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Qué hay de mito y qué hay de cierto en la leyenda de que Israel creó a Hamás

Un año después de los ataques cometidos por Hamás y del inicio del genocido palestino, Israel ha llevado la guerra hasta las puertas de Beirut (capital de Líbano). En un conflicto cada vez más multipolar, 'Público' habla con expertos en la materia para arrojar luz sobre una de las falsas creencias que circulan sobre el grupo armado palestino.

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Iraníes sostienen una imagen del fallecido líder de Hamás, Ismail Haniyeh, y banderas palestinas y de Hizbulá durante una protesta en la Plaza de Palestina en Teherán, Irán, el 31 de julio de 2024. — EFE/EPA/ABEDIN TAHERKENAREH

MADRID,

Occidente lleva décadas desviando la mirada ante los sucesivos abusos cometidos por Israel en Cisjordania y la Franja de Gaza. Con el cumplimiento de la profecía que anunciaba una guerra total en Oriente Medio, EEUU y Europa se han visto obligados a prestar atención a la montaña de escombros y cadáveres que se amontonan en el Mediterráneo Oriental. Aunque no sin cierta miopía. La multiplicación de actores y la tentación de caer en maniqueísmos da lugar a confusiones o falsos relatos. Por ejemplo, el que predica que Hamás fue creado por Israel.

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Todas las referencias publicadas al respecto remiten a unas declaraciones hechas por Yitzhak Segev, militar israelí destinado en Gaza, al The New York Times en 1981. En un contexto de violentos enfrentamientos entre nacionalistas palestinos religiosos y laicos, Segev declaró: "El Gobierno israelí me dio un presupuesto y el gobierno militar se lo da a las mezquitas". Dichos fondos, según el diario estadounidense, se utilizaban "tanto para mezquitas como para escuelas religiosas, con el fin de fortalecer una fuerza que se opone a los izquierdistas partidarios de la OLP [organización palestina nacionalista y secular liderada por Yasser Arafat]".

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Pero ese apoyo administrativo y económico no se hacía a Hamás –que ni siquiera existía cuando se publicó aquel artículo– sino a su germen. La cuestión tiene más que ver con las divisiones entre palestinos creadas en el contexto de la Guerra Fría durante la fallida descolonización de Palestina. A finales de los 70 y principios de los 80, el nacionalismo laico palestino había ganado una enorme legitimidad y apoyo. Sus premisas, de corte izquierdista, se acercaban más a los socialistas del bloque de los no alineados, que al liderado por EEUU y en el que quedaba integrado Israel, su principal aliado en la región. A su vez, se alejaban del nacionalismo árabe más religioso, ideológicamente arrinconado en aquel momento.

Tel Aviv aprovechó esta división entre seculares y religiosos, y dio cierto apoyo a los enemigos de sus enemigos: los grupos palestinos islámicos. No sabía que estaba alimentando la ideología de quienes más tarde conformarían la milicia que el 7 de octubre de 2023 acabó con la vida de 1.200 civiles y militares israelíes. Entender cómo se llega a este punto obliga a retroceder medio siglo. Para ello, Público ha contado con la ayuda de dos grandes expertos en geopolítica de la región.

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La creación de un Estado

Israel se fundó en 1948 en lo que hasta el momento había sido la Palestina histórica que administraba Reino Unido tras la desintegración del Imperio Otomano. El nuevo Estado fue rápidamente reconocido por Occidente, pero no así por las potencias árabes. Desde entonces hasta ahora, Tel Aviv ha tratado incansablemente de ampliar su territorio a costa del palestino, pero su ansia expansionista se ha topado una y otra vez, con la resistencia palestina, que entre los 50 y 70 era eminentemente secular –no islámica– y que en aquel momento contaba con el apoyo de los países árabes del entorno. En especial, del Egipto de Gamal Abdel Nasser, figura clave del panarabismo. Esta ideología abogaba por la confraternización y solidaridad entre la población árabe como una identidad que los unía más allá de lo nacional.

