces Nueva España.
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"En el mundo académico no hay problema, pero hay una enorme diferencia con la creencia popular”, explica el antropólogo e historiador de origen francés Christian Duverger, en relación al sabor amargo que aún tiene la Conquista española en el país.
Fernando Cortés es el símbolo de la relación que México tiene con los hechos que llevaron a la entonces Nueva España
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Duverger es uno de los principales expertos en la figura de Cortés. Junto con el historiador y antropólogo mexicano Luis Barjau, firma el libro Pluma y plomo 1519-2019. Moctezuma y Cortés a 500 años del encuentro entre dos mundos, ilustrado por el artista mexicano Emiliano Gironella, y que hoy se presenta en la Ciudad de México.
El título describe el momento en el que Cortés se encontró por primera vez con el emperador mexica Moctezuma II, hace hoy 500 años, en la capital del imperio más poderoso de Mesoamérica, México-Tenochtitlán.
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Fue uno de los episodios más determinantes de la Conquista, el periodo de más de dos años que culminó con la caída de la capital, hoy Ciudad de México, en manos de los europeos.
Más que un encuentro entre dos mundos, la llegada de los españoles se dibuja como una imposición, una colonización, en el imaginario colectivo. Por esto, la figura de un Hernán Cortés español de sangre pero indígena de corazón, feminista y republicano, como defiende Duverger en la biografía “Vida de Hernán Cortés”, es incómoda.
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El padre del mestizaje, un republicano feminista
Cortés es el padre del mestizaje en México, afirma Duverger, “impidió la entrada de mujeres españolas, quería usar el mestizaje para evitar el genocidio que ocurrió en Santo Domingo y Cuba”, dice este experto de origen francés, en entrevista para Público.
El también antropólogo explica que la intención del extremeño no era la de conquistar territorios y sus gentes para fundar una Nueva España católica, como finalmente sucedió.
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“Su idea era convertirse en tlatoani (emperador) de Mesoamérica, quería integrarse”, dice el experto, rompiendo con la imagen del Cortés que llegó ávido de tierras y de oro americanos.
Poco le preocupaba a Cortés que el acceso al trono del imperio fuese por elección, porque como se explica en la citada biografía, era partidario de instalar un sistema de cargos electos, y no dinásticos y hereditarios como en la Corona española.
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"Su idea era convertirse en tlatoani (emperador) de Mesoamérica, quería integrarse", afirma Duverger
En el camino hasta México-Tenochtitlán desde la costa atlántica, donde desembarcó a inicios de 1519, Cortés se alió con diferentes pueblos mesoamericanos, que encontraron en los foráneos la ayuda necesaria para liberarse del dominio mexica. Pero para ello era imprescindible comunicarse con los pobladores de la zona.
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La historia dice que la Malinche, la intérprete y amante del extremeño, fue clave en el triunfo de los europeos, un rol que en México le ha valido la etiqueta de traidora. Incluso en su honor hay un término para denominar a aquel que prefiere a lo extranjero y menosprecia lo propio: malinchismo.
Pero para Duverger, Cortés se hizo acompañar de doña Marina, nombre que se asignó un vez bautizada, para ganarse el apoyo de las mujeres en una Mesoamérica machista. Utilizarla como intérprete ante los representantes de los diferentes pueblos indígenas, pues, los obligaba a hablar con una mujer en pie de igualdad.
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El triunfo de los conquistadores liberó a los indígenas del tributo mexica, pero los sometió al español. Cortés se opuso a esclavizar a los indios — a diferencia de Colón, que ahí veía un mercado jugoso — y acabaron con los sacrificios para los dioses, una costumbre mexica que no compartían — ni agradaban — con todos los pueblos mesoamericanos.
Este hecho le ha valido a Cortés la fama de libertador por parte de algunos, aunque el tema de los sacrificios “hay mucha exageración”, afirma Luís Barjau. “En todos los pueblos del mundo hubo sacrificios; pero la historia la escribieron los españoles”, añade.
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El historiador defiende que en occidente no se supo comprender la la forma cómo los prehispánicos entendían las relaciones con los dioses, “porque los españoles no venían a entender, sino a destruir y a construir otra nación”, afirmó, en una conferencia que impartió este verano sobre la Conquista.
¿Y qué se hace el 8 de noviembre?
En marzo de este año, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, sentó el debate. Comenzó con la carta que envió al rey Felipe VI pidiéndole que se disculpara por las atrocidades cometidas en México cuando aún no era México, por parte de España, cuando aún no era España.
La cuestión era si la Conquista debía celebrarse como un encuentro entre dos mundos o bien conmemorarse como una invasión. “Es un asunto pendiente”, afirmaba en un vídeo de Facebook.
“Mientras México siga siendo un país racista, clasista y que no entiende la diversidad como la mayor riqueza, seguiremos estando en un proceso de resistencia” explica Luna Marán, una cineasta indígena de una comunidad en el sureño estado de Oaxaca, “aunque espero que no por tanto tiempo como en el proceso de colonización”, añade. En México, la historia y el pasado no son lo mismo.