Guía para enteder como se pondrá en marcha el Brexit
Reino Unido iniciará su andadura en solitario, fuera del club europeo, en las próximas horas. Aunque persistan las dudas sobre si el Brexit será duro, con ruptura drástica, o blando, con acuerdos en áreas como inmigración o libre comercio.
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La suerte está echada. Oficialmente, el Brexit o la desconexión británica de la UE, se iniciará el próximo martes, 29 de marzo. Después de 40 semanas de tiras y aflojas entre ambas partes para perfilar las estrategias de un divorcio anunciado desde el referéndum del pasado mes de junio, la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, invocará ese día el Artículo 50 del Tratado de Lisboa, paso previo e ineludible a la maniobra de desacoplamiento del club comunitario. Un road map que durará dos años. Y cuya cuenta atrás culminará con los términos de separación de un matrimonio rubricado en 1973, durante la primera ampliación de la Unión, junto a Irlanda y Dinamarca, y que negociarán el secretario británico para el Brexit, David Davis y el comisario del Mercado Interior, el francés Michael Barnier, que ya ha puesto tierra de por medio al adelantar la fecha tope de la batalla legal a octubre de 2018.
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La resolución de este conflicto no resulta baladí. Están en juego demasiadas cuestiones de alto valor geoestratégico y con notables repersuciones económicas. Del lado británico -entre otras-, si el Reino Unido seguirá siendo el mismo Estado, o acabará concediendo la soberanía a Escocia, con la que les une 310 años de historia compartida y, quizás, a Irlanda del Norte. O si será capaz de mantenerse como sexta economía mundial, toda vez que las pasarelas de mercancías, bienes y servicio con su mercado preponderante, Europa, se van a romper y obligará a la Pérfida Albión a buscar nuevos lazos comerciales y a modificar su política de inmigración, lo cual cambiará con total seguridad su tejido laboral. También la City pone a prueba su estatus de centro financiero por excelencia del Viejo Contienente. Por parte de la UE, lo que está en el candelero es, ni más ni menos, que su futuro como el gran espacio de supranacionalidad, como bloque económico y comercial y como potencia política en la globalización. Sin Reino Unido. Su principal bastión en estas lides de alta diplomacia internacional.
Por todo ello, cobran especial importancia las palabras de Davis de que el Gobierno de May se enfrenta “a la negociación más trascendental para el país en una generación”. Su declaración de intenciones parece loable: facilitar un acuerdo fructífero y eficiente para cada nación y región del Reino Unido y para el conjunto de Europa, a través de una asociación positiva entre alidados. Un guante recogido por Bruselas que, sin embargo, no descarta duelos a cara descubierta. Sobre todo, si la apuesta es por el Brexit duro. Con escasos vínculos en materia de Defensa y Seguridad, Comercio o en el orden económico y financiero. Es decir, una ruptura en toda regla. Algo que no se descarta. En absoluto. Por ninguno de los bandos.
Pero, ¿qué subyace detrás del inicio del Brexit? Y, sobre todo, ¿qué efectos colaterales dejará a ambas partes en litigio? Una breve guía para entender el proceso ayuda a entender la dimensión de este espinoso asunto.
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1. ACTIVACIÓN DEL BREXIT
¿Qué supone el pistoletazo de salida del Brexit?
El referéndum de junio de 2016, que dio el triunfo al Brexit por un 52% de votos, fue el inicio de esta andadura que, según las predicciones del 10 de Downing Street finalizarían en abril de 2019, medio año después del límite que desea la UE, partidaria de una salida rápida del Reino Unido. El paso del próximo martes, la activación del Artículo 50 del Tratado de la Unión Europea que, en apenas 260 palabras, establece el mecanismo de expulsión del club, mandato en poder de cada Estado miembro que nunca ha sido invocado. Desde ahora, la negociación se marca como objetivo la redefinición de la relación de futuro entre Reino Unido y la UE.
¿Con qué rapidez se producirá el proceso?
