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Henry Kissinger, el Nobel de la Paz que apoyó a dictadores, cumple 100 años

El diplomático fue el máximo exponente del doble rasero durante las políticas de contención de la Guerra Fría.

El diplomático estadounidense Henry Kissinger comparece durante un acto público en febrero de 2023.
El diplomático estadounidense Henry Kissinger comparece durante un acto público en febrero de 2023. Brian Cahn / Europa Press

Henry Kissinger ha cumplido 100 años. El diplomático estadounidense más famoso y controvertido del siglo XX alcanza el centenario con una carrera llena de polémicas. De ganar el Nobel de la Paz a convertirse en una de las figuras más arrogantes y reprobadas de Estados Unidos.   

Durante casi una década, el estadista fue consejero de Seguridad Nacional y secretario de Estado de los presidentes Richard Nixon y Gerald Ford. Desde entonces se llegó a bromear en numerosas ocasiones acerca de lo que pasaría si Kissinger ocupase la Casa Blanca, pero lo cierto es que no volvió a figurar en ningún puesto de peso a nivel estatal. Un paso atrás que no le ha impedido opinar públicamente sobre la guerra de Ucrania, la geopolítica mundial o los avances de la inteligencia artificial.

Para muchos, es un fanático de los focos. Para otros, sólo los utiliza para limpiar una trayectoria marcada por la doble vara de medir y el pragmatismo. Cuando cumplió 50 años, Henry Kissinger fue celebrado como uno de los personajes más admirados de la sociedad norteamericana. Los historiadores, sin embargo, creen que este sábado no correrá la misma suerte.

Kissinger nació en Fürth (Alemania) el 27 de mayo de 1923, en el seno de una familia judía que llegó a Nueva York huyendo de los nazis. El que fuera asesor de Washington vivió el exilio como un adolescente y hay quien sostiene que eso lo marcó de por vida. "Siempre ha estado muy preocupado por el caos y ha querido poner orden en el mundo", explica el profesor y biógrafo Jeremi Suri en unas declaraciones que recoge EFE. 

Apoyo a dictadores

Henry Kissinger siempre será recordado como uno de los máximos exponentes del doble rasero de la política internacional durante la llamada fase de contención de la Guerra Fría. El diplomático combinó un esfuerzo público de normalización de las relaciones con los países comunistas, con una política secreta contra la expansión de la izquierda en América Latina. En Chile, Argentina y algunos territorios del sur de Asia llegó a mostrar su apoyo a las atroces dictaduras de la época, con el genocidio bengalí a la cabeza.

Un sinfín de documentos oficiales recopilados por diversas organizaciones humanitarias en EEUU dejan claro el papel de Kissinger en diversas campañas secretas, como la que acordó bombardear Camboya. También se le acusa de haber espiado ilegalmente al presidente Nixon o haber llevado al poder al dictador argentino Rafael Videla

Durante el período que estuvo al frente de la política internacional de Washington llevó al extremo un modelo de relaciones políticas cuya base era la supremacía estadounidense. Sus allegados aseguran que el estadista quiere ser recordado como el "arquitecto de la política de distensión que cambió el rumbo de la URSS" o como el intelectual que normalizó las relaciones con China. Sin embargo, la letra pequeña hace mella en su trayectoria y, para muchos, tiene las manos manchadas de sangre por su apoyo a las dictaduras latinoamericanas.

La construcción de un mito

Los expertos y estudiosos del perfil de Kissinger creen que nunca le molestaron las dictaduras, más bien todo lo contrario. "Le gustaban si estaban del lado de EEUU y mantenían el comunismo fuera de América Latina", explica a EFE Mario del Pero, historiador y autor de la biografía The Eccentric Realist

El diplomático se encargó de construir una imagen que, hasta hace unas décadas, parecía indestructible. Aparecía en portadas caracterizado como Superman, se juntaba con las estrellas de Hollywood y eclipsaba a los propios presidentes de Estados Unidos. Sobrevivió al escándalo del Watergate y se fotografió con personajes tan variopintos como Hillary Clinton, Donald Trump o Vladímir Putin. Pero cuando comenzaron a llegar las críticas, el mito comenzó a venirse abajo: las acusaciones de criminal de guerra, las pruebas de su hipocresía y la piel fina con la que respondía a los detractores se acabaron de cargar una meditada trayectoria.

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