Influenciado por este pensamiento, Yasser Arafat, el líder más relevante de la resistencia anticolonial y laica palestina, fundó en 1958 la organización política y armada Fatah. Su visión tuvo una gran acogida entre la población palestina, bastante plural en aquellos años. Pero también se ganó el odio de aquellos sectores sociales más religiosos. En Egipto, el contrapeso islámico al panarabismo de Nasser lo encarnaron los Hermanos Musulmanes (HHMM), una organización social de carácter religioso que, si bien nació mucho antes de que el líder egipcio llegara al poder, fue ganando fuerza a lo largo del siglo.

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Los HHMM fundaron ramas por todo Oriente Medio, incluida Palestina. Establecieron escuelas, clínicas y redes de beneficencias entre musulmanes. Su objetivo inicial no era militar, sino espiritual. Culpaban del ocaso árabe al imperialismo occidental, pero también a la pérdida de centralidad del islam en la vida política. Por tanto, el antídoto para la liberación del pueblo palestino pasaba, en primer lugar, por la reislamización de su población, y después, por tomar las armas.

Caída del panarabismo y auge del panislamismo

En 1967, en plena era de la descolonización e impulsados por el sentimiento de solidaridad panarabista, el presidente egipcio Nasser y los líderes de Siria, Jordania, Arabia Saudí y Líbano lanzaron un ataque contra Israel, en lo que posteriormente el sionismo llamó la Guerra de los Seis Días. El resultado fue desastroso para las potencias árabes, que no sólo vieron sus fuerzas militares mermadas, sino que observaron cómo un porcentaje aún mayor de la histórica Palestina –y de Egipto– caía en manos de Israel. Esta vez, sin embargo, el Consejo de Seguridad de la ONU rechazó el avance sionista y pidió a Tel Aviv retraerse hasta las fronteras de 1948, tal y como reflejó en la Resolución 242. Israel nunca ha cumplido con esta petición.

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La derrota fue también el principio del fin del panarabismo. Pero ¿por qué la caída de esta corriente ideológica es importante para entender la creación de Hamás? ¿Y qué tiene que ver en todo esto Israel? Pues porque con el decaimiento del panarabismo se abrió un espacio para la propagación del panislamismo, que fue aprovechado por Israel para apuntalar la división entre los palestinos y hacer perder apoyos a su mayor amenaza hasta ese momento: Yasser Arafat.

Divide y vencerás

Intimidado por la popularidad de Arafat, pero también alentado por lo que Tareq Baconi, experto en geopolítica de Oriente Medio y autor del ensayo Hamás (2024, Capitán Swing), define como una "política de no interferencia con las organizaciones islámicas", el Gobierno sionista de finales de los 70 dio carta blanca a la creación de organizaciones sociales de carácter islámico. Estas no eran percibidas como una amenaza, sino como un simple "movimiento social, comprometido con valores sociales y no con un programa político", aporta Baconi.

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"Israel aplicó la doctrina del divide y vencerás", explica a Público Carmen López, profesora emérita de Historia del Pensamiento Político en la Universidad Complutense de Madrid. La experta en Oriente Medio aclara que "Israel apoyó el crecimiento del movimiento islamista, al movimiento de los Hermanos Musulmanes, que es de donde sale Hamás". Ahora bien, esto no equivale a decir que "Israel crea Hamás, en absoluto", afirma contundente López.

Así, en 1974, Israel concedió a la Asociación de Jóvenes Musulmanes en Jerusalén la licencia para conformarse como entidad jurídica. En 1976 hizo lo propio con la Asociación Islámica de Gaza y en 1978 permitió la fundación del Centro Islámico, que controlaba la Universidad Islámica de Gaza. Estas organizaciones impulsaron proyectos educativos, de beneficencia y sanitarios que captaron fondos provenientes de las ayudas sociales de Tel Aviv, así como de países árabes. Es en este contexto en el que el militar israelí Yitzhak Segev realizó las famosas declaraciones al The New York Times.