Reino Unido ha dado ya los primeros pasos. Aunque no resultarán determinantes para la celeridad del proceso. May ya dispone del permiso del Parlamento para negociar. Después de convertir en ley varias de las demandas exigidas por la Cámara de los Lores sobre las garantías a los ciudadanos europeos residentes en suelo británico. El presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, dijo que la UE respondería en 48 horas, y que convocaría una cumbre para ratificar a Barnier como negociador en jefe. Pero, entre bambalinas, se cree que hasta junio el aparatik comunitario no estará plenamente activo y que, hasta septiembre, una vez se conozca el resultado de las elecciones alemanas, la toma de decisiones será muy ralentizada.
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¿Qué pretende conseguir May para Reino Unido?
Tratará de negociar con la amenaza del Brexit duro para asegurarse controles férreos sobre la inmigración y sobre leyes y presupuestos en materia económica, de un lado y sacar a relucir el blando para tratar de sellar una salida “lo mejor posible” en el terreno comercial, a través de acceso preferencial al mercado interior y ganar libertad de acción para cerrar acuerdos de libre comercio con EEUU y otros países ajenos a la UE. También ha intentado negociar bilateralmente con algunos socios europeos que ha levantado suspicacias en el comisario Barnier.
¿Y Europa?
Desde la UE no quieren que Reino Unido reciba los beneficios de un socio de la Unión sin responsabilidad. Pretenden alcanzar garantías y derechos para sus ciudadanos residentes en el Reino Unido. También buscan que Londres cumpla presupuestariamente con los compromisos que ha adquirido en el pasado reciente y que sigan en vigor. Entre otros cheques, el de su cuota por el rescate bancario a Irlanda o los gastos en proyectos de infraestructuras. La suma no es ninguna dádiva. Supera los 60.000 millones de euros. Quizás por ello, Europa se niega a entablar discusiones sobre un acuerdo comercial bilateral hasta que May no subsane esta deuda. Barnier ha advertido a Londres de que se “verá gravemente afectado” si no pacta su salida de la UE con lealtad, con problemas de abastecimiento, controles aduaneros o perturbaciones en el tráfico aéreo, entre otros.
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¿Cómo se articula la negociación?
Barnier quiere focalizarla sobre la separación, con el pago del cheque británico, la resolución sobre los derechos de los ciudadanos y el establecimiento de fronteras como puntos prioritarios. Mientras Reino Unido prefiere discutir la separación y el acuerdo comercial de forma simultánea para ganar de inmediato exenciones comerciales y garantías sobre sus negocios y empresas.
¿Qué ocurre si no hay acuerdo?
Reino Unido podría dejar la UE en dos años sin asegurarse un acuerdo comercial. En tal caso, las discrepancias se dirimirán en las instancias judiciales de Reino Unido y Europa y, las disputas comerciales, en los paneles de arbitraje de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Tras décadas de libre tránsito de mercancías y de servicios, se impondrían aranceles severos, de hasta el 10% en sectores como la automoción, anticipan expertos del mercado.
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¿Cómo se podría evitar el abismo?
Una solución factible es acordar una fase transicional de relaciones en la que los negocios se ajustes a la nueva realidad. Una alternativa que reclama la City y sus bancos para decidir con un mayor sosiego sus nuevas sedes centrales en Europa. Pero también el resto del sector privado, que se verán en la obligación de cambiar sus estrategias sobre plantillas, proveedores y carteras de negocios. En este sentido, cobrará importancia crucial si Reino Unido permance o no bajo la supervisión de la Corte Europea de Justicia.
2. LA CITY LONDINENSE
¿Cómo están actuando los bancos instalados en la City ante el Brexit?
