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Guerra Rusia-Ucrania La UE responde al ataque de Rusia a Ucrania con las mayores sanciones de su historia

Los líderes europeos reacciona con insólita rapidez, contundencia y unidad. Pero se guardan varios cartuchos ante la posibilidad de que Putin vaya más lejos.

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Los líders de los países de la UE conversan antes del comienzo de la cumbre extraordinaria en Bruselas para analizar la sitiuación tras el ataque de Rusia a Ucrania. — OLIVIER HOSLET/POOL / EFE/EPA

bruselas, Actualizado:

Europa se fue a dormir con tensión y se despertó con una guerra. El peor escenario que todos querían evitar terminó consumándose con el ataque directo de Rusia a Ucrania. "Son las horas más duras para Europa desde la Segunda Guerra Mundial (...) Es la mayor violación del Derecho Internacional y de los principios básicos de la coexistencia humana", reaccionaba Josep Borrell, Alto Representante de Asuntos Exteriores de la UE, a primera hora de la mañana.

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Los europeos siempre habían desconfiado de las intenciones reales de diálogo del presidente ruso Vladimir Putin. Desde hace semanas, cuando arrancó el maratón diplomático, advertían de que Moscú estaba creando un casus belli para atacar a su vecino. Y así ha terminado ocurriendo. Pero incluso pocas horas antes de la agresión bélica, confiaban en que el mandatario ruso se detuviese en el reconocimiento de las repúblicas de Donestk y Luganks. O como muy lejos en su anexión. Finalmente se han confrontado con un escenario que hace resonar los peores fantasmas de una UE cuyo ADN es ser un proyecto de paz cultivado bajo las cenizas de las grandes guerras que durante siglos asolaron el Viejo Continente. El propio Emmanuel Macron ha reconocido sentirse engañado: "Solo unas horas antes de lanzar los ataques, estábamos debatiendo los detalles sobre cómo aplicar los acuerdos de paz de Minsk".

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La UE ha condenado en bloque y en sus mayores términos posibles el que consideran un "ataque bárbaro" bajo "justificaciones cínicas". La tensión en la frontera ucraniana llevaba latente durante meses, pero explotó en cuestión de horas. Y ha obligado a los europeos a poner a prueba la firmeza y determinación con la que venían amenazando a Putin desde hacía semanas. Reunidos en una cumbre extraordinaria, los Veintisiete han dado una patada hacia adelante acordando las mayores sanciones de su historia. Será el Consejo de Exteriores quien deberá formalizarlas en un encuentro extraordinario previsto para el viernes. A su salida del encuentro, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, ha hablado de unas sanciones "históricas" y de un paso "como no se ha dado nunca".

La gran baza de la Unión Europea es su poderío político. Y esa es, precisamente, su única y gran herramienta para castigar a Putin y para intentar evitar que siga dando pasos más allá. Porque tras este shock inicial, en Bruselas ya se preparan para cualquier escenario. Si hay una lección que deja la crisis actual es que el apetito "imperialista" –término acuñado por la propia Ursula von der Leyen- es imparable.

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"Con Putin no se excluye nada", ha respondido Josep Borrell, Alto Representante de Exteriores, preguntado sobre si Putin ampliaría su ataque a otras zonas de Europa. En estos momentos, Bruselas sigue muy de cerca las últimas informaciones estadounidenses que apuntan a que Putin quiere tomar Kiev y "decapitar" al Gobierno de Volodimír Zelenksy. Llegado este escenario, la UE no reconocería a un nuevo líder impuesto por Moscú.

Medidas punitivas sin precedentes

El Consejo Europeo celebrado en Bruselas tenía como único punto determinar la respuesta a Putin. Y en coordinación con sus aliados, los Veintisiete han llegado a un acuerdo político para poner en marcha unas medidas restrictivas jamás articuladas. Los líderes han necesitado 30 minutos para dar su luz verde a unas medidas que están llamadas a golpear de lleno los sectores energético, de transporte, financiero, bancario, tecnológico o de la aviación. Del encuentro de urgencia sale el segundo paquete de sanciones de esta semana contra el Kremlin (será oficializado por los ministros de Exteriores el viernes). Y ha sido el escenario para comenzar los trabajos hacia un tercero, previsto en caso de que la situación se agravie.

