Los 100 días de la guerra en Ucrania se interponen en la pugna de EEUU con China
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, considera al gigante asiático su principal rival, pero el conflicto ucraniano le obliga a mantener su atención en Europa del este.
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washington, Actualizado:
Aunque el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, considera que China es su principal rival y centra la mayoría de sus esfuerzos diplomáticos en Asia, la guerra desatada por la invasión rusa de Ucrania le ha obligado a mantener una gran atención en Europa del este durante los últimos meses.
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Los servicios de inteligencia estadounidenses llevaban advirtiendo desde hacía semanas de una inminente invasión de Ucrania, frente al escepticismo de algunas cancillerías europeas, y finalmente el presidente ruso, Vladímir Putin, ordenó el 24 de febrero, hace 100 días, la operación militar contra su vecino.
Para Juan Luis Manfredi, catedrático Príncipe de Asturias de la Universidad de Georgetown, en Washington, Putin vio como "un momento de repliegue y debilidad" la reestructuración de la política exterior de la Administración de Biden, tras la caótica retirada de Afganistán y su fijación con China.
Tras la invasión rusa, Biden y sus aliados europeos y de la OTAN han protagonizado una eficiente coordinación sin precedentes para enviar ayuda militar y humanitaria a Ucrania, y sancionar el sistema financiero ruso, evitando siempre un conflicto militar directo con Moscú. El Congreso estadounidense, por ejemplo, ha aprobado más de 53.000 millones de dólares en ayuda para Ucrania, principalmente en envío de armamento para que los ucranianos "se defiendan".
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La guerra ha provocado que EEUU tomara partido de nuevo en la OTAN y su fortalecimiento
El mensaje oficial de Washington es que con este apoyo se ha logrado evitar una ocupación rápida de Ucrania y se ha obligado a las tropas rusas a abandonar la batalla de Kiev para centrar sus esfuerzos en el Donbás, donde hay enfrentamientos desde 2014. Esta misma semana, Estados Unidos anunció la donación a Ucrania de un sistema de misiles de alto alcance, HIMARS, lo que molestó al Kremlin, que advirtió de un posible enfrentamiento directo con Washington.
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Ante ello, el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, respondió el miércoles que los ucranianos han garantizado que en ningún caso utilizarán estos misiles para atacar a objetivos en territorio ruso. La otra línea de acción ha sido el fortalecimiento de la OTAN, una alianza que durante los últimos años había perdido peso en el tablero internacional, y que tras la guerra ha demostrado que "no estaba tan resquebrajada como parecía", opinó Manfredi.
La guerra llevó a Biden a participar personalmente en la cumbre extraordinaria de la OTAN convocada en marzo en Bruselas, y aprovechó el viaje para dirigirse a Polonia, el país que más refugiados ucranianos ha recibido, para lanzar un mensaje contra la invasión. "Un líder global tiene que tener capacidad para atender dos o tres frentes a la vez, si no, no puede ser un líder hegemónico", señaló el catedrático.
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En ese sentido, Estados Unidos ha desplegado a miles de militares en el flanco oriental de la OTAN para prevenir que el conflicto se extienda más allá de las fronteras ucranianas, y ha apoyado decididamente la entrada a la alianza de Suecia y Finlandia, dos países que dejaron a un lado su neutralidad histórica. Biden arropó en mayo en la Casa Blanca al presidente de Finlandia, Sauli Niinistö, y a la primera ministra de Suecia, Magdalena Andersson, frente al veto que ha amenazado con imponer Turquía, porque considera que los nórdicos apoyan a milicias kurdas.
"Con Rusia vamos a ver un conflicto congelado durante mucho tiempo. Rusia no tiene prisa y tiene un plan que es recuperar su posición en el tablero mundial", dijo Manfredi, quien sin embargo descartó la posibilidad de que Putin "apriete el botón rojo", en referencia al uso de armas nucleares.