El último movimiento ha partido de Goldman Sachs, que emplea a 6.000 profesionales en Reino Unido, y que ha activado un plan de contingencia para trasladar a cientos de trabajadores de su staff a ciudades como Fráncfort o París. Lo ha confirmado su CEO Internacional, Richard Gnodde: “Estamos empezando a ejecutar la desconexión por el Brexit e intensificaremos este proceso de mudanza en los próximos meses; necesitamos impulsar tanto las infraestructuras como las facilidades para operar bajo nuestras licencias” en estas dos capitales. Según algunas estimaciones del mercado, GS estaría pensando en incorporar a la mitad de su plantilla británica a Frácfort, donde ahora tiene unos 1.000 empleados.
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¿Qué ciudades partes como favoritas para albergar el centro financiero europeo?
Dublín y Fráncfort. Bank of America; Standard Chartered y Barclays admiten estar barajando la capital irlandesa como centro de neurálgico de operaciones para acceder al mercado interior europeo. En cambio, GS y Citigroup parecen decantarse por la capital financiera alemana. En las últimas semanas, París y Madrid parecen perder influencia y capacidad de atracción del sector. Frácfort cuenta con un ecosistema financiero potente, como sede del Deutsche Bank, del BCE y de BaFin, la Autoridad Financiera de Supervisión Bancaria de la locomotora del euro. Mientras Dublín comparte una regulación de la industria similar a la británica, presenta atractivos fiscales y es el único otro socio de habla inglesa de la UE.
¿Propiciará esta industria un efecto arrastre?
No está confirmado. Otras entidades mantienen la duda sobre sus intenciones. JP Morgan, la japonesa Daiwa Securities y Morgan Stanley hablan de desplazar sus cuarteles generales hacia una de las dos favoritas, mientras UBS piensa en la sede alemana, sin descartar Madrid o HSBC, en París, por haber adquirido recientemente un banco comercial francés. De sus movimientos, algo más avanzados, dependerá la reacción de otra terna de bancos, como Lloyds, el resto de la banca nipona -Sumitomo Mitsui, Mitsubishi UFJ, Mizuho- aunque sus preferencias parecen estar en Dublín, al igual que Bank of China o Credit Suisse.
- P.: ¿Qué está en juego con el final de la City como centro financiero europeo?
- R.: La sede londinense podría perder 10.000 empleos vinculados al sector bancario y otros casi 20.000 en servicios financieros que, en conjunto, mueven activos de clientes por valor de 1,8 billones de euros. Casi el PIB de Italia. Aunque hay estimaciones que hablan de 232.000 puestos de trabajo directos e indirectos.
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3. SECUELAS PARA REINO UNIDO Y EUROPA
¿Está en riesgo la unidad británica?
Sin duda. Escocia ha anunciado sus planes para convocar otro referéndum de independencia entre el otoño de 2018 y la primavera de 2019, coincidiendo con la fecha tope del Brexit. La líder escocesa, Nicola Sturgeon, responde así al “muro de intransigencia” que, a su juidio, Londres ha levantado ante su reclamación de un trato especial para Escocia, que votó masivamente por la permanencia en la UE. May tendrá otro frente abierto en casa y en paralelo a la desconexión de Europa.
¿Y la integridad tory?
También. Hay ministros del Gabinete conservador de May contrarios a las prácticas de sus colegas más beligerantes con la UE, liderados por el secretario del Foreign Office, Boris Johnson (ex alcalde de Londres), que no descartan denunciar a Europa ante la OMC para conseguir sus propósitos comerciales. Los tories de David Cameron se vieron en la necesidad de convocar el referéndum de 2016 ante el crecimiento electoral del Partido por la Independencia del Reino Unido (UIKP) del xenófobo y euroescéptico, Nigel Farage.
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¿A quiénes convencen plenamente la salida británica?
Parece que casi en exclusiva a los millonarios. Una reciente encuesta entre los gestores de grandes patrimonios del banco suizo UBS señala que el 78% de sus clientes, con más de un millón de dólares en activos, atisba la salida como un “efecto positivo” sobre sus planes financieros. El tejido empresarial siempre ha visto con recelo la limitación de acceso al mercado interior. Líneas aéreas como Easyjet, Ryanair o, incluso, British Airways ya se replantean reubicaciones de sedes y esquemas accionariales no tan británicos para no perder rutas por territorio europeo.