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El triple objetivo del cortafuego europeo es disparar la inflación rusa, aislar a su economía y dinamitar su industria. En definitiva, empujar todavía más a Rusia al ostracismo internacional y convertirlo en un Estado paria. Sin embargo, este golpe tardará meses en hacerse notar. Y difícilmente servirá para doblegar a Putin y obligarle a cambiar sus planes iniciales. Al menos en el corto plazo. El riesgo añadido es terminar de empujar a Moscú a los brazos de China.

Por otro lado, también han comenzado los preparativos para otro paquete contra Bielorrusia, por tener un papel activo en el tránsito de las tropas rusas. Mientras que a nivel político, Bruselas quiere cancelar el acuerdo de visados con Moscú y fortalecer el mensaje de la perspectiva europea de Kiev. Polonia y Eslovenia piden que el país forma parte de la familia europea antes de 2030.

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Dada la gravedad de la situación, la UE ha actuado inusualmente rápida. E inusualmente unida. La sensación en Bruselas es que no solo está en juego el futuro de Ucrania, sino toda la arquitectura de seguridad europea y los pilares del orden global tal y como lo conocemos amenazado por la ley del más fuerte.  "Putin está tratando de subyugar a un país europeo amigo. Está intentando redibujar el mapa de Europa por la fuerza", ha asegurado Von der Leyen en rueda de prensa.

El edificio de la Comisión Europea en Bruselas, iluminado con los colores de la bandera de Ucrania. — Johanna Geron / REUTERS

Por todo ello, los 27 líderes no podían permitirse dar la imagen de divididos o de tibios. Pero los diferentes intereses geoestratégicos o las diversas lecturas políticas que cada Gobierno nacional tiene en esta crisis han provocado algunas fisuras. No todos los países están dispuestos a incluir a SWIFT, el "arma nuclear" de Occidente que, de ser activado, aislaría a Rusia del sistema financiero global. Los más reacios son Alemania e Italia, cuyas economías serían a su vez de las más golpeadas por este movimiento.

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La otra brecha es cuán lejos ir. Los países del Este y los Bálticos, que sienten su integridad territorial directamente amenazada por Rusia, quieren imponer ya las medidas más contundentes. Mientras que otro bloque aboga por guardarse un as en la manga e ir aprobando medidas punitivas en función de los próximos pasos de Putin. La inclusión del propio presidente ruso o de su flagrante ministro de Asuntos Exteriores en la lista de castigados también ha sido tema de debate en la cita. Pero finalmente se ha impuesto la estrategia de caminar paso a paso.

Próximos pasos

Además de preparar estas sanciones sin precedentes, Bruselas cocina ya los planes de contingencia en torno a tres cuestiones asociadas a la crisis que le salpican de lleno: el gas y los refugiados. La Comisión Europea está manteniendo un sinfín de reuniones para buscar alternativa en otros mercados y países al gas ruso, del que es altamente dependiente. También han comenzado ya los preparativos para una eventual marcha de refugiados que huyen del conflicto. Algunos análisis preliminares estiman que hasta un millón de ucranianos podrían abandonar el país. Y la tercera pata a la que Bruselas le busca salida es cómo compensar a los países que se verán afectados por estas sanciones a Rusia y cómo evitar, en paralelo, que estas lastren la recuperación post-covid.

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A su vez, Bruselas es la anfitriona de la otra gran protagonista de esta crisis: la OTAN. Los 30 líderes de la Alianza se reúnen de forma extraordinaria el viernes para abordar la situación. De momento, el foro de seguridad europeo ya ha avanzado su respuesta inmediata: ampliará su presencia militar en el flanco oriental, pero no desplegará soldados en Ucrania. Dese la anexión de Crimea de 2014, las fuerzas aliadas desplegadas en el Este no han hecho más que aumentar. Muchos analistas señalan que si Putin buscaba debilitar a la OTAN y reducir su presencia cerca de sus fronteras, el resultado ha sido el contrario: darle una razón de ser en un momento de "muerte cerebral" y multiplicar los efectivos que vigilan a Rusia de forma disuasoria.

El 24 de febrero pasará a las páginas de historia europea como el día que todos vieron venir, pero nadie supo anticipar y frenar. El mensaje que sale de una de las cumbres europeas más "emocionales" e importantes de los últimos años es que "Putin no ganará esta guerra", sino que lo harán las "democracias fuertes y resilientes". La UE se levantó el jueves en "un mundo diferente" y 24 horas después amanece con bombardeos en la capital ucraniana.

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