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Según Tareq Baconi, es alrededor de este episodio que se genera la confusión en la relación entre Israel y Hamás. "La gente piensa que le dieron las licencias porque querían crear Hamás, pero no es así" explica. "Hamás está creado por y para los palestinos". Lo que hizo Israel fue "permitir y apoyar el movimiento palestino islámico, antes de que se convirtiera en Hamás". La idea, subraya Baconi, era "crear una competición entre diferentes facciones palestinas con la idea de evitar su unidad. Hasta que Hamás se convirtió en una organización armada".

Para estas nuevas organizaciones, la formación educativa era indisoluble de la formación espiritual y moral islámica. "La importancia política de estas actividades no radica en su inmediatez, sino en que son una plataforma de formación de los futuros líderes islamistas", explica López en su libro Hamás. De la marcha hacia el poder al vuelo de Ícaro (2024, Catarata). Era este plan a largo plazo que Israel ignoró durante la década de los 70, cegado por beneficiarse del rechazo abierto de estos grupos del nacionalismo secular de Arafat.

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No podía saber en aquellos momentos que tanto la Asociación Islámica como el Centro Islámico –y, por tanto, la Universidad Islámica de Gaza– serían la piedra angular sobre la que se estaba construyendo el nacionalismo islámico que una década después encarnaría Hamás. De hecho, el grupo armado fue fundado por el propio líder de la Asociación Islámica, Ahmed Yassín. Y es que, a la par que promovía protestas de resistencia pasiva, un grupúsculo de la Asociación Islámica creó una pequeña célula militar que lentamente fue haciendo acopio de armas.

De la Asociación Islámica a Hamás

Las diferentes versiones de la resistencia palestina –la islámica y la laica, ambas inicialmente pacíficas– confluyeron en la revuelta popular de 1987 conocida como la Primera Intifada. De la facción religiosa, en concreto, de la Asociación Islámica, surgió Hamás. Sin el apoyo de Israel al movimiento islámico "muy probablemente, Hamás no hubiera nacido con la impronta, la fuerza y el asentamiento con el que nació", explica López a Público. En 1988 el grupo armado hacía su primera aparición pública. Su objetivo coincidía con otros grupos nacionalistas: la liberación de Palestina y su reconocimiento como estado independiente. Pero a diferencia del resto, abogaban por uno islámico.

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En su carta fundacional, Hamás negaba tajantemente la existencia del Estado de Israel y reclamaba para los palestinos las fronteras de 1948 y no las de 1967, como sí reconocía la comunidad internacional. El texto, cargado de prejuicios antisemitas, fijaba la yihad –guerra santa– como el único camino para lograr la liberación de los palestinos y la recuperación de su territorio. De esta tarea se encargaría su brazo militar, las Brigadas Izz al Din al Qassam, fundada en 1991. Tres años después, las Brigadas cometieron su primer atentado suicida. En 1997 Hamás fue incluida en la lista de grupos terroristas del Departamento de Estado de EEUU y en 2003 la Unión Europea hizo lo propio.

Desde su fundación hasta ahora el grupo ha evolucionado enormemente. El cambio más relevante fue la aceptación, de facto, de las fronteras de 1967 y, por ende, de la existencia de Israel en un nuevo documento ideológico publicado en el año 2017. Todo ello saltó por los aires tras el 7 de octubre de 2023. Con la reactivación del conflicto, volvieron también las viejas conspiraciones que vinculan al Estado sionista y el grupo armado palestino. "Decir que Israel creó a Hamás es negar absolutamente la capacidad de acción y de agencia de los palestinos", alega López, que defiende que "los palestinos también tienen capacidad de acción y de organización". Y concluye: "Es decir, los palestinos existen".

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