¿Existe peligro de extinción de la UE?
Quizás no tanto. Pero no es descartable. En cualquier caso, el Brexit exigirá a la UE una total reconversión. A este desafío responde el Libro Blanco sobre el futuro de Europa presentado a comienzos de marzo por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en el que se presentan cinco escenarios para el club comunitario. El primero (Seguir adelante), propone continuar como hasta ahora, sin grandes cambios. El segundo (Nada excepto el Mercado Único), perseverar en la profundización del mercado único en detrimento de otras iniciativas políticas. El tercero, respaldado por el propio Juncker y la canciller Angela Merkel (Los que quieran pueden hacer más), que apuesta por una Europa a dos velocidades. Mientras que el cuarto (Hacer menos de forma más eficiente) y el quinto (Hacer mucho más juntos), los extremos contradictorios, son los que lanzan la gran tesitura: más Europa o paulatina decadencia del club hasta su defunción.
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4. LAS CONSECUENCIAS PARA ESPAÑA
¿Cómo afectará a España la salida de Reino Unido?
Un reciente informe del Gobierno español alerta de varias consecuencias negativas. En el mismo, no se descarta que Londres se decante por un Brexit duro, que supondrá caídas de varias décimas del PIB, un descenso en las ventas al exterior, debido a que Reino Unido es uno de los principales socios comerciales e inversores, en los flujos de turistas llegados de las islas y en una contribución adicional notable, de casi 900 millones de euros, al presupuesto de la UE.
¿Cuáles son las cifras bilaterales con Reino Unido?
Reino Unido es el cuarto mercado de la exportación española (19.153 millones de euros en 2016, frente a los 11.184 millones de importaciones); y quinto destino inversor del último lustro: en 2015, casi totalizaron los 6.000 millones de euros, casi la tercera parte de los 15.509 millones de 2012. Pero el impacto del Brexit también tiene que tener en cuenta las filiales de empresas como Santander y Sabadell, Telefónica, Ferrovial, IAG –el hólding de British Airways e Iberia) o Iberdrola que, en total, están valoradas por el mercado por encima de los 60.000 millones de euros. Y, en el plano comercial, afectaría sobre todo a sectores como el de automoción. Aunque también a la maquinaria, a la industria aeronáutica y a la venta de frutos y hortalizas.
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Otro cauce de impacto será el turismo. En dos frentes. El primero, por ser la nacionalidad más fiel a dedicar sus vacaciones en suelo español en los últimos años. Nada menos que 16,9 millones de turistas, de los 75,3 que visitaron España en 2016, eran británicos, que gastaron por encima de los 1.023 euros por turista de promedio. El segundo, tiene que ver con el descenso de la libra desde el Brexit, las dificultades para tramitar visados y las dudas sobre derechos de residentes británicos en España (más de 200.000), que podría perjudicar al mercado de la vivienda. En total, BBVA cree que este asunto restará ya cuatro décimas a la economía española en 2017.
En el terreno positivo, España podría albergar agencias regulatorias como la de la banca o la del medicamento, ahora en Londres, y ganar ciertas opciones para lograr la histórica devolución de Gibraltar.
¿Cómo valora este proceso el sector privado español?
Las empresas españolas declaran un ligero optimismo a la hora de hacer negocios en los 12 meses próximos. A pesar del Brexit. Pero revelan una alta preocupación por la salida británica de la UE. Un reciente sondeo de KPMG y CEOE entre 2.906 directivos y mandos intermedios de firmas de 13 sectores de actividad diferentes constata, en una cuestión con multirespuesta, que el mayor efecto del Brexit sobre sus negocios lo determinará la depreciación de la libra (58%); seguido de la posible contracción del PIB británico (50%); la instauración de aranceles (43%) y los cambios regulatorios, motivo de temor para el 41% de los encuestados.